Surfear.
Continuamos en tiempo de pandemia, donde la solución del momento, parece ser rebasar el “pico”, ese punto al que llegaremos y, que luego de cruzarlo, iremos dejando detrás la enfermedad. Una tarea que parece tan difícil como escalar el Himalaya, si atendemos a los pronósticos de la OMS, que asegura una segunda y hasta una tercera oleada de contagios, por lo que más que uno, parece que iremos escalado y descendiendo una interminable cadena montañosa, que no tendrán fin hasta que aparezca la vacuna salvadora.
De momento parece que no quedara más alternativa, que aprender a surfear las oleadas de contagio, la presión es fuerte, tanto que ya hemos visto las imágenes de hombres armados, reclamando el cese de la cuarentena y, a un presidente alentándolos. Entiendo a los que se preocupan por la amenaza que representa la debacle económica, sobre todo los que viven al día y, que dependen para comer hoy, de lo que ganen hoy.
Cuba por su naturaleza insular, tienes sus ventajas, pues una vez bloqueados los accesos, la pelea contra el virus, se reduce al cuadrilátero local. Si logramos cortar la cadena de trasmisión, solo quedaría curar a los enfermos, para declararnos territorio libre de pandemia, pero eso no resuelve nuestros problemas.
Dependemos del resto del mundo, sobre todo de aquellos que nos aportan esa materia prima indispensable a la principal de nuestras industrias, el turismo. De ello depende una gran parte de nuestra economía, incluido el sector privado, que ya venía bastante afectado, desde antes, a partir de las medidas adoptadas por el gobierno de Trump, para tratar de cambiar el régimen político del país, mediante su estrangulamiento económico. Entonces para nosotros, no se trata de rebasar un pico, sino al menos dos más y que el resto también lo logre.
¿Cómo lo haremos? No lo sé, pero tendremos que ingeniárnoslas, para echar a andar nuestra industria turística, o prepararnos para vivir como Robinson Crusoe, sobreviviendo con lo que seamos capaces de producir en nuestra isla. Es además tiempo de recesión, donde según los expertos, las inversiones son severamente afectadas, suspendidas o aplazadas en el tiempo, con lo que es predecible que nuestra política de inversión extranjera, también se vea severamente afectada. ¿Quién se atreve a realizar un estudio de factibilidad en estas circunstancias? Muy difícil.
No soy un experto en temas económicos, soy más de intuición, de ensalivarme el dedo, para saber hacia dónde sopla el viento, de dos más dos cuatro y, la cuenta que no resulte en un papel de cartucho, no me vale en una computadora. Algo me queda claro, el mundo vencerá la pandemia, y no será en los próximos cuatro meses, pero no sobrepasará los cuatro años. Sea china, rusa, francesa o norteamericana, de cualquier ´país o de varios a la vez, pero tendremos la solución, tendremos la vacuna, y el mundo regresara a la “normalidad”.
Un pronóstico muy similar al del segundo de nuestros problemas. Puede que tengamos cuatro años más de “Trumpdemia”, pues paradójicamente, todavía cuenta con “legianarios” que le apoyan, lo cual demuestra que hay enfermedades más peligrosas que el coronavirus.
Pero, en cualquier caso, tenemos una constante, el factor tiempo, cuya magnitud no debe superar los cuatro años y, donde son dos las opciones que hoy tenemos. Nos detenemos y esperamos vientos más propicios para comenzar a construir nuestro bote, o comenzamos a fabricar el bote y estamos listos para echarnos a la mar, en cuanto sople el primer viento favorable.
Si de oportunidades se trata, pues una regla básica nos dice que donde hay un problema, hay un negocio, con lo cual, estarán de acuerdo farmacéuticos y funerarios, pero también lo estarán los hombres que ven más allá de la tormenta, de la duda. Son tiempos de emprendedores, de hombres con visión, con el espíritu y la tenacidad de los que cambiaron el mundo, muchas veces en circunstancias más difíciles que las nuestras.
Adecuémonos al momento y busquemos las soluciones, quizás habrá que cambiar transitoriamente la forma de hacer algunas cosas, otras deberían perpetuarse en el tiempo, como otras veces he dicho el trabajo a distancia, no es una opción de crisis, es una elemental estrategia económica que todo empresario medianamente inteligente aprovecha. Incrementar el uso de los servicios en red. No es necesario dejar de trabajar, congestionar el servicio de transporte público y hacer una interminable cola, para solicitar un certificado de nacimiento, algo que puedo hacer “on line” y un cartero traérmelo a casa.
Flexibilizar nuestra estrategia de inversión extranjera, ser más dinámicos y ser más empresarios que funcionarios. No seguir esperando por la Coca Cola y propiciar las pequeñas y medianas inversiones. Darle oportunidades a los emprendedores cubanos, no desechar ese talento que finalmente se marcha. Según el marxismo, el poder económico determina el poder político, pero yo agregaría, que el poder político es insostenible, si no tiene un soporte económico que lo sustente.
Aprovechemos este tiempo y recojamos las experiencias positivas. Aprovechemos este tiempo y preparémonos para enfrentar en mejores condiciones, la etapa post pandemia. Hay que sembrar bajo la lluvia, pues si esperamos que termine la tormenta, será tarde.