Superbacterias, un problema global
Un nuevo estudio publicado por la revista médica The Lancet estima que 1,27 millones de personas perdieron la vida en 2019 a causa de estas bacterias. A esa cifra hay que añadir cinco millones más de pacientes ingresados que adquieren una infección hospitalaria que precipita o causa su muerte. "La resistencia antimicrobiana supone una seria amenaza para la salud en todo el planeta", afirman los autores de esta investigación, la más completa del mundo hasta el momento realizada con datos de 471 millones de personas de 204 países distintos, en la que se analizaba el impacto sobre la salud de 23 patógenos y de 88 combinaciones de patógenos y medicamentos.
En la investigación no solo se tuvieron en cuenta las defunciones causadas por estas bacterias, sino también los casos en los que se produjo un fallecimiento con este tipo de bacteria, aunque no fuera la causa principal de la muerte. Esto les ha permitido analizar de un modo mucho más detallado y transversal la incidencia de las superbacterias en las sociedades.
El estudio analiza las muertes por y con alguna de estas bacterias resistentes, estimando que ocasionaron 1,27 millones de muertes en 2019
En 2016, el Review on Antimicrobial Resistance estimó que en 2050 la cifra de muertes anuales causadas por estos microbios se acercará a los 10 millones. Desde el inicio de la pandemia de COVID-19 se han producido 5,62 millones de defunciones en todo el mundo.
"Estos microbios resistentes a los antibióticos habrían sido la tercera causa de muertes a nivel mundial, solo por detrás de las cardiopatías isquémicas y los ataques al corazón", estiman los investigadores en el estudio. "En cualquier métrica", prosiguen, "las bacterias resistentes a los antibióticos son una de las principales amenazas a la salud pública global".
Es una de las mayores amenazas que afronta la humanidad, y no somos conscientes de ella: la resistencia de ciertas bacterias a los antibióticos podría provocar el colapso de la medicina moderna.
La preocupación entre los especialistas cada vez es mayor. En la actualidad, la resistencia a los antibióticos es una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo.
El problema de la resistencia a los antibióticos no entiende de lugares geográficos y años de vida: puede afectar a cualquier persona, sea cual sea su edad o el país en el que viva.
En realidad la resistencia a los antibióticos se trata de un fenómeno natural, pero el uso indebido de estos fármacos en humanos y animales está acelerando el proceso.
La resistencia a los antibióticos provoca que se prolonguen las estancias hospitalarias, se incrementen los costes médicos y aumenten la mortalidad entre los pacientes.
Cada vez es mayor el numero de enfermedades infecciosas tales como neumonía, infecciones urinarias, tuberculosis, gonorrea o salmonelosis. Su tratamiento se vuelve más difícil por la pérdida de eficacia de los antibióticos.
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El problema de la resistencia a los antibióticos es parecido al del cambio climático: lo que hace cada uno individualmente impacta en el mundo entero. Para hacer frente a esta gran amenaza, también necesitamos una acción global: implementar el concepto de una sola salud para englobar la salud humana, la animal y la ambiental dentro del mismo enfoque. Si no hacemos algo al respecto, la medicina moderna podría colapsar. Porque no es «solo» que haya enfermedades que se estén volviendo incurables por esta causa. Muchas intervenciones quirúrgicas, como los trasplantes, requieren antibióticos para prevenir infecciones postoperatorias.
La solución al problema se basa en el enfoque One Health, una sola salud, que se preocupa por la salud de los humanos y la del planeta, que involucre a todos los actores: médicos, veterinarios, economistas de la salud, incluso sociólogos, para que consigan transmitir el mensaje de que no se deben recetar antibióticos indebidamente. Un tercio de todos los antibióticos se recetan de manera indebida. Hay que enseñar a los prescriptores y educar a la población. La Organización Mundial de la Salud se ha encargado también de seleccionar la lista de antibióticos esenciales para la salud humana y blindar su uso, lo que evitaría que las bacterias se vuelvan resistentes a ellos.
Cada uno de nosotros deberá asumir la responsabilidad que le toca. Hasta el 40 % de los europeos, por citar un dato, todavía cree que los antibióticos combaten la gripe, y aún demasiados se consiguen sin receta. Solo unidos podremos revertir este peligro en ciernes.
África Subsahariana y el sudeste asiático son las dos regiones con mayor incidencia, con más de 20 muertes por cada 100.000 habitantes. En los países desarrollados, incluida España, las infecciones de este tipo matan a 13 personas de cada 100.000 de media. España muestra unos niveles de resistencia a antibióticos medios, superiores a los de los países del norte de la UE e inferiores a los registrados en algunos del sur, como Italia, Portugal o Grecia. La bacteria que más amenaza a España es Acinetobacter baumannii, según los datos del trabajo. Este microbio afecta especialmente a pacientes hospitalizados en la UCI.
En los países en desarrollo no hay acceso generalizado a los antibióticos de último recurso, utilizados en caso de resistencia a los antibióticos de primera línea. Se trata de medicinas más caras y que solo se administran por vía intravenosa y en hospitales. Esto hace que mucha gente muera de infecciones que serían curables en Europa, por ejemplo.
Este no es un problema solo para los países pobres, sino también para los ricos. Debido a la falta de acceso hay un creciente mercado negro de antibióticos que no cumplen con los estándares de calidad y que no llegan a curar del todo las infecciones, a la venta en mercadillos de la India, por ejemplo. Al no ser totalmente efectivos permiten que las bacterias desarrollen nuevos genes de resistencia y estas variantes tarde o temprano acaban llegando a todo el mundo. Además, la pandemia ha incrementado el número de ingresos hospitalarios que, sumados al mal uso de antibióticos en hospitales, sobre todo en América Latina y África, acaban generando más muertes por infecciones y más variantes resistentes.
Los autores del trabajo reclaman medidas urgentes para fomentar el buen uso de los antibióticos, mejorar la asepsia en los hospitales para evitar infecciones y financiar la búsqueda de nuevos antibióticos. Varias grandes farmacéuticas han abandonado esas líneas de trabajo ante la baja rentabilidad y la perspectiva de que la aparición de resistencias haga que deje de ser eficaz y les impida recuperar la inversión. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2019 apenas se invirtieron 120 millones en la investigación de nuevos antimicrobianos, frente a los 8.600 dedicados al cáncer. El resultado es que estamos perdiendo la principal herramienta de lucha contra las infecciones, podemos volvera los tiempos en quecualquier infección, cualquier herida, podía ser letal y morir de las mismas pulmonías y procesos infecciosos por los que morían nuestros bisabuelos.