Silver Economy: residencias de mayores. Irresponsabilidad alarmista y destructiva

Tengo a la ministra de defensa Margarita Robles, por una de las voces más sensatas del actual gobierno, es más, de la actual clase política.

Su colaboración con los gobiernos de Felipe González (en Interior, con Belloch, en otros tiempos difíciles) y su habitual mesura, me hicieron confiar en ella como un aporte de sensatez en la gestión de la crisis sanitaria y social que vivimos.

Sin embargo, ayer, tuvo una salida de tono de todo punto irresponsable, a mi entender. La ministra de Defensa denunció en televisión que la UME ha visto centros con mayores «abandonados, cuando no muertos en camas».

Estas manifestaciones, en mi opinión, son inconcretas porque:

• No dicen cuántos difuntos fueron vistos, dónde fueron vistos, en cuántas residencias.
• No indica la causa, no dice nada concreto: ¿quizá un forense tiene que certificar el fallecimiento?, ¿quizá los empleados han decidido concentrarse en los vivos u otra urgencia puntual y están esperando al personal de la empresa funeraria?.

Desde mi punto de vista, hay que ser cauto respecto a este tipo de manifestaciones por varios motivos:

1. Pueden destruir un sector entero (al menos su credibilidad, generando ansiedad en usuarios y familiares), absolutamente necesario en esta crisis pero también cuando la vida vuelva a su ser.
2. No se puede generar, no ya desconfianza en “general”, sin dar datos, sino ALARMA SOCIAL. Esto genera desánimo, tristeza, miedo, incertidumbre, dudas terribles: terror, en definitiva, en los mayores sanos (un familiar mío, mi tía, que vive en una residencia de mayores tiene más posibilidades de tener una crisis coronaria o de otro tipo, por la ansiedad que por el Covid19: demasiadas noticias, demasiada alarma) y, aún mayor, en los que no lo están.
3. El sector geriátrico español está muy atomizado y hay de todo, como lo hay en el gremio de los abogados, la medicina, los fontaneros y los reparadores de estufas. Predomina, sin embargo, la profesionalidad, el buen hacer, el rigor y, por cierto, están auditados por las administraciones, con lupas de alta graduación que, precisamente, hacen que a veces se detecten, felizmente, mala prácticas que a todos nos alarman. Por excepcionales nos alarman, porque salen de la norma.

En mi opinión, es importante un poco de autocensura en medios de comunicación y clase política. Cualquiera que tenga un altavoz y posibilidad de influir debe, en estos tiempos, pensar dos veces el efecto de lo que dice y cómo lo dice.

Repito, lo que vengo apuntando... Si lo que vas a decir, no es más bello que el silencio, no lo vayas a decir. Esto decía una bella canción de los 90 de El último de la fila.