¿Temes equivocarte?
¿Tienes miedo a tomar decisiones por miedo a equivocarte?
¿Alguna vez has dejado de actuar por miedo a fallar?.
¿Hasta qué punto paraliza tu toma de decisión la idea de fracasar?.
¿Has dejado alguna vez pasar alguna oportunidad por no tener garantía de éxito?.
Creo muy importante reflexionar sobre esto en los tiempos que corren, pues no existe la garantía de éxito sobre nada y no debemos esperar a tomar decisiones solo buscando esa garantía sobre lo que decidamos. Si actuamos así, no daremos el paso a tomar una decisión importante y por tanto no avanzaremos.
En realidad en nuestro día a día, estamos constantemente tomando pequeñas decisiones, sin saber a ciencia cierta si éstas nos va a llevar a pequeños éxitos o no. Tomar decisiones es, por tanto, es un ejercicio que hacemos de forma recurrente y con enorme frecuencia.
Es verdad que decidimos con mayor o menor tranquilidad en función de lo que está en juego en esa decisión y de cómo de importante es para nosotros su resultado. Pero, cuando lo que nos jugamos a la hora de tomar una decisión es muy importante, ¿es razón suficiente como para no tomarla?. ¡Evidentemente no!.
En aquellas decisiones importantes debemos apoyarnos de información, de experiencia y de sentido común. Cuanto más importante sea para nosotros el resultado de la decisión que vamos a tomar, más reflexión, mayor sentido común y más valentía debemos ponerle, y eso quiere decir que la acción es fundamental a la hora de tomarla.
¿Cuáles son los errores más habituales a la hora de tomar una decisión?
En un interesante artículo de Miguel Angel Ariño y Pablo Maella, enumeran los principales errores que cometemos a la hora de tomar una decisión. Creo interesante traer estos errores a este artículo ya que nos puede ayudar a la hora a decidir sobre aquello que es relevante para nosotros.
1.- Miedo a equivocarnos. Ponernos una presión innecesaria, es decir buscar la solución perfecta. Es muy probable que tarde o temprano nos equivoquemos, pero eso no debe ser un problema, ya que, normalmente casi todas las decisiones son reversibles.
2.- Confundir lo que nos gustaría que fuese la realidad con lo que de verdad es. A veces decidimos mal al no ser realistas y nos engañamos a nosotros mismos, nos convencemos de que la realidad es como nos gustaría que fuese, en vez de como realmente es.
3.- Precipitarse. En ocasiones pensamos que tenemos que decidir rápidamente y arriesgar por ello, cuando realmente son muy pocas las situaciones en las que de verdad tenemos que decidir con tanta urgencia. La prisa es fuente de error y nos lleva a asumir riesgos evitables.
4.- Confiar demasiado en la intuición. A pesar de que defiendo que la intuición es un elemento positivo en la toma de decisiones, también entiendo que detrás de la pretendida intuición mucha gente esconde falta de razonamiento. Hay veces que apelamos a nuestra intuición como vía para justificar decisiones que no son más que caprichos personales.
5.- Ser prisionero de mis propias ideas. A veces nos comprometemos inicialmente con una determinada alternativa, y la defendemos como si no hubiera otra posible. Suele ser difícil que cambiemos nuestras decisiones porque nos cuesta mucho salir de nuestra postura inicial.
6.- No considerar las consecuencias de nuestras decisiones. Tomamos una decisión para que resuelva un problema que tenemos pero corremos el riesgo de no considerar si la decisión va a tener consecuencias peores que el problema que pretendemos resolver.
7.- Depender del consenso en la toma de decisiones. Tendemos a pensar que las decisiones en grupo suelen ser mejores que las tomadas individualmente y aunque esto es perfectamente válido, no siempre es así. Hay veces que buscando el consenso nos acomodamos a las decisiones de los demás y no acabamos de manifestar nuestros verdaderos puntos de vista.
8.- No Actuar. El proceso de toma decisiones no acaba cuando se toma la decisión, sino que finaliza cuando se ha implantado. Un error frecuente es decidir pero luego no aplicar la decisión, o bien porque no hemos puesto la suficiente fuerza de voluntad para hacerlo, o bien porque terceras personas clave para su implantación no han sido previamente persuadidos para que nos apoyen. A la decisión le tiene que seguir la acción.
Y para terminar: ¿Qué puede pasar si nos equivocamos en la toma de una decisión importante, bien por no considerar los errores aquí descritos, bien porque erramos incluso habiendo sido cautos?. Estamos obligados a seguir adelante en el camino, a levantarnos una vez más, a mirar cara a cara al fracaso al que nos lleva esa decisión equivocada.
Si te levantas después de una mala decisión y del fracaso al que ésta te pueda llevar: estás asumiendo tu Compromiso contigo mismo, aceptando tu Responsabilidad, habrás aprendido a Superar un obstáculo y ganarás en Confianza.
Visto así, ¿equivocarse es siempre tan grave?.
Gracias!