¿Qué es la gestión empresarial?
La gestión empresarial o management se define como el proceso que dirige y guía las operaciones de una organización para hacer realidad los objetivos establecidos. Es decir, esta área de actuación se encarga de organizar todos los recursos existentes para diseñar y poner en marcha acciones que permitan alcanzar las metas de la empresa.
“La gestión empresarial es el proceso de planear, organizar, integrar, direccionar y controlar los recursos (intelectuales, humanos, materiales, financieros, entre otros) de una organización, con el propósito de obtener el máximo beneficio o alcanzar sus objetivos”. Idalberto Chiavenato. Teoría General de la Administración.
Por tanto, es el corazón de cualquier negocio, y ahí radica su importancia; toda compañía, independientemente de su tamaño o del sector de actividad, necesita aplicar la gestión empresarial para ser competitiva y lograr el éxito. En este sentido, la gestión empresarial sería como el capitán de un barco, el director de una orquesta o el entrenador de un equipo de fútbol. Sin ellos, la nave flotaría, pero no llegaría a puerto; los instrumentos sonarían, pero de forma descompasada y sin melodía; el balón rodaría por el campo, pero le costaría entrar en la portería.
¿Para qué sirve el management?
Si la gestión empresarial es la encargada de poner los cimientos de las organizaciones, ¿de qué se encarga un manager? Te presentamos sus cuatro funciones principales:
¿Para qué sirve el management?
Si la gestión empresarial es la encargada de poner los cimientos de las organizaciones, ¿de qué se encarga un manager? Te presentamos sus cuatro funciones principales:
¿Por qué es tan importante la gestión empresarial?
Como puedes ver, el buen funcionamiento de una empresa o de un proyecto de emprendimiento va a depender de una correcta gestión empresarial. Por ejemplo, una compañía puede tener un capital millonario, pero quebrar porque este mismo se ha despilfarrado; o puede contar con los mejores perfiles laborales, pero ser superada por la competencia porque la dirección no ha sabido aprovechar su talento. Asimismo, una startup puede disponer de una idea innovadora, pero fracasar por no saber identificar las líneas de actuación más adecuadas.
Sin ir más lejos, según Emprenderalia, las causas más frecuentes del fracaso de una empresa están vinculadas a una mala gestión empresarial: la falta de planificación, errores de presupuesto, una ineficaz gestión financiera, inexistencia de estrategia de recursos humanos o ausencia de inversión en I+D+I.
De esta manera, la gestión de empresas permite, por un lado, diseñar las metas y establecer la estrategias que propicien el adecuado desarrollo y crecimiento de la empresa en sus diferentes áreas de forma transversal, al mismo tiempo que se asignan los recursos de forma eficiente, con el mínimo desperdicio y el menor coste posible, para que los objetivos se cumplan con excelencia. Y todo esto lo hace en un entorno cambiante, adaptando los planes a las nuevas necesidades de la organización.
No obstante, además, el management juega un papel muy importante en la creación de la cultura organizacional y la gestión del talento. De hecho, la gestión empresarial también actúa como impulsor de la motivación de la plantilla y, por tanto, dispara el rendimiento de los equipos. Es más, según el informe Return on Culture 2019, de Grant Thornton y Oxford Economics, las organizaciones con una cultura de empresa saludable tienen 1.5 veces más probabilidades de reportar un crecimiento de los ingresos promedio de más del 15%.
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¿Hacia dónde se dirige el management?
La gestión empresarial debe adaptarse a los nuevos tiempos. Y es que, como cualquier otra área de actividad, el management también debe tener en cuenta el contexto en el que actúa y así integrar las tendencias del mercado.
En este sentido, la digitalización y automatización de procesos se ha convertido en el mayor desafío de todas las organizaciones. De hecho, de acuerdo con encuestas de Project Management Institute, el 81% de los profesionales asegura que la transformación tecnológica está afectando a todos los niveles de las empresas de forma directa. De ahí que, como gerente, debes ser capaz de integrar la inteligencia artificial dentro de la compañía para hacer los procesos más eficientes y conseguir sobresalir frente a los competidores.
Asimismo, la gestión empresarial del siglo XXI necesita saber analizar las ingentes cantidades de datos a las que tienen acceso y hacerlo en tiempo real para poder reorientar las estrategias en el menor tiempo posible. Sin duda, se trata de algo muy importante, teniendo en cuenta el actual contexto de cambio, donde la flexibilidad y capacidad de adaptación debe formar parte del ADN de cualquier organización.
Con esto se desprende que los antiguos modelos lineales se han quedado atrás y deben convertirse en metodologías ágiles y reiterativas, donde la revisión sea constante con el fin de que se puedan subsanar los fallos o ajustar los proyectos sobre la marcha, sin dar tiempo a que los errores o cambios de rumbo del mercado sean advertidos demasiado tarde.
Por otro lado, el factor humano es otro de los ejes sobre los que debe girar la gestión empresarial del futuro. En un momento en el que se habla de la ‘Gran Dimisión’, un fenómeno que está generando las renuncias voluntarias de millones de trabajadores a sus empleos, la atracción y retención del talento se convierte en uno de los retos del management. Se trata de una gestión de los recursos humanos que debe estar caracterizada por la inteligencia emocional para poder conectar y empatizar con los empleados y así lograr que exploten todo su potencial dentro de la compañía.
Como puedes ver, el buen funcionamiento de una empresa o de un proyecto de emprendimiento va a depender de una correcta gestión empresarial. Por ejemplo, una compañía puede tener un capital millonario, pero quebrar porque este mismo se ha despilfarrado; o puede contar con los mejores perfiles laborales, pero ser superada por la competencia porque la dirección no ha sabido aprovechar su talento. Asimismo, una startup puede disponer de una idea innovadora, pero fracasar por no saber identificar las líneas de actuación más adecuadas.
Sin ir más lejos, según Emprenderalia, las causas más frecuentes del fracaso de una empresa están vinculadas a una mala gestión empresarial: la falta de planificación, errores de presupuesto, una ineficaz gestión financiera, inexistencia de estrategia de recursos humanos o ausencia de inversión en I+D+I.
De esta manera, la gestión de empresas permite, por un lado, diseñar las metas y establecer la estrategias que propicien el adecuado desarrollo y crecimiento de la empresa en sus diferentes áreas de forma transversal, al mismo tiempo que se asignan los recursos de forma eficiente, con el mínimo desperdicio y el menor coste posible, para que los objetivos se cumplan con excelencia. Y todo esto lo hace en un entorno cambiante, adaptando los planes a las nuevas necesidades de la organización.
No obstante, además, el management juega un papel muy importante en la creación de la cultura organizacional y la gestión del talento. De hecho, la gestión empresarial también actúa como impulsor de la motivación de la plantilla y, por tanto, dispara el rendimiento de los equipos. Es más, según el informe Return on Culture 2019, de Grant Thornton y Oxford Economics, las organizaciones con una cultura de empresa saludable tienen 1.5 veces más probabilidades de reportar un crecimiento de los ingresos promedio de más del 15%.
¿Hacia dónde se dirige el management?
La gestión empresarial debe adaptarse a los nuevos tiempos. Y es que, como cualquier otra área de actividad, el management también debe tener en cuenta el contexto en el que actúa y así integrar las tendencias del mercado.
En este sentido, la digitalización y automatización de procesos se ha convertido en el mayor desafío de todas las organizaciones. De hecho, de acuerdo con encuestas de Project Management Institute, el 81% de los profesionales asegura que la transformación tecnológica está afectando a todos los niveles de las empresas de forma directa. De ahí que, como gerente, debes ser capaz de integrar la inteligencia artificial dentro de la compañía para hacer los procesos más eficientes y conseguir sobresalir frente a los competidores.
Asimismo, la gestión empresarial del siglo XXI necesita saber analizar las ingentes cantidades de datos a las que tienen acceso y hacerlo en tiempo real para poder reorientar las estrategias en el menor tiempo posible. Sin duda, se trata de algo muy importante, teniendo en cuenta el actual contexto de cambio, donde la flexibilidad y capacidad de adaptación debe formar parte del ADN de cualquier organización.
Con esto se desprende que los antiguos modelos lineales se han quedado atrás y deben convertirse en metodologías ágiles y reiterativas, donde la revisión sea constante con el fin de que se puedan subsanar los fallos o ajustar los proyectos sobre la marcha, sin dar tiempo a que los errores o cambios de rumbo del mercado sean advertidos demasiado tarde.
Por otro lado, el factor humano es otro de los ejes sobre los que debe girar la gestión empresarial del futuro. En un momento en el que se habla de la ‘Gran Dimisión’, un fenómeno que está generando las renuncias voluntarias de millones de trabajadores a sus empleos, la atracción y retención del talento se convierte en uno de los retos del management. Se trata de una gestión de los recursos humanos que debe estar caracterizada por la inteligencia emocional para poder conectar y empatizar con los empleados y así lograr que exploten todo su potencial dentro de la compañía. lizar las ingentes cantidades de datos a las que tienen acceso y hacerlo en tiempo real para poder reorientar las estrategias en el menor tiempo posible. Sin duda, se trata de algo muy importante, teniendo en cuenta el actual contexto de cambio, donde la flexibilidad y capacidad de adaptación debe formar parte del ADN de cualquier organización.