Talentos: permiso para brillar
Como consecuencia de la pandemia (podríamos decirlo así, puesto que en realidad nada sucede a causa de fuerzas externas) he trabajado durante los últimos meses, con muchas personas que han decidido dar un giro a sus vidas.
Algunos desean de cambiar de trabajo, otros emprender, otros tantos perdieron su fuente de ingreso y decidieron comenzar la búsqueda (digo “decidieron” pues bien podrían haber elegido el lugar de la queja y el conformismo) y algunos menos, romper paradigmas aprendidos y dar un cambio de 180°.
Pero, sea cual sea la razón que enciende la llama del cambio, hay un patrón que se repite en todos los consultantes, y es la falta de reconocimiento de sus propios talentos.
Existe un momento crucial en la entrevista de indagación (así es como trabajo en sesiones individuales, preguntando mucho) donde las caras de transforman, comienzan los movimientos, y pareciera que el cuerpo intentara abandonar la situación de incomodidad y confusión, al intentar responder la pregunta: ¿Cuentame respecto de aquello en que seas realmente bueno? O ¿En que eres experto?
Las respuestas son muy variadas, pasando por “yo sólo venia a hacer mi CV” o “Nunca lo pensé”, navegando por las aguas de la falta de permiso como “no se si soy bueno en algo” y hasta usando el humor para intentar evadir la pregunta con respuestas como “soy bueno durmiendo”
Y más allá, de que ahí comienza mi verdadero trabajo, el cuál consiste en acompañar a mis consultantes en el proceso del autodescubrimiento, para que puedan abrazar sus partes más luminosas, siempre viene a mi mente, el motivo por el que nos ponemos a nosotros mismos en segundo plano.
No dejan de venir a mi pensamiento, mis primeras entrevistas como candidato, del otro lado del mostrador, donde no sólo intentaba llenar los espacios de preguntas con respuestas adornadas de grandes descripciones que me hicieran sonar como un buen profesional, sino que mis principales virtudes (o al menos así lo creo yo) eran dejadas en un rincón olvidado.
No me queda más que reconocer, que vivía sobre capas y capas de juicos y prejuicios, sobre patrones aprendidos que me indicaban lo que “era correcto” y posponía mis verdaderos deseos para de lograr ser un gran profesional.
Por suerte hoy te puedo decir, que nada de eso es suficiente o necesario, y que hay mucho más allá de la puerta de lo seguro y de lo aprendido. Es en el espacio de la creatividad donde la magia sucede, donde el aporte de valor al mundo aparece, y donde lo que amas, se trasforma en el medio para vivir.
Te cuento también, que, en esta etapa de mi vida, en el que mi misión es contribuir con el mundo, permitiendo que otros brillen, camino de la mano de una gran colega y amiga, que hace que estos procesos de autoconocimiento sean una experiencia maravillosa. Mi cómplice solucionista y aliada resolutiva.
Así que ya sabes…
Si te cuesta responder, con el pecho lleno de orgullo, en que eres muy buen@, tal ves sea el momento de iniciar tu viaje de autoconocimiento.