¿Por qué la macroeconomía es distinta de la economía del hogar?
Seguramente han escuchado en varias ocasiones qué, cuando existe déficit fiscal en una economía, aún en contexto de recesión, se debe reducir el gasto público o incrementar los impuestos, ya que la macroeconomía funciona de la misma forma que en un hogar; una familia no puede gastar indefinidamente por encima de su nivel de ingreso.
Esto es una falacia, lo que funciona a nivel microeconómico (en este caso familiar), no funciona a nivel macroeconómico
¿Por qué sucede esto?
Si una familia reduce su nivel de gastos a los niveles de ingreso, o incluso a niveles menores, generará un excedente o superávit ya que, en general, no se verán afectados sus ingresos.
En cambio, si un Estado reduce su nivel de gasto, consecuentemente se reducirá su nivel de ingreso, regenerando el déficit fiscal que buscaba reducir. Menor gasto público tiende a reducir la demanda agregada y, por lo tanto, tiende a reducir la actividad económica. Menor actividad económica se traduce en menor recaudación, y la rueda vuelve a su lugar de inicio, el déficit continúa.
¿Cuál es la solución?
Quien suscribe sostiene que la mejor manera de generar estabilidad en las cuentas fiscales es encontrando un equilibrio. Por un lado, el gasto público debe elevar los niveles de demanda agregada hasta un punto planificado y conveniente para el contexto propuesto y, además, debe ser eficiente, no generando gastos innecesarios que pueden exceder la demanda y generar inflación.
¿Sirve o no sirve el déficit fiscal?
Es común, sobre todo en Argentina, el debate entre quienes piensan que nunca es conveniente el déficit y de quienes sostienen que en muchas ocasiones es justificado. Lo cierto es que ninguna de las dos posturas son ciertas, y todo depende de la capacidad ociosa de la economía.
Si existe capacidad ociosa, una política de déficit fiscal generará un incremento de la demanda agregada que aumentará la actividad económica, mientras que si no existe capacidad ociosa, el exceso de gasto público generará inflación, sin impacto positivo en la actividad económica.
Lic. Bruno Ferrero.