SOBREVIVIR A LA COMIDA CHATARRA - ALBERTO CORMILLOT
SOBREVIVIR A LA COMIDA CHATARRA POR ALBERTO CORMILLOT
También conocida como "comida basura", la comida chatarra se trata de un término usado para referirse a alimentos o preparaciones poco saludables o con escaso valor nutritivo debido a que:
Contiene altos niveles de calorías, grasas saturadas y trans, sal y/o azúcares.
Aporta una bajísima proporción de vitaminas, fibra y otras sustancias como antioxidantes y fitoquímicos, nutrientes indispensables para mantenerse sano.
Fácil de comprar y de consumir, la comida chatarra invade no sólo los locales de comida rápida sino, además, los quioscos, las góndolas de los supermercados y las máquinas expendedoras en todo tipo de establecimientos: desde hospitales hasta subtes y colegios. Por eso, si es de los que creen que sólo la ingiere cuando entra a un local de comida rápida, está equivocado, ya que dentro de esta categoría se incluye, por ejemplo:
La gaseosa común que compra todos los días para la cena.
Las papas fritas congeladas que le ahorran tiempo a la hora de cocinar.
Los snacks que agrega para una picada o el cumple de los chicos.
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Los panchos, la pizza y las empanadas del fin de semana.
Las golosinas y chocolates, las galletitas...
Entonces..., ¿Cuánta comida "chatarra" come por día? ¿Y sus hijos? Indudablemente la modernización trajo consigo avances positivos y de los otros. Entre estos últimos, la falta de tiempo para cocinar, la oferta de productos fáciles, rápidos y prácticos, la moda del delivery y de las comidas congeladas y los fast-food modificaron nuestros hábitos alimentarios.
La buena noticia es que cada vez es más accesible la información que le permita aprender a elegir y sacar el mejor provecho, incluso, de estos avances. Porque en definitiva esta comida no está "prohibida", sino que debe ocupar otro lugar dentro de la alimentación; es decir: dejar de ser la primera elección y pasar a ser un gusto que puede darse de vez en cuando.
También es importante que sepa que un estudio realizado por el Instituto de Investigación The Scripps, en California -USA-, descubrió que comer compulsivamente comida chatarra puede tener un componente adictivo como el tabaquismo. Los expertos comprobaron que durante el consumo de este tipo de alimentos se activan las mismas zonas del cerebro que cuando alguien es adicto a una droga, y que en ambos casos ocurre un progresivo deterioro en los circuitos cerebrales de la recompensa. ¿Qué significa? En el caso de la obesidad, la persona ingiere comida chatarra para compensar la falta de placer que siente, pero a medida que lo hace la respuesta de placer desencadenada en el cerebro se va reduciendo, por lo que debe aumentar las cantidades, y así termina perdiendo el control de su comportamiento alimentario.
Otra investigación estadounidense reveló que la industria alimentaria conoce profundamente este circuito y sus consecuencias y elabora preparaciones potencialmente adictivas para incrementar sus ingresos. Tanto es así que en un artículo publicado en "The Sunday Times", se afirma que "hay snacks, cereales y comidas preparadas ideadas por científicos en alimentos que pueden actuar en los centros de gratificación del cerebro como el tabaco, y los fabricantes están buscando disparar un 'punto de éxtasis' cuando se coman ciertos productos para que aumenten el deseo de comer más". Para David Kessler, ex director de la Administración de Alimentos y Drogas (FDA), "el problema real es que hemos creado un mundo donde la comida está siempre disponible y elaborada para hacer que uno quiera seguir comiendo. Para millones de personas la comida moderna simplemente es imposible de resistir [...] miles de alimentos modernos han sido manipulados para estimular las sensaciones de placer".
Como ve, biológicamente nuestro circuito de recompensa es compartido tanto por estímulos naturales (comida y sexo) como artificiales (drogas de adicción), lo cual podría explicar por qué las recompensas naturales podrían volverse adictivas (muchos obesos se "automedican" con comida ante cuadros afectivos), Sin embargo, esto no es todo: el exceso de grasas y azúcares sobreestimula al centro de recompensa y lo hace vivir necesitándolos... ¡en demasía! El problema, entonces, no sólo reside en nuestro cerebro (algo que estamos lejos de poder modificar). El verdadero problema es que aquellos que satisfacen su necesidad de placer de manos de comida chatarra están entrando en un peligroso círculo vicioso: comer más para sentirse mejor y a medida que esto pasa empeora la salud. ¿La solución? Si no puede ser moderado, deberá decirle no a la comida chatarra al menos hasta que encuentre otros placeres que le permitan reemplazar a la comida. Esa búsqueda, estimado lector, es muy personal, pero altamente gratificante.