Si cada mexicano
Belisario Domínguez, Senador del Congreso de la Unión de México en 1913, es recordado por su gran capacidad de oratoria, por los importantes discursos contra Victoriano Huerta y por su afán de mover la conciencia de los mexicanos a través de sus escritos.
Hace muchos años, una de sus frases más célebres me ha acompañado y ha sido una brújula ciudadana. Hoy, desde la visión de mis ojos en el mundo quiero compartirla contigo.
En tiempos de amplia polarización y de profunda indiferencia, las y los ciudadanos del mundo necesitamos refrendar nuestro compromiso con el desarrollo de nuestras comunidades, con nuestro entorno, con nuestro país y con nuestro mundo. La realidad es que el futuro nos ha alcanzado y hoy, necesitamos estar conscientes de nuestra hipoteca social. Esa deuda que tenemos con nuestro prójimo, no es por un privilegio, es por reciprocidad, por agradecimiento.
En el mundo de la desigualdad, de la pobreza, de la guerra, se necesita una ciudadanía activa, responsable, propositiva, que esté dispuesta a trabajar, a compartir, a cuestionar, pero también a proponer.
Tanto en el ámbito corporativo como en las diferentes esferas de participación ciudadana, se necesita acción social. La suma de voluntades, de esfuerzos y de visiones para recomponer el rumbo.
De nada nos sirven las iniciativas vacías de responsabilidad social corporativa que solo simulan la práctica de la virtud (virtue signaling) si no logramos impactar positivamente a cada persona dentro de la organización. Si no logramos moverlos a la acción.
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Más allá de las filias y fobias políticas, las y los ciudadanos del mundo necesitamos paz, reconciliación, mirarnos nuevamente como humanos. En la medida en la que se retome la vía de la construcción en lugar de la destrucción, las deudas sociales se irán superando.
En ese sentido, un fenómeno de las sociedades del siglo XXI es la amplia polarización y la gran apatía. El problema es que los milenials y los centenials han crecido escuchando que las instituciones no sirven, que todo está mal y que la culpa de todo la tienen los gobiernos. Por eso los altos índices de abstencionismo y desinterés, por eso el sentimiento de "nadie me representa" y de "todos son iguales" que escuchamos repetidamente entre las nuevas generaciones.
Pero, sin lugar a dudas, la realidad es muy distinta. La responsabilidad no es de los gobiernos, es de los ciudadanos. Especialmente de aquellos que dejan las decisiones más importantes en manos de unos cuantos, de aquellos que prefieren abrazar la polarización en lugar de la tolerancia y la pluralidad. La baja participación ciudadana no sólo ha llevado al autoritarismo y al debilitamiento de la democracia, sino que ha llevado a la normalización de la violencia, a la falta de empatía y a la casi nula sensibilidad ante el dolor del otro.
Construir sociedades resilientes, sensibles y empáticas es urgente para reconstruir el tejido social y para empoderar a los grupos más vulnerables. Buscar el desarrollo de sociedades verdaderamente justas y equitativas comienza con acciones individuales, con la suma de voluntades y el trabajo de todos por igual.
El cambio de paradigma no está en los políticos, el cambio está en la ciudadanía. Como decía Belisario Domínguez: "si cada mexicano hiciera lo que le corresponde, la patria estaría salvada".
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6 mesesPues a tratar de eliminar el abstencionismo, dentro de nuestro círculo de influencia.
Marketing Engineer | Future of Business | Strategy · Innovation · Marketing | People Connector | Professional Board Member
7 mesessi cada mexicano hiciera lo que le corresponde, la patria estaría salvada. ciertísimo.