Temas de Mesa
La formación técnica y universitaria nos prepara muy bien para afrontar todo tipo de situaciones. Pero hay una para la que creo que también necesitamos estar preparados: compartir la mesa, comer juntos. Es extraño que se omita en los programas de estudio porque se trata de una actividad habitual y frecuente en fábricas, oficinas, despachos, talleres, laboratorios, salas de reunión, y toda otra instalación de trabajo. Puede que eso mismo sea lo que hace que la descuidemos o no le demos la importancia debida.
Se trata de una ocasión para descansar y distraerse, además de alimentarse, pero también es una excelente oportunidad para conocer a los compañeros, forjar amistades y aprender de los demás. Pero esto no sucede automáticamente, requiere cierto esfuerzo y preparación. De ello es de lo que me gustaría hablar ahora.
Lo básico es también lo indispensable. Hay que observar los buenos modales. A los que conocemos de siempre—evitar ruidos al masticar o tragar, emplear correctamente los cubiertos, no poner los codos en la mesa, usar servilletas, etc.—hay que agregar ahora los que se refieren a dispositivos tecnológicos, especialmente el teléfono móvil, que pienso que no se debería usar nunca en la mesa y mucho menos activar sonidos de avisos, música o videos.
Se requieren también otras dos habilidades sociales sobre las que ahondaré un poco más en esta ocasión: conversar y saber ser anfitrión.
La conversación en la mesa
Tener una buena conversación es algo que nos agrada a todos. Seguro podemos recordar alguna en particular. Un tema interesante, dimos nuestra opinión, escuchamos la de otros, nos hicieron preguntas que respondimos sin dificultad, entramos en confianza, quizá debatimos un poco, encontramos coincidencias de amigos o lugares conocidos, reímos… Al final quedamos con ganas de repetir en otra ocasión.
Confluyen varios factores para conseguir esa agradable experiencia. El tema es importante. Debe permitir a todos participar y opinar, sin caer en polémicas insalvables. Además debe ser adecuado para acompañar la comida. Es mejor evitar descripciones que hagan sentir mal a los demás o que causen repugnancia porque resultan de mal gusto. Por otra parte, rara vez se debería hablar de la comida misma, de enfermedades, tragedias, chismes, etc., son tópicos poco elegantes que denotan desinterés por la cultura y puede que un poco de vulgaridad.
Una advertencia importante. Aunque uno sienta que puede hablar abundantemente sobre un tema, hacerlo así lleva a monopolizar la conversación, lo cual es contraproducente. Para evitarlo, hay que hacer pausas y silencios que den pie a que los demás también participen. Hacer preguntas abiertas es otra forma de involucrar a los demás. Si notamos que alguien no ha participado, podemos preguntarle directamente su opinión.
En todo caso, el tema es solamente el cauce por el que fluye la conversación. No es necesario mantenerlo a toda costa, al contrario, debe adaptarse a los intereses de los presentes. Se puede rencauzar, si discurre por rumbos menos agradables, retomar, replantear o matizar. Existen reglas sencillas para hablar sobre un tema: ser ordenado en la exposición, avanzar en ella formando una historia, darle a cada idea su propia oración evitando cortarla o dejarla a medias para introducir otra, hablar con claridad, evitar jerga o códigos que solo algunos de los presentes entienden.
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Luego de una mañana de trabajo intenso puede ser difícil pensar en un buen tema de conversación para el almuerzo. Por ello es conveniente tomar unos minutos para distraerse con las noticias, un libro o revista, alguna nota en redes sociales. Luego hay que preguntarse ¿de qué me gustaría conversar? Deportes, viajes, proyectos, una noticia o artículo recién visto, algún evento pasado o próximo a ocurrir. Como los demás también pasaron la mañana trabajando y pueden estar sintiendo el reclamo de sus estómagos, es mejor esperar un poco para iniciar la conversación. En las comidas elegantes, se suele servir un aperitivo antes de sentarse a la mesa. Esto se hace con el fin de calmar el apetito y así poder participar con más comodidad en la plática. Uno puede tener un detalle similar de vez en cuando, compartiendo unas galletas o nachos, por ejemplo.
Anfitrión y conductor
Más importante que el tema mismo, es la forma de participar en la conversación. Creo que lo que mejor funciona es una mezcla entre un gran anfitrión y un conductor de televisión.
Un anfitrión busca que todos sus invitados disfruten estando juntos. Conlleva tareas como dar la bienvenida a los recién llegados, presentar a quienes no se conocen, hacer una breve introducción antes de darle la palabra a alguien, estar pendiente de detalles de comida, bebidas y el servicio. Dependiendo de la ocasión, también elige la música, que debe estar a volumen moderado para que se pueda conversar sin gritar, la disposición de mesas y asientos. Por supuesto le interesa mantener viva y amena la conversación, sin monopolizarla, tratando de que todos participen.
Hay algo que un experto anfitrión hace muy bien y con gran elegancia: dirigir y concentrar la atención. Cuando alguien habla, consigue que todos los demás estén atentos, y si hay interrupciones, invita a retomar la intervención con frases como "continúa por favor…", "¿qué nos estabas diciendo?", "te quedaste en que…", entre otras.
Los buenos conductores de televisión, o de medios en general, son excelentes entrevistadores. Saben encontrar las preguntas que permiten a sus invitados exponer lo más interesante de sus conocimientos y experiencias. Van hilando la conversación haciendo conexiones y referencias a lo ya dicho para ampliar y ahondar en los temas. Lo hacen porque ponen toda su atención en el entrevistado, y logran que el público también se interese. Son cualidades que resultan útiles para mantener un diálogo.
Con esa mezcla de anfitrión y conductor de televisión, uno o varios temas listos, y preguntas estimulantes, podemos lograr conversaciones amenas. Por supuesto, hay mucho más que podría decirse de compartir la mesa y conversar. Es un arte que requiere práctica e interés y que a cambio ofrece llenar de satisfacción las interacciones humanas cotidianas.
¿Qué consejos o buenas prácticas nos podría usted compartir al respecto? Agradeceré sus respuestas. Me encantaría hacer una segunda parte comentando las recomendaciones y consejos que me den.
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1 añoJaja inyecciones humanas, lo bueno es que me entendiste la idea. Si claro, te paso los datos. Espero que puedas encontrarlo, si no puedes me dices y te escaneo ese capítulo o le tomo foto. Es de 1978, cuando lo tradujeron al español.
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1 añoMe recordaste un libro que es de mi abuelita, ahora yo lo tengo porque me da mucha risa como han cambiado la forma de comportarse en la mesa, solo a mi me da risa, creo que es porque me interesan las inyecciones humanas.