Temperamento vs. Carácter: ¿Con cuál te comunicas?

Temperamento vs. Carácter: ¿Con cuál te comunicas?

Al hablar, siempre dejamos ver información valiosa sobre las características de nuestra personalidad, ya sea que quien nos escucha sepa leerlas o no.

El escenario ideal, supone un alto nivel de consciencia sobre mi voz y comunicación para decidir qué quiero realmente compartir sobre mi mismo y un alto nivel de escucha activa para reconocer las características comportamentales de los demás cuando hablan.

El primer paso es tener claridad sobre los dos elementos de la personalidad que toman la rienda de cualquier comunicación: el temperamento y el carácter.

El temperamento, explicado fácilmente, es esa respuesta automática que tenemos a un estímulo externo y que por lo general aflora en situaciones de presión o crisis. Por ejemplo, si en este momento mientras lees este artículo, aparece frente a ti un tigre hambriento, seguramente se te olvidará quién eres, de dónde vienes, donde estudiaste, etc. Tu cerebro reptiliano activa un protocolo de supervivencia y en cuestión de segundos (o menos...) te paralizas, te ríes nerviosamente, gritas, te lanzas por la ventana o te vas a los golpes con el tigre... Cualquiera que sea la reacción, ésta deja ver tu temperamento.

Tu carácter, en cambio, es eso que forjas aproximadamente hasta el final de la adolescencia para adaptarte a una especie de tigre moderno: tus padres, tus familiares, amigos, un nuevo colegio, una nueva ciudad, primeras relaciones sentimentales, etc., y por lo general cuando la brecha entre temperamento y carácter es muy grande, vienen los mayores retos de comunicación.

Por ejemplo, una persona de temperamento enérgico aprendió durante sus primeros años de vida a ser reservada, callada (forjando su carácter para adaptarse al entorno) y cuando hoy necesita decir "no" o demostrar su autoridad, se le "quiebra la voz", hiperventila, tartamudea, etc... Sin embargo, ante una situación de extrema presión su temperamento puede estallar desde su sombra y apoderarse de la comunicación sin ningún control. Por eso, resulta muy valioso ser capaces de reconocer cuál es nuestro temperamento y cuál es nuestro carácter, para así poder reconocer la personalidad de los demás a través de su comunicación.

La manera más efectiva, respetuosa y empoderante de persuasión viene de la consciencia de todas y cada una de las emociones presentes en cualquier situación ya sea laboral o personal y de identificar todas las características comportamentales que corresponden a cada tipo de temperamento: voz, movimiento corporal, elección de palabras, elección de vestimenta, así como los cambios que muestra la persona al comunicarse.

AFINA TU OBSERVACIÓN

Pregúntate: "¿cómo suelo reaccionar ante la presión?", "¿qué emoción (o emociones) me invaden en estas situaciones?", "¿cuáles trato de evocar en mi rutina diaria, en un ambiente controlado y sin presión?", "¿qué tan distantes son estas emociones?", "¿me comunico desde mi temperamento o desde mi carácter?".

Las respuestas a estas preguntas (tanto como su búsqueda) harán que poco a poco vayas afinando tu observación, a partir de todas las inquietudes y preguntas que vayan surgiendo al observarte y al observar a los demás. Preguntas que antes ni siquiera te hacías sobre el tema.

Eres una persona que conoce y ha experimentado todas las emociones, así acostumbres comunicarte desde una más que otra, y es gracias a esa memoria emocional que puedes desarrollar la habilidad de reconocer las emociones en los demás y actuar de acuerdo con un propósito, a través del poder de persuasión de tu voz.

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