¿Qué ves cuando me ves?

Hoy más que nunca estoy convencida de que la enseñanza es un arte, un oficio, un camino que se hace al andar.

En los últimos dos meses he pasado horas, muchas horas, no solamente dando clases sino visitando y mirando las de otros compañeros. Me gusta usar la palabra visitar o mirar y no observar. Creo en el poder de la palabra y en el efecto significante que tiene en los otros y en la construcción de la realidad. A nadie le gusta sentirse observado pero todos necesitamos de la mirada amorosa y humana de un otro que nos acompaña. Cuando pienso en el trabajo con otros colegas e incluso en mi propia práctica pienso en la mirada. En cómo nos miramos y miramos a otros que nos define no solamente como profesionales o como conductores sino también como seres humanos.

La manera en la que miramos a nuestros estudiantes y nuestros procesos de aprendizaje descubre los posibles caminos a seguir ¿Pero desde qué lugar y manera nos miramos como profesores?

¿Tenemos la mirada puesta en lo que es realmente importante? ¿Tenemos la mirada puesta en el otro y en aquello que le es relevante aprender?

En estas tantas horas de mirada compartida en la virtualidad he visto a grandes profesionales desarrollando sus talentos, trabajando incansablemente por entregar todo con empatía y pasión infinita. He aprendido cómo pueden tomarse distintos caminos y llegar de todas maneras a buen puerto. He visto cómo una palabra generosa invita a replantearse y repensar las estrategias. Cómo la reflexión compartida nos ayuda a pensarnos desde otras perspectivas.

La coyuntura tan particular que nos atraviesa nos ha forzado a reinventarnos y a repensar nuestras prácticas desde lugares que cada vez son menos foráneos y más certeros. Sin duda estamos incorporando nuevas técnicas y herramientas que nos enriquecen y nos interpelan desde nuestros paradigmas y nuestro saber hacer.

Hoy más que nunca creo firmemente que es sólo desde el encuentro y el mirarnos juntos, desde adentro hacia afuera y desde afuera hacia adentro, que iremos deconstruyendo y reconstruyendo nuestra identidad como docentes y nuestra integridad como mejores profesionales y sobre todo mejores seres humanos. Apostemos a mirarnos y a mirar a los otros, a elegir qué docentes queremos ser. Apostemos a que mirarnos a los ojos, aunque sea por ahora una luz en una pantalla, nos encienda ese brillo que nos conecte con el verdadero poder transformador de la construcción colectiva de saberes y haceres.

“Good teaching cannot be reduced to technique; good teaching comes from the identity and integrity of the teacher”    Parker Palmer