Realidad virtual en el aula: lo que aprendimos a partir un experimento con el IEEM
Los mundos virtuales son una opción prometedora para acercar el trabajo a distancia a una experiencia más natural. En el ámbito de la formación ejecutiva, pueden abrir oportunidades para expandir el aula al mundo entero, lo que permitiría la participación de profesionales y estudiantes de todas partes.
En este contexto, el IEEM se interesó por comparar dos experiencias de debate de casos: una llevada a cabo con realidad virtual (RV) y otra en formato tradicional (en persona). Para cumplir este objetivo, diseñamos un experimento en conjunto.
La iniciativa estuvo a cargo de Pablo Sartor, director de Operaciones y docente, y Valeria Fratocchi, docente del IEEM y PDD. Desde el equipo de Quantik Lab, que para esta experiencia integramos con Martín Píriz, llevamos adelante el asesoramiento y liderazgo técnico.
¿Cómo se llevó a cabo el experimento?
Se definieron dos breves casos para discutir, A y B. Se convocó a 18 participantes, 6 mujeres y 12 hombres, divididos en dos grupos de 9 personas (G1 y G2). Cada grupo discutió dos casos diferentes, uno en un entorno virtual (V) utilizando equipos Oculus Quest 2, y otro de manera presencial (P). Se crearon las siguientes combinaciones de grupo-caso-modalidad: G1-A-V, G1-B-P, G2-A-P, G2-B-V.
Las sesiones consistieron en debates que fueron grabados. Las métricas observadas fueron la cantidad de intervenciones y su duración, teniendo en cuenta las diferencias por género y modalidad de trabajo.
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¿Qué se observó durante y después de la experiencia?
En ambas modalidades (presencial y RV) hubo una distribución similar de tiempo e intervenciones entre profesores y participantes. Las intervenciones de los profesores representaron menos de la mitad del total, y la duración promedio de las intervenciones no varió significativamente entre los formatos.
En cuanto al género de los participantes, se observó que las mujeres hablaron en promedio más veces que los hombres, ocupando un porcentaje considerable del tiempo e intervenciones totales, a pesar de ser un 33% del total de participantes. Estos resultados se mantuvieron consistentes tanto en la discusión presencial como en la de la RV.
En cuanto a la composición etaria, el estudio encontró que el grupo G1 presentó una concordancia entre la edad promedio y la edad ponderada por tiempo de participación en ambas modalidades, mientras que en el G2, a pesar de una reducción en la edad promedio ponderada, la distribución fue similar en las dos modalidades. Los participantes más jóvenes tomaron más la palabra en ambos casos, tanto en la modalidad presencial como en la RV.
Resultados vs. expectativas
Contrario a nuestras expectativas, no encontramos diferencias notorias en aspectos relacionados con la fluidez de la discusión. Nuestras expectativas iniciales sugerían que el ritmo de alternancia entre los interlocutores sería mayor en el formato presencial, y que en la RV las intervenciones tendrían una duración promedio más extensa, lo que permitiría mayor expresión.
Sin embargo, esta experiencia nos ha llevado a replantearnos ciertos preconceptos que se tienen sobre el uso de la RV en la facilitación de interacciones, sobre todo cuando existen barreras físicas o logísticas en la presencialidad. Nos ha mostrado que debemos cuestionar y reconsiderar nuestras ideas preconcebidas en relación con el verdadero potencial de la RV para superar limitaciones físicas en la interacción humana.
Contrariamente a la creencia popular de que la RV impide la fluidez en la interacción humana, este estudio demuestra que no solo es capaz de imitar de manera eficaz el ambiente presencial, sino que además desafía la norma de género y edad. Así, en este entorno las mujeres y los jóvenes tuvieron más oportunidades de participar de forma activa, lo que nos lleva a cuestionar las expectativas preconcebidas y revela el potencial de la RV para democratizar el aula.