PLAN DE INVERSIÓN BASADO EN EL CICLO DE VIDA DEL INVERSOR

PLAN DE INVERSIÓN BASADO EN EL CICLO DE VIDA DEL INVERSOR

Un plan de inversión es un documento que establece los objetivos financieros de un inversor, así como la estrategia para conseguir esos objetivos a través de la asignación de recursos a diferentes activos. En un plan de inversión se suele incluir información sobre el horizonte temporal de la inversión, el nivel de riesgo deseado, la diversificación de activos, los instrumentos financieros a utilizar y los posibles rendimientos esperados.

El diseño de un plan de inversión tiene como punto culminante la determinación de la ratio básica, es decir, la proporción de activos más volátiles y de mayor riesgo respecto a los activos menos volátiles y de menor riesgo. Lógicamente, cuando en el plan de inversión incluimos más cantidad de activos volátiles: por ejemplo acciones, mayor probabilidad de obtener mayor rentabilidad y también incurriremos en un mayor riesgo.

Para determinar cuál es la ratio básica adecuada es importante el conocimiento del umbral de insomnio del inversor: la caída de la rentabilidad por efecto de una corrección del mercado debe quedar dentro de los límites de insomnio del inversor. También es muy importante conocer el horizonte temporal. Cuanto mayor es el horizonte temporal, más plazo hay para recuperar si las inversiones van mal y, por tanto, mayor tolerancia al riesgo debemos tener como inversor. De igual modo, cuando el horizonte temporal se reduce por el efecto de la edad, debemos reducir nuestra posición en renta variable por la mayor dificultad de recuperación y la menor tolerancia que debemos tener al riesgo.

Los principales pasos que seguir para diseñar un buen plan de inversión son:

1.       Definir el umbral de insomnio del inversor en función de los objetivos.

2.       Establecer de forma correcta el horizonte temporal.

3.       Definir la ratio básica comentada anteriormente, en función de la edad del inversor.

4.       Ajustar la ratio básica al umbral de insomnio. Esto que aparentemente puede parecer una broma, es importantísimo. No conocemos realmente nuestro umbral de insomnio hasta que no sufrimos una etapa de corrección del mercado. Si ante etapas de corrección nos cuesta más dormir o miramos casi a diario nuestras inversiones, deberíamos volver a definir nuestro umbral de insomnio para ajustar nuestra ratio básica y consecuentemente, nuestras inversiones.

5.       Realizar periódicamente un reequilibrio de nuestra ratio básica y de nuestras inversiones en función de lo que nos va indicando el mercado.

6.       Cuando entramos en una edad comprometida financieramente hablando, entre los 40 y los 70 años, conviene estar muy atento para realizar los ajustes convenientemente.

7.       Realizar inversiones periódicamente y a los activos que mejor estén funcionando en cada momento.

8.       Realizar una buena diversificación por sectores, países y mercados.

9.       Aplicar el plan de inversión con constancia. Realizar los ajustes según lo que hayamos definido y no intentar adelantarnos al mercado o enmendarle la plana.

10.   No alterar el perfil de riesgo sin los planteamientos adecuados. No tratar de ser más listo que el mercado.

Una vez hayamos definido el plan de inversión, elegiremos los activos en los que invertir en función de la ratio básica. Podemos invertir en activos de renta fija de emisor público o privado y a corto, medio y largo plazo. O en activos de renta variable. Es importante recordar que, contrariamente a lo que siguen pensando algunos inversores, la renta fija si tiene riesgo. Los activos de renta fija tienen sus particularidades y se verán afectados por los tipos de interés (bajando su precio si los tipos de interés suben o viceversa). Es importante que el asesor financiero exponga a los inversores los riesgos inherentes a este tipo de activos.

A mí me gusta definir cuatro tipos de carteras en función del perfil de riesgo:

  • El primer tipo de cartera se correspondería con un riesgo mínimo y se basaría principalmente en activos de renta fija a corto plazo y un pequeño porcentaje de activos de renta fija a medio plazo, no superior al 10%. Serían activos de renta fija en euros. Se podrían esperar rentabilidades próximas a los tipos de intervención del BCE en cada momento. Es especialmente adecuado para inversores con un horizonte temporal muy reducido.
  • El segundo tipo de cartera se correspondería con un riesgo medio. Aquí estaríamos hablando de una combinación de activos de renta fija a distintos plazos: 30% en renta fija a corto plazo, 25% a medio plazo, 15% a largo plazo, 10% en renta fija en divisas distintas al euro y un 20% en renta variable. La duración de las inversiones de renta fija en el largo plazo condiciona los rendimientos que, además de generarse vía cupones, vendrán originados por las variaciones en los precios de los títulos. Es una cartera de riesgo medio porque tiene un componente de liquidez importante en los activos de renta fija a corto plazo. El horizonte temporal sería medio-bajo.
  • El tercer tipo de cartera se correspondería con un riesgo alto. Aquí nos moveríamos en mitad de activos de renta fija y mitad de activos de renta variable. La renta fija sería en su mayoría a medio y largo plazo. Y la renta variable lo más diversificada posible. La idea es buscar la rentabilidad máxima de la cartera, alargando la duración de la cartera en los activos de renta fija y buscando una buena diversificación en renta variable. El horizonte temporal sería medio-alto.
  • El cuarto tipo de cartera se correspondería con riesgo muy alto con un porcentaje elevado de renta variable. Estaríamos hablando de un porcentaje de activos de renta variable del 75% o superior. Es una cartera para un plan de inversión agresivo y con un amplio horizonte temporal.

La cartera adecuada para cada inversor dependerá de su perfil de riesgo y este dependerá de su horizonte temporal, rentabilidad esperada, patrimonio que tenga, experiencias pasadas (especialmente cuando se trata de pérdidas), tipos de interés, de sus circunstancias familiares y profesionales y de sus EMOCIONES. El perfil de riesgo del inversor puede ser: conservador, moderado o decidido. El conservador se asociaría a carteras del primer tipo, el moderado del segundo tipo y el decidido del tercer y cuarto tipo.

Una vez definido el plan de inversión, nos quedaría elegir el tipo de gestión. La gestión puede ser:

  • Estática: cuando se gestiona la cartera de inversión mediante una distribución de activos estática o rígida (un porcentaje en renta fija y otro en renta variable). Esta gestión irá sufriendo reajustes en función del horizonte temporal y reequilibrios en función del vaivén de los activos. Es una gestión a medio camino entre la gestión activa y pasiva. No trata de replicar a un índice como hace la gestión pasiva, pero se asemeja porque la distribución de activos propuesta no deja de ser un índice de referencia cuyo rendimiento dependerá del porcentaje elegido de activos de renta fija y variable.
  • Activa: es una gestión que trata de batir a un índice. La selección de activos, su distribución y los cambios buscan siempre batir a los índices de referencia.
  • Pasiva: es una gestión que se lleva a cabo perfectamente con fondos de inversión indexados, de gestión pasiva que replican a los índices con gastos muy reducidos.
  • Dinámica: consiste en gestionar de forma mixta: bonos, acciones y gestión alternativa y a través de una política de inversiones flexible y no predefinida, de forma global. Esta gestión irá variando, es dinámica, según las perspectivas económicas y del mercado. Quizá sea la gestión más ventajosa desde el punto de vista de la diversificación.

Elegir un tipo de gestión de las carteras u otro dependerá de los objetivos que se establezcan en el plan de inversión. Tampoco podemos decir que sea más conveniente gestionar las carteras de una u otra forma. Incluso podemos tener distintos planes de inversión con diferentes objetivos, gestionados de diferente forma.

Cuando ya hemos definido el plan de inversión en su conjunto, nos quedaría ejecutarlo. Aquí viene la parte más difícil: asesorar a los inversores para aplicar las recomendaciones. Se trataría de tomar como punto de partida la distribución de activos determinada en la elaboración del plan de inversión. Y buscaríamos asesorar al inversor sobre el vehículo que consideremos que nos llevará de manera más eficiente a la consecución del objetivo final. Esto supone optimizar la cartera de inversión en términos de rentabilidad-riesgo, en términos fiscales, de liquidez, de comisiones y gastos, de protección del inversor, de estilo y de gestión de las inversiones.

 

No habrá artículo hasta el mes de abril por motivos profesionales. A partir de la primera semana de abril, volveré con un artículo semanal.

 

JUAN FRANCISCO RUANO RODRÍGUEZ.

Francisco José García Gil

Ayudo a las empresas a mejorar su competitividad reduciendo la siniestralidad laboral 👷🧑⚕️

9 meses

Muy interesante Juan, muchas gracias por el artículo

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