¡Tenemos que vernos! ... me voy del país.
La frase “tenemos que vernos, me voy del país” se ha vuelto una de las más comunes que actualmente se escuchan en Venezuela, una frase que trae una carga emocional que impacta de manera distinta a cada uno, pero que definitivamente no le es ajena en absoluto.
Para nadie es un secreto la crisis que estamos viviendo en estos momentos, pero analizando a Venezuela en retrospectiva, es impresionante ver como se pasa de ser un país receptor de inmigrantes a ser un país de emigrantes en menos de 20 años. Sobre todo tomando en cuenta las ventajas comparativas y la cantidad de dinero que se manejó en el proceso, pero habría que definir las fases de emigración venezolana de la cual se estima 1.5 millones de Venezolanos han salido.
El Éxodo actual por el cual transita el país, se puede dividir en 4 grandes momentos de acuerdo al Profesor y PhD Emilio Osorio:
- Emigración de la élite venezolana (1998-2004): Comienza con el ascenso al poder del fallecido Hugo Chávez y culmina con el decreto de las 49 leyes vía habilitante, entre las cuales se encuentra la Ley de Tierras y desarrollo agrario y La Ley Orgánica de hidrocarburos. En este ínterin de 2002 y 2004 ocurre el paro petrolero y una diáspora de mano de obra altamente capacitada lo que conlleva a una pérdida para el país inestimable en materia petrolera.
- Emigración de profesionales y técnicos (2004-2008): En este periodo el país entra en una gran bonanza petrolera lo que permite desarrollar esquemas clientelares de reparto de renta por medio de CADIVI que se crea luego de implementar el control de cambios. En esta etapa los que emigran son jóvenes profesionales y técnicos, ayudado de las ventajas cambiarias, que incluyen subsidios.
- Emigración de los jóvenes (2010-2014): El proceso migratorio se mantuvo constante, especialmente aquellos de doble nacionalidad que tienen mejores ventajas a la hora de migrar, en este período el nivel de especialización disminuye. Ya no sería mayoritariamente población especializada (con estudios de tercer y cuarto nivel), para este punto los jóvenes aún sin culminar estudios secundarios comenzaron a migrar, generalmente a países de la región.
- Emigración de supervivencia (2015 en adelante): Luego de la muerte del presidente Hugo Chávez, un proceso de convulsión social y política se acentúa, logrando que rubros básicos alimenticios y de medicinas escaseen en mayor o menor proporción. Esto convierte al proceso migratorio venezolano – de por sí atípico – en una lucha por la sobre-vivencia, en la que la desesperanza y el sentimiento de derrota ha embargado a esta nueva ola de emigrantes, que tuvo un repunto luego de la instauración de la ANC ilegal por parte del gobierno, y que se asume que para 2018 de no lograrse un cambio de gobierno por alguna vía, comenzaría una quinta ola de migración mucho mas agresiva y caótica.
Este pequeño repaso, nos hace notar que fue paulatino y de la mano de los procesos políticos, que fue poco a poco decantando en una población que migra por desesperación. Una población embriagada por lo que implica la “cultura rentista” le es complicado entender las razones de este descalabro en la calidad de vida del país, más allá de las consignas enarboladas por el gobierno atribuye la culpa a una “guerra económica” que no tiene ningún sustento empírico ni base de contraste real, lo cierto es que el nivel de conflictividad social se ha elevado en un 157% en el período de 1 año entre abril y mayo de 2017 y esto en sí es una cifra peligrosa…
Actualmente no habría una categoría específica para los migrantes, ya no es solo la clase media y profesional – la cuál disminuye paulatinamente- la que busca salir del país a toda costa, también se incluye a un grupo de personas que no podría -aunque quisiera- pasar del mercado secundario al primario por falta de capacidades y/o estudios, ya que en muchos casos son familias enteras muy pobres y con escolaridad básica en el mejor de los casos que salen del país para dormir en una plaza pública y trabajar al día en lo que sea necesario para subsistir.
Ruptura con el leviatán rentista.
La otra cuestión a analizar del emigrante por supervivencia es que sería del primer grupo de venezolanos vivos que acaba con la ilusión del Estado rentista, con lo que rompe con toda una tradición y esquema de percepción del gobierno como el paterfamilias que debe resolver todas las necesidades de la población. Esta concepción resta espacio a la ciudadanía que se apropie de espacios políticos, cuestión que todos los gobiernos que tuvieron la discrecionalidad de repartir el capital percibido por petróleo, supieron explotar para dinamitar la incipiente institucionalidad que existía para los años 70 y que desde la nacionalización de PDVSA se fue aumentando el poder y control que el gobierno de turno tuvo sobre la población por medio de una dependencia populista y clientelar.
Otro de los problemas que se puede observar actualmente para los que quieren migrar y quieren hacerlo legalmente, es lo complicado del proceso de registro, legalización y obtención de algunos documentos por parte de los entes gubernamentales, los cuales parecieran tener como política de Estado hacer la vida lo más miserable posible a los que osen pensar en irse, ya que como no es “la burguesía” la que intenta huir de estas condiciones, se asume como una traición en el esquema de gubernamentalidad en la que se desenvuelve el grupo de poder que está a cargo.
Lo que si es cierto es que toda esta situación ha separado familias y amigos, los diciembres año a año se tornan más grises debido a la añoranza de estar en su tierra y poder abrazar a tu familia luego del "cañonazo" y que las relaciones intrafamiliares pasaron a ser 2.0 (si es que el servicio no falla) y donde las madres de cada uno de esos hijos sienta un poco de tranquilidad, pero tristeza en su interior. También del hijo que añora su tierra, sus raíces y amistades, en donde al partir dejó un pedazo de su alma tras de sí, pero con ilusión de conocer nuevos horizontes y poder ayudar aunque sea un poco a su familia.
Somos una sociedad fragmentada por muchas causas, pero definitivamente al salir a la calle todos los días veo a personas que no quieren rendirse, que luchan con fuerza para no desfallecer en donde una palabra de aliento ayuda a más de uno que pierde las esperanzas. Mientras tanto seguiré apreciando a los amigos que todavía me quedan aquí, porque estoy consciente que es probable que ya mañana los tenga que despedir.
No nos queda otra que reconstruir lo que nos queda, y de los japoneses recuerdo una frase que habla por sí sola:
“Todo Sakura florece en primavera, por más duro que sea el invierno”