Ser madre, profesional y atleta

Hace tiempo vengo pensando en los diversos nexos que existen entre el entrenamiento deportivo y situaciones de management que nos toca atravesar a quienes ocupamos puestos de liderazgo. También en cómo las mujeres congeniamos estos factores con nuestra vida social y familiar. La primera conclusión que saco es que, en esta suerte de malabares, todo lo que hago me sale naturalmente, no tengo que ponerme ningún disfraz. Mis hijos y mi marido saben que soy una apasionada en todos los ámbitos, son conscientes de que dejo lo mejor de mí en cada uno de los desafíos que se me presentan, y el deporte no es una excepción. Al contrario.

Volví a las pistas después de muchos años y estos últimos días de octubre me encuentran recién llegada de Mendoza, donde competí en el Nacional Atletismo Máster. Este viaje implicó tener que reordenar prioridades, delegar algunas cuestiones laborales, adelantar otras, organizar tareas de la casa y prepararme físicamente. También significó que algún finde por el cansancio del entrenamiento no haya podido ir a ver la práctica deportiva de mis chijos. Competir es sinónimo de pasar horas en el CeNARD, orden en la alimentación y otros esfuerzos que, cuando hacés algo que realmente te mueve, te cuestan pero lo valen.

Me pareció importante poder hablar este tema un día como hoy. Mientras disfruto con mis hijos, y trato de que sea en el fondo un domingo más, siento que hay pruebas irrefutables de que en el deporte y en todos los ámbitos hay un fenómeno que arrancó, está causando impacto y nos genera una responsabilidad enorme a cada una de nosotras: darle fuerza a este impulso y propagarlo.

A nivel deportivo lo vimos en los Panamericanos de este año, donde nuestra delegación tuvo una fuerte presencia de atletas mujeres que estuvieron en lo más alto del medallero. También fuimos testigos de otro hito: la creación de la Liga Profesional de Fútbol Femenino. Estos son solo algunos ejemplos de que las chicas estamos haciendo ruido. Tenemos que estar atentas a las oportunidades y animarnos.

Estas palabras que están leyendo son una excusa, apenas una invitación informal a todas las mujeres que por algún motivo u otro están dubitativas, que no saben por dónde arrancar, que se boicotean pensando que no les va a dar el tiempo. Es una invitación a que dejemos de postergar.

Podemos ser líderes, madres y destacarnos en lo deportivo. Para ello, tenemos que ser persistentes. Lo que no sale de primera, en algún momento cuaja, se acomoda, encuentra su ritmo. Y poner foco y domar la mente. Muchas veces es difícil: cuando voy a entrenar por lo general suelo frenar varias veces en la pista para chequear mi teléfono y esto me saca de la atmósfera de la carrera. Pero es la dinámica de entrenamiento que puedo sostener, porque quiero saber si algún asunto laboral urgente me requiere, o si mis hijos necesitan consultarme algo en ese momento.

Estas tres dimensiones (madre, profesional y atleta) conviven conmigo todos los días, y se conjugan de la manera que mejor puedo hacerlo. Y esa debería ser la vara con la que nos medimos en todo lo que hacemos. Hay una frase de mi abuelo que me guía y me empuja cuando siento que no puedo llegar a la meta: “Todo es posible, aún lo imposible, y si me dan tiempo, también el milagro”. Podemos hacer lo que tengamos ganas, sabiendo que eso implica aceptar retos que muchas veces nos quedarán incómodos, pero que cuando los miramos en perspectiva, los logros nos llenan de satisfacción. Vamos por ello. #DiaDeLaMadre