¿Todo el mundo sabe de todo?
Cuando todos sabemos (o creemos saber todo) el valor del trabajo profesional se debilita.
La era de internet y las redes sociales como foco incesante de información (e infoxicación) en el que estamos inmersos de una forma casi irracional, ha creado nuevos parámetros en muchos sectores y en el valor del trabajo.
Cuántas veces hemos escuchado un “esto es muy fácil”, “sólo tienes que mirarlo por internet”, “mírate unos tutoriales” o “cualquiera puede hacerlo”. Son frases comunes que han ido calando en la forma de aprender y trabajar. Hazlo tú mismo (Do it yourself, DIY), ahorra costes, es más cómodo. Este mantra llevado a la práctica se sostiene en dos vertientes:
Cuando viajamos a sectores relacionados con el marketing, imagen de marca, investigación de mercados o comunicación, observamos miles de propuestas DIY: puedes hacer tu estrategia de comunicación, llevar tus redes sociales profesionales, crear tu contenido, hacer tu estrategia de marketing, valorar tu producto, conocer a tu target de consumidores, crear tu buyer persona, desarrollar la imagen de marca y producto que quieres, etc.
El resultado de este pensamiento cada vez más extendido tiene una relación directa sobre el valor de trabajo y los profesionales de un sector. Si todos podemos saber de todo y hacer todo a golpe de click, ¿para qué contratar a profesionales que lo hagan? Si a nuestro tiempo y esfuerzo no le damos valor económico, ¿por qué íbamos a querer pagar a una empresa para que nos realice el trabajo?
Sin embargo, si todos hacemos lo mismo ¿por qué alguien querría comprar en un futuro el producto o servicio que hemos desarrollado sin ayuda profesional? Recuerda que el otro podría hacer lo mismo.
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La cuestión es no confundir o asemejar los conceptos de ampliar conocimientos con erigirse como experto sobre los nuevos conocimientos adquiridos. Entre uno y otro existen unos pasos intermedios esenciales que se desarrollan con el tiempo: experiencia, expertise, trabajo en equipo, aprendizaje y formación empresarial, conocimiento del sector.
Si no asumimos estas diferencias, es normal que cada vez de más pereza “pagar” por un servicio profesional.
- Dejamos de confiar en el conocimiento, especialización y capacidades adquiridas de los demás, desconfiamos de la calidad de los profesionales y empresas que se dedican a una labor concreta que conocen y en la que han dedicado años de formación a profesionales. Dejamos de creer que puedan ayudarnos a avanzar en nuestro negocio y en su capacidad para ofrecernos un valor añadido que nos permita alcanzar nuestros objetivos.
Tener la posibilidad de acceder a tanta información y ampliar nuestros conocimientos sobre diferentes temas es positivo. Nos permite ser más exigentes, decidir con mayor conocimiento lo que necesitamos, seleccionar correctamente la contratación de servicios, poder hacer un seguimiento compartido sobre el servicio contratado o contrastar ideas. Ahora bien, creer que somos autosuficientes para hacer todo de forma autónoma, sin que ello afecte en el resultado final, es desafiar a la lógica desde una posición egocéntrica que en la mayoría de los casos repercute negativamente sobre nuestros propios intereses. Podemos señalar alguno de estos problemas:
Puede parecer una perogrullada, pero la división y especialización del trabajo permite no sólo ampliar la oferta laboral y de valor de los profesionales si no que mejora notablemente la calidad de cualquier producto o servicio.
Psicólogo-Coach Personal
2 añosMuy cierto lo que dice tu articulo Jacobo .Muchas veces unx decide ser autodidacta simplemente por las malas experiencias que ha tenido al seleccionar los "profesionales" Hace falta más profesionales expertos y con valores eticos.Un saludo
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2 añosBuen articulo Jacobo M.. Es mucho de nuestro país. "Tengo un cuñado que sabe de esto... y de lo otro. Me encuentro con muchas personas que saben de todo