Somos tan buenos como nuestros hábitos y distracciones

Somos tan buenos como nuestros hábitos y distracciones

Por: Ricardo Villarreal


"Así como un pedazo de tierra tiene que ser preparado de antemano para alimentar las semillas, asimismo la mente del humano tiene que ser preparada en hábitos para lograr las cosas correctas". Aristóteles

 

Muchos de nosotros conocemos de primera mano los talentos que tenemos. Algunos nos gusta escribir, diseñar, pintar o muchas otras actividades; las cuales desarrolladas con consistencia podrían convertirse en fuente de gran satisfacción y hasta ingresos económicos; ni que decir de aportes a la sociedad en que vivimos.

 

Malcom Gladwell en su libro “The Tipping Point” nos recordó varios ejemplos del concepto de las 10,000 horas de práctica, y es que cualquier persona puede convertirse en un maestro dedicando esa cantidad de tiempo a desarrollar una habilidad básica. Ejemplos de esto están en las familias, los deportes y los negocios; tal como Bill Gates quien de adolescente pasó innumerables horas en el centro de cómputo programando una computadora de tarjetas perforadas; habilidad que años después le llevó a liderar los mejores programadores hasta crear la empresa de aplicaciones más grande y rentable del mundo: Microsoft. 

 

¿Entonces, si un talento puede convertirse en una gran destreza al cultivarse lo suficiente, por qué vivimos recriminándonos durante una vida el no haber hecho nada con estos talentos? Una amiga decía años después de su último intento de aprender a tocar la guitarra en un tono lacónico ... "Siempre quise aprender guitarra y tocar para mis amigos ... ".

 

La respuesta a esta pregunta está en las distracciones; definidas como todas aquellas actividades que hacemos y nos alejan de nuestras metas. Según el Dr. Edward E. Hallowell en su libro "Delivered from Distraction", las personas muy distraídas tienden a ser cálidos, creativos, flexibles, leales, innovadores y muy trabajadores; sin embargo, los problemas auto-generados por sus distracciones pueden ser tan severos que estas cualidades positivas nunca ganan la expresión completa o el reconocimiento. Las cualidades negativas pueden ser tan tóxicas y autodestructivas que las fuerzas se desperdician.

 

La raza humana ha sido muchas veces definida como animales predominantemente sociales; y esto porque cientos de miles de años atrás nuestros ancestros primitivos desarrollaron agrupaciones sociales complejas y para tener éxito en esta crucial tarea el cerebro creo las neuronas espejo; las cuales se usan para imitar a otros a su alrededor y también para imaginar y tomar decisiones con base a lo que otros podrían pensar y sentir. Esta forma de empatía, en una sociedad previa al vocabulario, produjo un gran avance en la cooperación - factor clave de éxito evolutivo de la raza humana.

 

Pero esta característica de nuestra conciencia muchas veces nos lleva a imitar tanto buenos hábitos como malos, llevándonos a actividades que nos distraen y nos dejan fuera de la línea de meta y sueños en muchas ocasiones. Existen innumerables estudios que lo demuestran, y uno de ellos muestra una comunidad donde un grupo reducido de miembros tira basura de la calle, lo cual lleva a que el resto de los miembros lo hagan de forma pública.  La conclusión es que la presión social es tan grande que producirá que hasta comportamientos entendidos por muchos como malos se vuelvan aceptados.

 

Existen estimados que los efectos causados por las distracciones serán responsables de la pérdida del 0.5% del PIB mundial, lo cual para todo propósito es una calamidad de proporciones es catastróficas! Millones de millones de recursos perdidos en juegos de vídeo, redes sociales y todo aquello que nos aleja de nuestras metas.

 

En el ámbito empresarial, un trabajador distraído es uno al cual le cuesta cumplir sus metas más allá del resto de sus compañeros o le es imposible lograrlas porque está dedicando tiempo a actividades que lo alejan de lo importante. La palabra moderna para esto es procrastinar, bien podrían ser redes sociales, hablar en exceso en su entorno, mantener sesiones de chat o hasta jugar en el celular; todas actividades sin valor para el logro de un resultado esperado. Un trabajador improductivo por procrastinación es un imán para un grupo trabajadores con buenos hábitos laborales, y esto se da por la Ley del Dictado Social, en la cual el grupo social se acatará a estas costumbres muchas veces sin mediar conciencia de esto.

 

En la lectura obligada para el tema de los hábitos, el libro “The Power of Habit” de Charles Duhigg, se nos presenta un marco de trabajo para el cambio de hábitos; aclarándose que no es ni rápido ni fácil, pero que con tiempo y esfuerzo los hábitos definitivamente podrán ser reformados. Este marco de trabajo consta de los siguientes cuatro pasos:

 

1. Identifique la rutina: todo hábito tiene una secuencia de tres partes: la señal, la rutina y el premio. Para entender nuestros hábitos debemos entender estos componentes en secuencia. Si existe un hábito de mirar frecuentemente la pantalla del celular para ver mensajes de texto debemos identificar la señal. Esta es generalmente un sonido o una luz están hechas para producir este hábito. Luego de accionar sobre esto sería importante preguntarnos por qué se produce esto; ¿es aburrimiento?, ¿es poco interesante nuestro empleo?, ¿existen problemas sin resolver en el ámbito personal?, etc. ¿Cuál es el premio detrás de verificar frecuentemente el celular?, ¿es el cambio de ambiente mental?, ¿o son deseos de socializar con otros?

 

2. Experimente con premios: una buena cantidad de los antojos, típicos hábitos, son obvios cuando se miran desde fuera, pero difíciles de entender cuando se está bajo su influencia. Si se encuentra que el hábito de verificar el celular es muy fuerte, ya sea por leer mensajes de texto, noticias o ver si ya llegaron los premios del “Candy Crush”; y el motivo de esto es un trabajo aburrido entonces sería buena idea encarar la situación y preparar una lista de actividades en las cuales podamos cumplir la tarea de entrar en contacto con otros; lo cual con frecuencia es un dínamo para activar nuestra atención. Otro truco muy efectivo es que luego de realizar la actividad de reemplazo del hábito, como el mencionada anteriormente, se recomiendan dos cosas: anotar en tres papeles diferentes las emociones, pensamientos aleatorios o reflexiones que describan como lo sentimos y ajustar una alarma de 15 minutos para evaluar el estado del antojo. La importancia de este proceso es que al anotar estas tres palabras nos forzamos a tener un momento de autoconocimiento sobre lo que sentimos y lográndose así un momento de atención y también recapitular lo que se pensaba en ese momento. El recordatorio de 15 minutos nos permite evaluar si no luego de completado la actividad reemplazo del antojo aún tenemos ese deseo, lo cual indica la efectividad de la solución. Si en lugar de comernos una galleta del refrigerador y amamos a alguien para conversar y entretenernos, pasados los 15 minutos sabremos si aún te busca desde el dulce de la galleta o si El aburrimiento era legítimo mente lo que nos hacía buscar una galleta. Ya que hemos logrado identificar la rutina y el premio podemos entonces pasar a identificar la señal.

 

3. Aísle la señal: esta es la actividad más difícil de este proceso ya que con frecuencia hay mucho ruido como para detectar rápidamente cuál es la señal que produce que el hábito surja. Por ejemplo, ¿qué hace que doblemos a la izquierda por error cuando salimos de nuestra casa pensando que íbamos al trabajo cuando en realidad queríamos ir hacia el centro comercial? La respuesta es un hábito, una rutina. ¿La pregunta entonces es que disparó el hábito?, ¿fue el letrero?, ¿fue el árbol que esta frente a su casa?, ¿fue la música en la radio? Una Buena idea tomada del libro "The Power Of Habit" del doctor Charles Duhigg es mirar en cinco categorías: ubicación, momento, estado emocional, otras personas y la acción inmediatamente precedente. Si hacemos una secuencia de tres a cinco días de tomar nota de estas cinco categorías con toda seguridad dispara el hábito.

 

4. Prepare un plan: una vez que se ha definido la secuencia, se ha identificado la señal que dispara el comportamiento y el premio; podemos diseñar un para el hábito que queremos sustituir; con una mejor rutina, al detectar la señal y escogemos un premio nuevo para el comportamiento deseado.

 

Cambiar ciertos hábitos muy arraigados es muy difícil, toma voluntad, tiempo y requerirá utilizar un proceso como el explicado y se debe considerar que habrán experimentos, pruebas y fallas, pero tan pronto entendemos cómo opera el hábito (señal, rutina y hábito) podemos ganar poder sobre este. 


Si ese es uno de esos hábitos que limita nuestra capacidad de hacer cosas maravillosas como conectar con amigos, escribir artículos, practicar algún deporte o la aplicación de algún talento recesivo que tenemos, será un gran triunfo personal y una gran historia para contar a nuestros hijos. Vamos a luchar contra las distracciones.

Rosabel Henriquez

Head of IT Risk and Information Security at BICSA Panama

6 años

Ricardo, muy interesante tu artículo. Voy a compartirlo. Es verdad que las rutinas, van generando hábitos y es muy difícil dejar "los malos". Toma mucho esfuerzo y determinación.

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