Coeficiente de Adversidad y Resiliencia de los emigrantes venezolanos.
Es evidente que emigrar tiene sus ventajas al igual que desventajas. Si bien es cierto, que existen mayores ventajas la cuales no considero pertinente nombrar en este momento, aun así se tiene la sensación perenne de haber abandonado una parte de tu vida como la desventaja más resaltante, y al mismo tiempo la alegría de comenzar una nueva vida. Ambos sentimientos opuestos pero con una fuerte correlación a la hora de expresar las emociones. Es una secuela que te acompaña durante un buen tiempo, esto te conlleva a una transición emocional, y un proceso de adaptación que dependerá de cada persona.
De hecho, es un tema de conversación frecuente con muchos de mis paisanos no solo aquí en Argentina sino en otros países. En todo caso, no solo dejamos atrás una parte de nuestras vidas, sino también dejamos un sin número de planes sin culminar.
Esto último, me motivo a escribir estos pensamientos y me llevo a escribir este post. Uno de mis planes era finalizar mi posgrado en gerencia de recursos humanos y estos últimos meses, viene a mi mente constantemente las variables de mi investigación para el trabajo grado: Adversidad y Resiliencia, cada vez que un venezolano me cuenta su historia de cómo hizo para salir.
Para ser sincero, esa investigación me ha servido de mucho en lo personal. Es evidente, el estrés o la adversidad son muy personales y variados, aunado a que vivimos en tiempos de incertidumbre y adversidad. Este postulado deriva, que debemos poseer una capacidad y resistencia excepcionales en los contextos desafiantes para enfrentar en nuestro día a día.
Entendiendo por adversidad como; cuando experimentas algo no esperado o planificado. Estas calamidades producen presiones, constantes cambios, y una rápida toma de decisiones poniendo a prueba la resiliencia individual de cada persona poniendo a prueba la capacidad de hacer frente a las adversidades de la vida, transformar el dolor en fuerza motora para superarnos y salir fortalecidos de ellas.
Nosotros los venezolanos somos resilientes y con un alto coeficiente de adversidad, en muchos aspectos de nuestras vidas y nos enfrentamos constantemente ante estas variables, muchas veces luchamos como si estuviésemos poseídos por un espíritu de la rebeldía, que nos permite aceptar, adaptar y transformar la adversidad, como si la vida y su existencia dependieran de eso.
Si bien es cierto, que nos ha tocado rudo y mucho más aun para las últimas oleadas de migración, también es cierto que sabemos y debemos salir adelante sin importar cuan dura sea la circunstancia. Durante los últimos meses he conocido personas maravillosas, con un don de resiliencia humanamente alto.
Nadie dijo que sería fácil o difícil, por más que te quieran explicar o por más investigación previa a la salida, todos y cada uno de los casos es diferente. Y que lo mejor que podemos hacer al llegar a cualquier país, es hacer lo que nos inculcaron nuestros padres desde el momento en que tenemos uso de razón, estudiar, trabajar, tener educación y cortesía. Es nuestra marca HECHO EN VENEZUELA, no es que los argentinos, colombianos, chilenos, uruguayos u otros latinos no lo sean, pero es por lo que más nos diferencian.
Más de una vez nos han parado argentinos en la calle para decirnos que somos bienvenidos, que lamentan la situación de nuestro país y que esperan que salgamos pronto de esa situación, palabras que agradecemos todos los días.
Ahora en el plano laboral, es diferente si hay algunos paisanos que se han portado mal pero gracias a DIOS no logran empañar nuestra imagen de personas sumamente educadas, preparadas profesionalmente y con gran capacidad para sobreponerse a las situaciones difíciles.
Como siempre le digo a todo paisano que conozco o encuentro en la calle que marquemos siempre la diferencia con un comportamiento de ciudadanos ejemplares y sobretodo enaltecer siempre nuestro gentilicio.
Por eso siempre digo con orgullo: “YO SOY VENEZOLANO”
Carlo Morillo