Somos Recursos Humanos o Humanos con Recursos?
Thomas Eckschmidt, Fundador del movimiento Capitalismo Consciente en Latinoamérica y coautor de Conscious Capitalism Field Guide (Harvard) y acompaña a mas de 1.200 Consultores Certificados Capitalistas Conscientes.
Desde el comienzo de la existencia humana, siempre se nos ha reconocido por los recursos que aportamos. Recursos o talentos, como llamamos a la contribución de cada persona a su ecosistema, tribu o equipo. Estas contribuciones han sido fundamentales para dar forma a las sociedades humanas y fomentar la cooperación y el apoyo mutuo.
En el principio de los tiempos, cuando trabajábamos duro solo para sobrevivir, cuando vivíamos en cuevas, estos recursos o talentos se aportaban a nuestra tribu. Estas contribuciones eran vitales para la supervivencia, desde la caza y la recolección hasta la fabricación de herramientas y refugios. Después de que la supervivencia se volvió más fácil, entramos en la era de los artesanos, donde nuestros recursos se tradujeron en una contribución a nuestra comunidad, que a menudo se reflejaba en nuestro apellido. Por ejemplo, mis antepasados eran herreros. En algún momento, se establecieron en una esquina de la calle y se los conoció como el herrero de la esquina. Esta transición marcó el comienzo de roles sociales más complejos y el reconocimiento de las habilidades individuales.
Hace poco más de 200 años, comenzó la revolución industrial, que reconoció el potencial de maximizar los recursos, incluidos los recursos humanos. Incluso creamos una medida para poner precio a esta nueva mercancía llamada Recursos Humanos: la medida del desempleo. Cuanto mayor es la tasa de desempleo, menos vale el recurso humano; cuanto menor es la tasa de desempleo, más valor tiene el recurso humano. Esta era introdujo cambios significativos en la dinámica laboral y en la valoración económica del esfuerzo humano.
La revolución industrial nos categorizó y nos invitó a pensar en lo que queremos ser cuando crezcamos, y podíamos ser cualquier cosa, siempre y cuando el individuo eligiera una de las opciones dentro de la lista de Recursos Humanos aprobada por el Ministerio de Educación. Esto marcó el inicio de los sistemas de educación formal diseñados para encajar a los individuos en roles predefinidos dentro de la fuerza laboral.
En ese momento, el Gobierno se puso de acuerdo con la Iniciativa Propuesta para Mercantilizar a los Seres Humanos y comenzó a medir oficialmente la disponibilidad de este recurso. Esta mercantilización llevó al establecimiento de diversas métricas y políticas enfocadas en la fuerza laboral como un recurso económico vital.
Hoy, las empresas se quejan de lo que ellas mismas crearon, en connivencia con los gobiernos. Los líderes empresariales se quejan de la falta de recursos humanos calificados, pero no quieren comprometerse a rediseñar las calificaciones que necesitan. Los gobiernos tienen una inercia extraordinaria y nada avanza nunca. Esta inercia pone de relieve los retos de adaptación a las demandas cambiantes de la fuerza de trabajo moderna y la renuencia a innovar en los sistemas educativos y de formación.
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Una cosa ha avanzado: reconocer la importancia de los Recursos Humanos en una organización; cambiamos los criterios contables; pasó de la cuenta de resultados a un Activo: el Capital Humano. Mejor que antes, pero todavía depreciable y pierde valor con el tiempo, y finalmente debe descartarse al final de su vida útil. Este cambio representa un reconocimiento parcial del valor de las contribuciones humanas, pero aún se queda corto en apreciar plenamente el valor intrínseco y dinámico de los individuos.
Necesitamos reconocer que los seres humanos son una fuente infinita de ideas, amor y creatividad. Necesitamos dejar de ser y tratar recursos humanos y comenzar a reconocer a los humanos y sus recursos. Este cambio de paradigma requiere ver a los individuos como los valiosos creadores que son, capaces de innovación y contribución ilimitadas.
Somos humanos con recursos y cuanto más claros estemos al respecto, más permitiremos que los talentos de cada persona florezcan y generen prosperidad. Reconocer el potencial único de cada persona y fomentar entornos que fomenten estos talentos puede conducir a avances sin precedentes en diversos campos.
Deja de ser un recurso humano y reconoce que eres un humano con recursos. Cuando hagas esto, dejarás de ser pasivo y esperar un trabajo que pueda aplicar los recursos humanos, y verás que el mundo tiene infinitas posibilidades de trabajo, emprendimiento y resolución de problemas para mejorar la vida y el bienestar de cada persona y de quienes nos rodean. Esta mentalidad abre un mundo de oportunidades para la resolución creativa de problemas y las iniciativas empresariales.
Reconoce los talentos y recursos que tú, como HUMANO, aportas y ofreces al mundo. Al adoptar esta visión, podemos transformar las sociedades, las economías y nuestras propias vidas, lo que nos lleva a una existencia más plena y próspera.
Referencias:
Cuando reconocemos que todos somos lideres, dejamos de ser recursos y passamos a ser una fuente de talento