Seamos específicos al opinar sobre un diseño

Ser un diseñador gráfico implica, entre otras cosas, ponerse en los zapatos del otro para entender qué es lo que se necesita decir. Muchas veces cometemos el error de etiquetar un logotipo como malo o bueno sin saber qué cosas fueron las que llevaron a ese diseñador a desarrollarlo. Como yo lo veo, es mejor decir que cumple o no con los objetivos que le fueron asignados, así uno queda como más objetivo ante el reto de evaluar algo.

Mira este ejemplo: Dyslexic, es la fuente tipográfica que ves en la imagen de este escrito, fue creada para facilitar la lectura a quienes tienen dislexia. Su creador Christian Boer, quien desde pequeño fue diagnosticado con esta condición, se propuso como trabajo de fin de año diseñar la fuente Dyslexic.

Pues pasó lo que suele pasar, muchos etiquetaron negativamente su fuente. El afirma “Tuve profesores durante mi proyecto final, y algunos después, que dijeron que el tipo de letra rompía demasiadas reglas y parecía un desastre”. Como ves, el diseño no se puede catalogar como malo de entrada, sin saber para qué fue hecho porque con ello podemos estar cometiendo un error y quedamos como los tontos de la historia. 

El aporte de Boer a los disléxicos sin duda alguna habla de un buen diseño, porque resuelve de manera óptima un problema de comunicación.

Sabes de otras historias similares, cuéntala por aquí porque estoy ganada a la idea de apoyar a esos diseños que son más humanos, por un trato más humano del diseño

PD: si te interesa experimentar con esta fuente la pueden conseguir en la web dafonts.com, se llama open Dyslexic.

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