Somos bárbaros
De alguna forma habría que recurrir a la psicología social a fin de corroborar la creencia de que desgastamos nuestra vida presente esperando el mañana. Un mañana que será promisorio ya que, en última instancia,
"somos un país muy rico que sólo está pasando un mal momento por circunstancias que nos son ajenas".
Que entre un extranjero y un argentino habrá siempre una diferencia fundamental. El extranjero sabrá el repertorio invariable de sus actos. Su vida estará ligada a su oficio o profesión. Estará orgulloso de ella y tratará de perfeccionarse para ser mejor. El argentino, por el contrario, separará su existencialidad de su trabajo y su vocación será un querer ser postergado. Tendrá 20 años en un ministerio u oficio y siempre esperará ser lo que tiene que ser para tirar todo por la borda y vivir su vida. No hay muchos argentinos que no tengamos más o menos reservadamente una gran idea, proyecto o invento, que nos parará para siempre. Y si esto es así ¿para qué esforzarnos ahora?
Que quizás la arrogancia empresaria que caracteriza a algunas de nuestras empresas no sea más que la expresión económica de una "viveza criolla" generalizada que debe distinguirse de la "picardía" porque, a diferencia del pícaro, el vivo nace rico. Es tan mimado que experimenta un desconocimiento real de cuanto lo rodea y entonces espera tratos privilegiados pensando que el mundo sólo está hecho para él. Por eso acusa a la sociedad si no se entrega a sus caprichos y mira todo lo ajeno con el descreimiento crónico del "no va andar"
Que la viveza teme que descubran su incapacidad y compensa sobrando; "si yo te lo digo", "los tengo de hijos", siempre inseguro y protegiéndose con actitudes piolas que hasta le impiden el humor . Alguien patina por pisar una cáscara. Si tiene humor se ríe de su estupidez, si tiene "viveza" culpa a los zapatos, a la municipalidad por no limpiar las veredas o a la secretaría de comercio exterior por permitir la importación de bananas.
Que quizás, entonces, el problema es esa viveza criolla que nos surge innatamente a partir de la abundancia inicial. Que los argentinos no pensamos desde la necesidad sino desde la satisfacción. Desde la riqueza de recursos naturales que nos hacen creer que no tenemos que hacer nada porque somos únicos y ya estamos de vuelta de todo. Lástima que como dice Roberto Favelecic:
Si nos convencieron de que éramos ricos, quien se llevó mi parte