Sobre lo bello

Sobre lo bello

Decía Malcom de Chaazal que “El arte es la naturaleza acelerada de Dios al ralentí.” Cualquier expresión fraccionada de un tiempo que lleva y recuerda lo divino. Una excusa manchada de cultura que nos lleva a preguntar(nos) los “y sis” más pesados de la existencia. Un momento liviano, cuasi metafísico, en el que el frenesí de lo mundano, es frenado ante lo bello. Una hierofanía sacralizada que irrumpe en el caos de lo ordinario. En esa comparativa, una podría decir, que, ante el arte, se produce un fenómeno de cuarentena, que nos coloca en la retrospectiva del ser, y nos limpia del polvo de lo que fuimos, y un poco, todavía somos.

El arte, en cuanto que trascendente, representa la dicotomía en perspectiva ante la cual nos encontramos hoy día: El antes y el después de cuarentena. Siempre hay un antes y un después del arte. Como si de un marcador vital se tratase, como si partiese las aguas o dividiese, esencialmente, lo mundano y lo divino. Cuando el arte te encuentra, uno no vuelve a ser como era.

Dos velocidades del existir millenial, que producen un frenazo en la autopista del vivir, con derrape a quema ruedas y derivan en necesidad terapéutica, por la obligatoriedad de pasar tiempo a solas con lo que somos y pararnos ante la incertidumbre de lo que seremos. Y es que el arte era, y sigue siendo, antes de que la vida se cerrara a cal y canto, y todo tuviera que ser visto mediante codificaciones digitales o desde el dintel de las ventanas, taciturno.

 Los directos del museo D’Orsay en Instagram, en los que Monet responde a la insatisfacción crónica de las paredes blancas de mi cuarto, con curiosidad intelectiva, pero también con luz pictórica que me recuerda que sigue habiendo un Sol más allá del Led de mi flexo, y me ayuda a entender, que 6 minutos son más que suficientes para grabar, encapsulando las esenciales variaciones de la percepción de lo real. Un vals desacompasado a grandes trazos y pequeños ballets de nenúfares que explican la necesariedad de perspectiva, de alejarse dos pasos para entender, compositivamente hablando, los todos de lo bello.

Significado envuelto de significante armonioso, atmósfera lumínica y bulliciosa cromática que recuerdan, que ante el pesimismo del dolor y la debilidad humana hay salida. Aunque cuesten brochazos ácidos, todo pasará aunque pese y pronto, llegará la primavera.

Supongo que habrá belleza después de las mascarillas y de los respiradores. Un todo, pseudoimpresionista, en el que volvamos a ser. Quizás cambiados por los límites y los márgenes del dolor experimentado, pero entendiendo, la importancia y lo humano de una caricia un abrazo o un beso, que sin ser explícitamente arte, lo siguen siendo.

Michelle Bertorelli Narváez

Cooperación | Diplomacia | Desarrollo | Comercio Exterior | COR

4 años

Muy lindo!

Eliel Stofenmacher

VC Investor & Advisor | BBA & MA in Philosophy | Passionate about market-defining startups and tech that drive human progress

4 años

Absolute beauty, Rebeca Ortiz Mendieta

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