¿Para qué sirven idiomas en el fondo?
Si a uno le da pereza aprender un idioma extranjero, es posible que no desee aprenderlo en absoluto. Evitar esforzarse no solo es humano, sino que también tiene sentido. ¿Por qué debería gastar mis energías en algo que ni siquiera sé si me servirá y cómo?
Lo que realmente quieres, desde el corazón, ya no es un esfuerzo. De repente encuentras tiempo y energía y te sorprendes qué tan rápido estás progresando. A esto se le llama coherencia.
Por lo tanto, encuentro emocionante la pregunta de por qué en realidad podría ser un asunto del corazón aprender una determinada lengua extranjera. Cada nueva lengua extranjera amplía mis horizontes, posibilita nuevas soluciones, activa otras facetas y potenciales en mí. Eso expande mi cultura de pensamiento. Cuando experimento esto, queda claro que mi corazón tiene la voluntad de aprender idiomas, porque quiero desarrollar mi potencial y expandirme.
En el idioma español, por ejemplo, puedo expresar mis emociones con más facilidad, crear una distancia objetiva y manejarlas mucho mejor (inteligencia emocional). Si conozco el idioma alemán con consciencia, me ayuda a desarrollar estrategias y puedo pensar de manera más eficiente. Cuando combino los dos, puedo descubrir cómo funciona la vida.
El inglés es una gran herramienta para comunicarse con el mundo exterior porque es un poco más ágil, dinámico y 'elástico' que el alemán. Personalmente, tanto mi lengua materna conscientemente percibida como las lenguas extranjeras sirven para ampliar mi alcance para pensar y actuar. Incluso es suficiente tener conocimientos de una lengua extranjera para avanzar mentalmente, sacar nuevas conclusiones y comprender el contexto general.
Y, en última instancia, me da la oportunidad de 'sumergirme' en un nuevo idioma extranjero con facilidad, porque reconozco las estructuras y patrones cada vez más fácilmente.