Si empiezas por lo más fácil, acabarás por lo más difícil
Lo hacíamos desde nuestra época de estudiantes. Teníamos un montón de cosas por repasar y deberes por hacer. Desde Dibujo a Matemáticas, pasando por Lengua o Sociales. Desde luego no empezábamos por los complejos ejercicios de Química que siempre nos resultaban tan difíciles. Cogíamos primero los sencillos problemas de la clase de Ética que siempre aprobábamos con nota.
Esto tenía un claro inconveniente: las horas pasaban muy rápido y con alegría dedicadas a hacer muy bien lo que nos gustaba y resultaba fácil, pero pronto se nos hacían las 9 de la noche. Ese era el momento de comenzar, ya sin fuerzas ni capacidad de concentración, con las páginas de la 298 a la 315 del libro de ejercicios de Matemáticas.
Procrastinábamos como hacemos ahora en el trabajo. Nos engañamos manteniéndonos ocupados haciendo las tareas más sencillas y de recompensa fácil. Pensamos que, de esa manera, nadie puede decirnos nada, estamos trabajando mucho.
Vamos postergando las tareas ingratas y con alta incertidumbre. Las sencillas las tenemos resueltas muy pronto. Que hay 10 pequeños errores que corregir, no hay problema, para mañana estarán resueltos todos. Que hay que lidiar con ese complejo problema que ya nos tuvo 3 días atascados con poco avance, quizás mejor la semana o el mes que viene, cuando tenga tiempo suficiente. El caso es que ese momento nunca llega y el cliente comienza a desesperar sin una resolución a su caso.
Si se trata de un proyecto en el que estamos trabajando, tardamos en abrir el melón de los asuntos serios, los que necesitan de análisis y revisión cuidadosos. Para el resto no hay problemas, comenzamos rápidos con ellos. Así entrenemos nuestro tiempo y nuestra conciencia. Después de todo estamos trabajando duro en el proyecto y sin tiempo que perder.
Para cuando ya no haya más remedio que atajar los problemas graves o las tareas complejas, ya se habrá consumido casi todo el tiempo del proyecto. Le habremos dicho además al manager que está finalizado al 90%. Al fin y al cabo, todas las tareas están resueltas (excepto esas dos o tres que estamos siempre evitando)
¿Y si vemos que en esas labores con alta incertidumbre había problemas escondidos? ¿Y si no podemos resolverlos? ¿Qué hacemos ahora con el presupuesto y el tiempo del proyecto consumidos?
Ataca los problemas desde el inicio. Nos producirá rechazo y nuestra mente tenderá a evitarlos. Tendremos que dar malas noticias y comunicar que nos enfrentamos a problemas. Tendremos que decir que solo llevamos un 10% del proyecto completado, cuando ya hace meses que comenzamos. Siempre será mejor esto que autoengañarnos, con avances irreales, comunicar un optimismo infundado, o lo que es peor, fracasar del todo.
Referencias:
- Quality Software Management: Systems Thinking de Gerald Weinberg.