¿POR QUÉ ES BUENO SABER QUE NOS GUSTA?

Estamos en este espacio temporal llamado vida, en el que aunque nos creemos dueños de ella, no tenemos ni la más remota idea cuanto puede ser su duración, además llegar a saberla nos podría llevar al hundimiento anímico o al desenfreno total. Que esta incertidumbre nos sirva para atesorar cada minuto que la tenemos.

Atesorar es disfrutar, es ser consciente, valorar; y aunque somos fisiológicamente muy parecidos por no decir iguales, nuestras almas vibran diferente ante el mismo estimulo, una persona escuchando la pequeña serenata de Mozart, puede sentir lo mismo que siento cuando escucho que empieza All You need is love de Los Beatles y puede que no pase en viceversa.

Van pasando los días y es sorprendente como somos iguales a ayer, pero completamente diferentes al mismo ser de hace cinco años, entonces los días no se nos pueden ir en la rutina y debemos hacer el trabajo mental y sensitivo de identificar que nos gusta, suena sencillísimo e irrebatible y aquí evoco al ahora comentarista deportivo Faryd Mondragón que cuando opina dice cosas muy obvias y despierta inmediatamente las redes con el #GraciasFaryd, pues bueno a veces siento que cuando uno dice “hay que saber que nos gusta” me merezco un #GraciasFaryd. Porque suena obvio pero no lo hacemos y dejamos que los días se nos pasen produciendo CO2.

El saber que me gusta, tenerlo identificado, me lleva a que voy a querer buscar que esos momentos pasen más seguido, y ese gusto va más allá del costo y el resultado de las cosas.

Creemos que eso nos va a costar más, que tiene un valor económico alto o llegamos a creer que como nos gusta el resultado va a ser siempre positivo y aquí lo empato con una de mis pasiones, podría decir personalmente que viajar, la música y el futbol son tres grandes pasiones, y me voy a detener en la tercera. El Futbol.

El futbol y yo tenemos una relación particular, aunque me encanta y recito formaciones de equipos que jugaron cuando yo no había nacido, cuando lo voy a practicar lo hago desastrosamente, en mi recuerdo hay dos goles oficiales en campeonatos de colegio y un penal fallado en una final en once. Ese es el palmarés, no hay más, sin embargo por algún motivo ese deporte representa un sentimiento para mi indescriptible, lo asocio a un acto de rebeldía, a sinfonía cuando se juega bien, a barrio y superación, ver como representa el sueño de hombres y mujeres que quisieron romper la red y unirse en un abrazo de gol y como en tiempos de tanta división resulta ser una de las pocas cosas que nos une.

En esa relación hace 29 años decidí ser aficionado a un equipo, con el que si hago un balance me ha dado más tristezas que alegrías, finales de copa perdidas, descensos y las terribles definiciones por penaltis en donde tengo un recuerdo positivo por decenas de frustraciones.

Sin embargo las veces que ha sido campeón y aquel 27 de noviembre de 2016 día que logro el ascenso, se han quedado en mi memoria llenándome de alegría, si, los escépticos dirán, son 11 desconocidos pateando un balón, pero logra despertar en mi emociones y eso somos los humanos emociones, es lo que nos diferencia de lo inerte, esa capacidad que un estímulo genere tantas sensaciones en nuestra vida.

Si es por satisfacer las ganas de sentirse campeón, se puede seguir a la Juventus que lleva 7 años siendo campeón en Italia o al Madrid que ha logrado 13 Champions, pero quien sigue a un equipo de futbol lo hace por un sentimiento que evoca su niñez que puede estar asociado al triunfo o a una tradición familiar. Sea cual sea su origen creo que no hay pasión más tolerante que la de un aficionado a su equipo.

Traigo este ejemplo que puede sonar frívolo, solo para ejemplarizar que buscar lo que nos gusta no significa que todo siempre va a estar bien, que va a tener reveces, dificultades, resultados inesperados, pero tenerlo en nuestra vida, si no nos hace mal y nos genera alegrías indescriptibles pues bienvenido, que no pase un día de la vida sin sentir emociones.