¿SOMOS UNIVERSO CONSCIENTE DE SÍ MISMO?

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Desde Oriente nos viene la idea de que somos un vehículo, un medio para que el universo se experimente a sí mismo. La vida como una especie de magnífico juego de realidad virtual en el que todos los jugadores son uno solo.

El filósofo Alan Watts (1915-1973), nos remite a esa profunda comprensión de identidad entre el hombre y el universo, entre la multiplicidad y la unidad. No hay división entre el hombre y la naturaleza, más que la que cada uno de nosotros construye en su mente. En sus palabras:

“¿Cuál es la diferencia esencial entre el mundo del hombre y el mundo de la naturaleza? Yo soy parte de la naturaleza. Soy, de alguna forma, una de las células en este inmenso universo, que no puedo entender, como la parte no puede entender al todo. Y al mismo tiempo no me siento, como muchas personas sienten, un extraño en ese mundo, sus formas estéticas de alguna manera me agradan más que las que producen los hombres…”

“De igual forma que una flor es una florescencia de todo el campo, me siento como una “humanización” de todo el universo. En otras palabras, parezco ser, como todo lo demás, un centro —un tipo de vórtice— en el que toda la energía del universo se realiza, toma vida. Una especie de medio a través del cual todo el universo se vuelve consciente de sí mismo.”

Decía el astrofísico Carl Sagan (1934-1996):

“El cosmos también está dentro de nosotros, estamos hechos de la misma sustancia que las estrellas. Somos una forma en la que el cosmos se conoce a sí mismo”.

David Bohm ideó el concepto de “totalidad implicada”, en el que postula que la naturaleza del universo es holográfica y que la realidad primordial, a la manera de Schopenhauer, es la conciencia.[1]

El místico indio Sri Aurobindo, lo resume así:

“Preguntas cuál es el principio de todo esto: Y es esto…La existencia que se multiplicó por sí misma por el puro deleite de ser se proyectó en trillones de seres para que pudiera encontrarse a sí misma.”

Imagina que eres tú y yo y todas las personas del mundo, todos los animales, todas las plantas, todas las piedras y todas las estrellas somos uno, manifestaciones de una única realidad que vivimos extrañas y maravillosas aventuras, algunas de las cuales son terribles y atemorizantes.

La unidad vislumbrada parece ser la gran joya mística de los eones, “la ola del tamaño del mar”, la perla de Indra que refleja todas las otras perlas, el loto de mil pétalos, el ave fractal o el Aleph[2] que integra la visión holográfica: todo el universo yace en cada punto. Parece cumplirse la noción brahmánica de que somos una forma para que el universo se conozca o se experimente a sí mismo.

Esta visión implica que la muerte simplemente no existe. Es una ilusión que surge en la mente de las personas, porque la gente se identifica con su cuerpo. Creen que el cuerpo morirá tarde o temprano, pensando que su conciencia desaparecerá también. De hecho, la conciencia existe fuera de las limitaciones del tiempo y el espacio y es capaz de estar en cualquier lugar: en el cuerpo humano y fuera de él.

El desarrollo exponencial de la tecnología ha llevado recientemente al científico Raymond Kurzweil (1948), especializado en ciencias de la computación y en inteligencia artificial, a afirmar en su libro “La era de las máquinas espirituales” que si, según su pronóstico, a lo largo del siglo XXI fuese posible la creación de computadoras más sofisticadas que nuestro propio cerebro, estas serían conscientes y capaces de alojar nuestro estado neuronal, dando así lugar a una copia virtual o real e inmortal de nosotros mismos.

Como plantea José C. Elías en su blog ELIAX:

“Muchos no entienden bien las repercusiones de nuestra identidad con el universo. Sucede, que desde que tomamos consciencia de nuestra existencia (se estima que aproximadamente unos 100.000 años), siempre nos hemos considerado como una entidad distinta del resto del universo, en el sentido de que pensamos de todo lo que vemos como lo que está "afuera" de nuestros cuerpos y mentes es algo independiente de nosotros mismos. Pero lo cierto es, que nada pudiese estar más lejos de la realidad... Somos parte del Todo. Somos parte del paquete completo, y eso tiene al menos una alucinante repercusión de la cual estoy seguro la mayoría de las personas no están consciente: El universo está consciente de sí mismo. Piensen y ponderen lo que acabo de escribir. El universo está consciente de sí mismo. Y está consciente de sí mismo a través de cada uno de nosotros...El universo no es diferente a lo que existe en él. Cada uno de nosotros es universo consciente de sí mismo. Somos realmente parte del proceso del Universo de comprenderse a sí mismo desde la perspectiva de aquello en lo que se ha convertido.”

[1] Conciencia en el contexto de este artículo no es sinónimo de conSciencia. La segunda desde una perspectiva filosófica supone un observador, la primera no. Conciencia implica un estado de mente vacío de contenido, como el que se da en la meditación contemplativa, conciencia no dual que ES, SABE y PUEDE sin necesidad de razonamientos, como por ejemplo la que tenemos de existir. ConSciencia, implica separación entre el observador y lo observado. La conSciencia envuelve dualismo: el YO que se percata y aquello de lo que se percata. En el planeta tierra aparentemente sólo los seres humanos somos auto-conScientes. Los animales en mayor o menor grado son conScientes, pues se percatan y reaccionan a su organismo y a su entorno, pero no son auto-conScientes pues no se perciben a sí mismos y por ello no conocen que conocen. La conciencia y posiblemente la consciencia en los animales es MONISTA, la auto-conSciencia DUAL: el perceptor y lo percibido.

[2] El Aleph es quizás el libro de cuentos más representativo del escritor argentino Jorge Luis Borges. Fue publicado en 1949, y reeditado por el autor en 1974. Sus textos hacen uso de una infinidad de fuentes y bibliografías, y mediante ellas reconstruye los mitos y las metáforas de la tradición literaria universal. Se trata de una serie de eventos u objetos inverosímiles, enmarcados en un ambiente realista que sirviera para resaltar su condición milagrosa. Los cuentos de El Aleph revelan grietas en la lógica de la realidad.





COMO DESARROLLAR CONCIENCIA ESPIRITUAL Con el patinete eléctrico 1- velocidad aconsejable 20 kms 2- aceleraciones suaves y progresivas, igual máxima comodidad y seguridad 3- ceder el paso a todos los peatones posibles en tú trayecto, igual a máximos actos de conciencia 4- agradece a los conductores que te ceden el paso, igual a educación espiritual 5- tu relajación y evolución será progresiva a más tiempo más actos de conciencia, igual a pura inteligencia.

Jaime Orduz Duran

Psicólogo Master en Administración, Especialista en Recursos Humanos. Gestión del Cambio, Cultura y ambiente Laboral, Bienestar, Relaciones Sindicales, Selección de Personal. Taller insta y Conferencista.

4 años

Dr Alberto excelente artículo

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