Signos Vitales mayo 2023
Foto: La Tercera

Signos Vitales mayo 2023

Un resultado inverso al de la Convención

Pese a que el interés motivado por la votación del 7 de mayo es bajo, las elecciones siempre logran que la incertidumbre se mantenga hasta el final. Sin embargo, los pronósticos de todos los sectores tienden a coincidir en sus líneas más gruesas.

Lo que se espera es que las diferentes listas de derecha consigan, a lo menos, la mitad de los puestos disputados. Es la meta oficialmente aceptada por los distintos partidos, lo que quiere decir que -reservadamente- aspiran a más.

El resto de los votos lo obtendría la centroizquierda, con la lista oficial del gobierno alcanzando el doble de electos que los conseguidos por el bloque PPD, DC y PR. Eso es lo que se espera, cualquier diferencia significativa sería una auténtica sorpresa.

La atención de quienes se dedican a la actividad política no se encuentra en lo que estos números significan para el funcionamiento del futuro Consejo Constitucional.

Ya está muy instalado que esta instancia tiene que funcionar por amplios consensos, las diferencias son acotadas y la posibilidad de moverse fuera de los límites ya establecidos es casi nula. Cuando se inaugure el Consejo electo, la mayor parte de la Constitución ya estará escrita o en borrador.

Así que lo que se define no es el contenido de la futura Constitución, sino que las posibilidades de competir por la próxima Presidencia de la República y las ideas en torno a las cuales se producirá esta contienda.

Como lo que interesa es la tendencia, bastará con que Republicanos y el PDG tengan un desempeño sólido para que la centroderecha sienta que un sudor frío le recorre el cuerpo. No es necesario que estos nuevos partidos la superen en esta vuelta. Dado que existe voto obligatorio, serán los nuevos electores quienes definan la elección. Y cuando las encuestas detectan cansancio con la violencia y la delincuencia, una mayor propensión a apoyar medidas duras y una desilusión de la democracia como forma eficiente de gobierno, no sería de extrañar que los nuevos electores se movilizaran tras plataformas como las de Republicanos y el PDG que se sustentan precisamente en estas cuestiones. El problema es que, si el electorado se radicaliza, la derecha completa seguirá esa línea, porque en caso contrario la polarización la capitalizarán los nuevos referentes.

Esta es la incógnita más importante en este sector. Son escaramuzas de una batalla mayor.

Saltar al abordaje, pero hacia donde no se encuentra el Huáscar

Lo que se define en el lado oficialista es qué tanto puede girar el gobierno hacia una línea socialdemócrata, sin que sus coaliciones experimenten algún tipo de quiebre. Es el margen de maniobra disponible lo que está por definirse.

El gobierno está compuesto por dos coaliciones que difieren en sus estrategias. El grupo más radical es el que ha tenido que ceder terreno de manera creciente. La designación de Álvaro Elizalde en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia lo deja en claro por si alguien se había olvidado.

Gabriel Boric sabe que su gobierno es minoritario, que sólo puede conseguir que parte de su programa se implemente por la vía del acuerdo con la oposición y, para eso, necesita de operadores pragmáticos. Sin embargo, no debe olvidarse que Boric es el más moderado de la coalición de izquierda (Apruebo Dignidad), no el representante más de izquierda del conglomerado más moderado (Socialismo Democrático).

Por eso, mientras se tenga la ilusión de que las coaliciones tienen peso equivalente y las señales presidenciales de cariño hacia ambos lados se prodiguen con cierta igualdad de trato, todo seguirá bien. Pero eso se puede terminar. La izquierda más radical sabe que viene de una derrota en el plebiscito y que las reglas del juego que la favorecieron la vez anterior ya no están operando. Pero el retroceso siempre puede ser mayor al que sus dirigentes calculan y eso va a aumentar la tensión en el oficialismo a un nivel superior.

Aunque los demás puedan tener una opinión diferente, en Apruebo Dignidad se atribuirá un descenso muy pronunciado de su representación a un desvío de su compromiso programático. Sin decirlo, a Boric se le acusará de desertor, de preferir la seguridad del acuerdo transversal a los riesgos de la confrontación, de ser un Arturo Prat que salta al abordaje por el lado donde no está el Huáscar.

Por lo demás, el ambiente general ha venido cambiando en dirección a una conflictividad mayor.

Cruenta lucha de enanos por objetivos menores

El 1° de junio el presidente Boric realizará su cuenta a la nación. Es momento de mostrar logros, y cuando ellos no se relacionan con la gestión pública, tienen que ver con legislación aprobada.

Sin fuerza para imponer sus decisiones, el Ejecutivo depende de su capacidad de negociación. Ello explica el nombramiento de Álvaro Elizalde. Su incorporación en reemplazo por enfermedad de Ana Lya Uriarte elevó las expectativas oficialistas de facilitar las negociaciones con la derecha, pero si alguien esperó acuerdos expeditos se excedió en optimismo.

La oposición ha querido dejar claro que la capacidad de decidir sobre qué se aprueba en el Parlamento, depende de su voluntad, no de quien tenga delante. Además, el clima electoral se ha adelantado con la votación del 7 de mayo, por lo que el trabajo legislativo se ha hecho más lento a fin de no tomar decisiones que tengan costo electoral. Por eso el sexto retiro previsional se dejó para después.

Al mismo tiempo, a la derecha le interesa poner al gobierno a la defensiva, responsabilizándolo de los problemas nacionales de mayor impacto: seguridad y migración. De modo que polémicas de todo tipo, en particular las pequeñas y muy pequeñas están a la orden del día.

La oposición vuelve a recurrir a las interpelaciones, como en el caso de Carolina Tohá, la ministra del Interior, con lo cual pone al gobierno a la defensiva y lo obliga a dar explicaciones, antes de que Gabriel Boric entregue su cuenta pública.

De darse un buen resultado para los sectores moderados de gobierno y oposición, una agenda prioritaria para ambos será retomada con fuerza. En caso contrario, predominarán las disputas de escaso relieve. La aprobación de proyectos de ley no se detendrá, pero la conflictividad política de superficie será lo que predomine.

Lo que se aproxima no es una elección, sino una temporada electoral que continúa con la elección municipal y de gobernadores, donde los partidos se jugarán por entero. Por eso los micro conflictos no van a desaparecer y el número de púgiles de peso pluma aumentará. La anodina votación del domingo importa mucho y mayo nos recuerda que, una vez más, “se aproximan humos al norte”.

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