Seamos humanos altruistas, no máquinas productivas.
Quiero dejar claro al lector, que lo que está leyendo es mi opinión crítica, clara y desarrollada en base a lo que he vivido, estudiado, leído, meditado y conversado. Hago esta aclaratoria pues, muchos leen por crítica (y si lo haces, bienvenido también), y mi deseo es que se lea para reflexión.
Los humanos somos seres gregarios por naturaleza, nos sentimos bien cuando compartimos con otros. Incluso, aquellos que se enclaustran en su propio mundo, llegan a disfrutar de la compañía de otros en determinados momentos. Ese capital emocional que invertimos en otros o que otros invierten en nosotros nos hace ricos y emocionalmente estables.
Lamentablemente, el sistema económico en el que vivimos nos empuja más al aislamiento. Nos hace creer que el estar solos es bueno, siempre y cuando estemos en “modo producción”. Sí, ese estado en el que lo único que importa es cuánto estás haciendo para generar resultados tangibles y que se puedan traducir en dinero. Y aunque no lo creas, lo haces, lo hacemos de hecho, más veces de lo que creemos.
La explicación a lo antedicho es simple: toma tu celular, abre tu red social favorita (en mi caso Instagram) y comienza a mirar y mirar el tiempo que quieras. ¿Te parece humano lo que estás haciendo? En la naturaleza no existe nada parecido a esa conducta y considerando que tiene mucho menos de cincuenta millones de años, no es algo que se origine en nuestra genética. Más bien, estás siendo parte de una cadena de producción basada en el consumo de contenidos: eres, en ese momento, una máquina produciendo dinero para otros.
Y bueno, eso en sí no es malo, y deja de ser malo cuando lo haces de manera consciente y se convierte en algo bueno si le sacas provecho. Aún así, no es lo que le ocurre a la mayoría. La mayoría pierde la humanidad frente a esas actividades que nos desconectan de nosotros mismos en pro de la generación de un bien tangible para otros basado en información obtenida de nuestros gustos, intereses y necesidades.
Ahora bien, me pregunto ¿podemos cultivar gustos si estamos aislados? Y si es así ¿qué clase de gustos? ¿Somos realmente capaces de desarrollar intereses definidos partiendo de un aislamiento social cada vez mayor? O más bien, ¿si desarrollamos gustos e intereses pero de manera alienada y no en base a lo que somos nosotros mismos?
Este es un esquema cada vez más creciente (y peligroso para las mentas más jóvenes y plásticas) en las personas. Gustos e intereses construidos a partir de lo que otros hacen, dicen y quieren. Y eso no suele ser beneficioso, todo lo contrario. Sin embargo, ser consciente de ello nos permite ver la alternativa basada en el altruismo, ya que este nos permite vivir en conexión con otros. Conexiones interpersonales tangibles que nos permitan desarrollar intereses, gustos y habilidades significativas y sustanciosas.
Sólo por medio de ser consciente de que necesitamos a otros para desarrollarnos correctamente, para impactar la vida de otros y para poder alcanzar nuestras metas, es que podemos ser prósperos y felices.
No piense el lector que esto es utopía, que es muy lindo en la lectura pero difícil en la práctica. Es más sencillo de lo que parece. ¿Por qué en lugar de dar un like frío y distante a la foto de un desconocido, no saluda a su vecino que comparte con usted el ascensor varias veces a la semana? (no estoy diciendo que dar un like sea malo en sí, pero si que no es provechoso para nuestra humanidad). Ess triste decirlo, pero una escena de lo más común hoy día es la de dos personas compartiendo el elevador con sus mentes y vistas absortas en el celular, produciendo dinero para una empresa en lugar de decirse “hola ¿cómo está vecino?” y así estrechar o iniciar una relación.
Use sus talentos para compartir algo con los demás, no le cuesta nada y estará ganando, cuando menos, un rato interesante.
De cada uno de nosotros depende el que seamos más humanos o más máquinas. Pero dejo claro: el que seleccionemos el ser máquinas es un camino de infelicidad, pues no somos máquinas. No es estamos construidos en base a silicio y metales, somos seres de carbono y compuestos químicos que, poéticamente, llamamos “carne y hueso”. Racionales, emocionales, pero sobre todo emocionales y necesitamos estar conectados de manera duradera, palpable y significativamente con otros.
No se convierta en un animal de ganadería, en una fuente de datos cada vez menos valiosa, en un “commoditie”, sino en un ser humano rico en conexiones, rico en vivencias, rico en emociones y experiencia para compartir. Eso le dará sentido y le proporcionará verdadera felicidad.