Todos los niños merecen un adulto que nunca deje de creer en ellos
Cuando los niños se dan cuenta de que confiamos en ellos, ocurren cosas inesperadas y el aprendizaje fluye’’
Eso dice Raúl Bermejo (autor y maestro de educación infantil y primaria) y yo no puedo estar más de acuerdo. Puede parecer obvio e incluso fácil de aplicar en nuestro día a día, pero no llegamos a imaginarnos en la cantidad de situaciones en que los niños nos ‘adoptan’ como ejemplo a seguir y no podemos bajar la guardia.
Transmitir confianza no se limita sólo a favorecer situaciones en que nuestro peque descubra la confianza que depositamos en él; sino en hacer real esta confianza y propiciar episodios en los que lo demostremos encomendando pequeñas ’misiones’, pidiéndoles ayuda en las actividades cotidianas, sin adelantarnos a sus ganas de aprender y sin coartar su afán de superación; pidiendoles que nos ayuden a poner la mesa, que se quiten los zapatos antes de entrar en la cama o que se quiten la chaqueta al llegar a casa. Puede que os sorprenda, pero aunque tarden más y a veces nos queramos anticipar para hacerlo ‘más rápido’ a ellos esta serie de ejercicios les supone una gran subida de autoestima y un aumento de la confianza en sí mismos que les llevará a querer hacer más cosas cada vez y poquito a poco, mejor.
Dicha confianza se hace real, entre otros, en momentos en que a nuestro peque no le sale bien una actividad encomendada o un objetivo propuesto; en ellos, es normal que no sepan cómo gestionar la situación (¡lo raro sería que lo supieran!) por tanto, nos toca a nosotros hacerles comprender que no pasa nada. De esta forma, comprenden que el error forma parte esencial del aprendizaje y que todos nos equivocamos, de manera que les vamos preparando y concienciando de que todo se puede solucionar y su figura de apego y autoridad seguirá con ellos para ayudarles a gestionar las situaciones nuevas con las que se van encontrando.
Lejos de criminalizarnos cuando nos pueda la situación, debemos traducir estos aprendizajes en positivo, usándolos como herramienta de la que aprender, haciendonos conscientes de las situaciones en que estamos más cerca de flaquear y dejando que nuestro pequeño nos enseñe también a nosotros. Son verdaderas esponjas a estas edades tan tempranas, aprenden incluso de los detalles que ni nosotros nos damos cuenta que hacemos, por tanto es importante disculparnos con ellos cuando no hayamos acatado una norma anteriormente acordada o explicarles porqué hacemos las cosas de una manera determinada, porque aunque parezcan pequeños, no debemos hacerles ignorantes ni mucho menos ignorados. Deben sentirse protagonistas y tan comprendidos como comprensores, haciendo así que entiendan que siempre hay excepciones y que incluso la figura de autoridad pide perdón cuando se equivoca, transmitiendoles así que pedir perdón no nos hace más vulnerables.
María Penella, educadora infantil.