Por qué la Generación Z está a punto de cambiar el mundo de la empresa

Leí hace unos días que en Estados Unidos, concretamente en la cámara de representantes del estado de Florida, se ha elegido el primer congresista considerado de la Generación Z. La noticia me despertó la curiosidad: ¿Cuántas personas de la Generación Z tendremos ya en la plantilla de Qonto? Investigué un poco y el resultado no es nada despreciable, ya que un 22% de los empleados de nuestra compañía en España nacieron a partir de 1996.

En los últimos años se ha escrito mucha literatura alrededor de los Millennials, la generación de los nacidos en los 80 y primeros 90. Habiendo crecido con la eclosión de Internet y de las tecnologías digitales, estaban llamados a cambiar muchas de las formas de trabajar y de relacionarse en el mundo de los negocios. Y sí, estoy usando el pretérito porque es algo que en muchos aspectos ya ha pasado.

De hecho, los Millennials son -somos- el presente del mundo empresarial, de los negocios y del emprendimiento, incluso sus miembros más veteranos superan ya los 40 años. Los tiempos cambian, los debates caducan, y para analizar el futuro del mundo de la empresa hay que mirar más allá. La Generación Z pide paso.

A veces se habla de los nacidos en el siglo XXI con condescendencia e incluso enojo, algo que pasó también con los propios Millennials. Si de estos últimos se decía que eran poco comprometidos, narcisistas y mares de dudas, a los miembros de la Generación Z se los categoriza como mimados, blandos, se les acusa de dramatizar… Sin embargo, que los veteranos critiquen a los jóvenes por su forma de comportarse, ¿acaso no es algo que ocurre generación tras generación?

La realidad es que los primeros Zennials se están graduando en la universidad, muchos ya se han incorporado al mundo laboral e incluso algunos de ellos ya se han lanzado a emprender. En unos años, la generación más hiperdigitalizada de la historia estará marcando las pautas de consumo con sus defectos y sus virtudes.

Más allá de su supuesto carácter blandengue, esta joven generación presenta una serie de características que nos permiten adivinar hacia dónde nos encaminamos. Desde la infancia han vivido en un mundo que opera a una velocidad, escala y alcance muy superiores al del siglo pasado. Sus altas exigencias quizás no son fruto del síndrome del niño consentido, sino de las particularidades de la sociedad que ha sido puesta ante sus ojos. Y sus extravagancias tal vez no responden a una falta de valores fuertes, sino a la normalización de otros valores como la diversidad o la autenticidad, en un planeta ya plenamente globalizado.

Creo que las empresas debemos tomar nota de ello, y las que no lo hagan lo tendrán muy difícil para seguir siendo competitivas dentro de una década. Como proveedores de servicios debemos alcanzar cotas altísimas de eficiencia y calidad en nuestros productos digitales, ser rápidos y excelentes en cuanto a la atención al cliente y ofrecer precios acordes con el valor añadido que estemos ofreciendo a nuestros consumidores. Son los mínimos ante una generación que, de forma natural, exprime al máximo las potencialidades de lo digital.

Y no olvidemos tampoco que, como empleadores, los Zennials serán muy pronto nuestro principal objetivo. ¿Será la retención de talento joven uno de los grandes problemas de los próximos años? Probablemente sí, al menos para aquellas empresas que solo usan la sostenibilidad, la diversidad o la flexibilidad como herramientas de comunicación (en vez de integrarlas en sus valores más profundos) o para las grandes corporaciones que poseen infraestructuras tecnológicas donde es imposible integrar las últimas herramientas y aplicaciones y, por lo tanto, no pueden generar entornos digitales auténticamente colaborativos.

Lo veremos a lo largo de esta década y durante la próxima. Por mi parte, estoy seguro que la Generación Z hará grandes aportaciones tanto a nuestras vidas profesionales como a las empresas, las que ya existen y las que aún están por crearse. ¡Bienvenidos, Zennials!