¿Por qué los errores se vuelven secretos?
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#CEOSDELFUTURO es el newsletter donde envío mis consejos y experiencias para quiénes están creciendo en su carrera como fundadores o directivos.
¿Por qué los errores se vuelven secretos?
¿Alguna vez te preguntaste por qué un error se transforma en un secreto?
Parece absurdo, ¿no?
Todos sabemos que los errores son parte de cualquier trabajo, pero en lugar de salir a la luz para ser resueltos, muchos terminan escondidos.
Y no, no es solo por miedo al jefe. Es mucho más profundo.
Primero, pensemos en lo que pasa por la cabeza de alguien que comete un error.
No ven un simple "me equivoqué". Ven un desastre épico. El error, que quizás era un detalle, crece en su mente como una avalancha.
Y claro, ¿quién quiere enfrentar algo que parece tan enorme? La mente siempre elige protegerse.
Segundo, está el miedo al juicio. "Van a pensar que soy un inútil", "¿Qué va a decir mi jefe?", "Si lo cuento, quedo como un tonto".
Ese temor no solo paraliza, sino que activa el instinto de supervivencia: esconder, callar, tapar. Si no lo ven, no existe, ¿no?
Tercero, el crítico interno. Ese pequeño verdugo mental que grita: "¡Sos un fracasado!".
Este no necesita ayuda del entorno, porque ya te hiciste el trabajo sucio de castigarte antes de que alguien más lo haga.
Y así, cada error no resuelto refuerza esa narrativa de que no somos suficientes.
Pero esperá, que hay más. Entramos al terreno del perfeccionismo: "Yo no puedo equivocarme".
Porque, claro, el estándar es que siempre salga todo bien. ¿Cómo se permite un líder cometer errores? Spoiler: se permite, pero nadie te lo enseña.
Y para cerrar el combo, tenemos el entorno. Un equipo que teme hablar de errores no lo hace porque sí.
Muchas veces es el contexto: un jefe que explota, colegas que señalan con el dedo, una cultura que premia la perfección y castiga la vulnerabilidad.
En ese ambiente, ¿quién se anima a levantar la mano y decir "me equivoqué"?
Ahora, hablemos en serio. ¿Cuáles son las consecuencias de esta cultura de esconder errores?
Fácil: errores que se repiten, costos ocultos, desconfianza, y lo peor, un equipo lleno de personas con miedo. Y un equipo con miedo nunca va a innovar ni crecer.
Entonces, ¿qué hacemos? Acá no va una solución de manual, sino mis pasos concretos:
1. Reconocé tus errores públicamente.
Si sos líder, empezá vos. Decí "me equivoqué" sin buscar excusas. Mostrá que es humano errar y que nadie pierde autoridad por admitirlo.
2. Premia al que señala un error.
En lugar de castigar al que lo cometió, agradecé a quien lo trajo a la luz. ¿Qué mensaje das? Que la transparencia vale más que el perfeccionismo.
3. Reformulá los errores como aprendizajes.
En lugar de preguntar "¿Quién falló?", preguntá "¿Qué aprendimos?". Cambiá la narrativa y poné el foco en mejorar, no en castigar.
4. Rompé el ciclo del perfeccionismo.
Celebrá los intentos, aunque no siempre sean exitosos. No es "fallaste", es "intentaste". Eso cambia el mindset de tu equipo.
5. Redefiní qué es un líder.
No es el que nunca se equivoca, sino el que sabe qué hacer después de errar. El que transforma el error en una oportunidad para inspirar confianza.
¿El resultado? Un equipo que confía, innova y colabora sin miedo.
Pero claro, esto no pasa de un día para el otro. Requiere trabajo, coherencia y, sobre todo, coraje de tu parte.
La pregunta incómoda para cerrar: ¿Qué estás haciendo vos para que tu equipo sienta que no puede equivocarse?
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