¿Tomas decisiones difíciles en tu trabajo? parte 2/3
En mi publicación anterior compartí que una decisión pobre se toma cuando actuamos impulsivamente sin revisar antes nuestro estado emocional en relación a esa decisión y cuando tenemos pensamientos excluyentes en lugar de incluyentes. En esta segunda parte de mi texto quiero compartirte los pasos que puedes seguir para tomar decisiones de forma más favorable.
Paso 1. Para, obsérvate y cuestiónate a ti mismo.
El primer paso consiste en tomar un tiempo para la introspección personal.
Simplemente se trata de cuestionarte a tí mismo para que tengas consciencia de cómo te sientes frente a esta decisión.
Una forma sencilla y directa es formular preguntas que puedes responder por escrito. Podría ser mentalmente, pero si puedes escribir tus respuestas, vas a ganar más objetividad y claridad.
Te daré algunos ejemplos de preguntas. Estas son sólo algunas de las perspectivas que puedes investigar. Lo importante es que comprendas que para ganar claridad no se trata de preguntar sólo una vez, sino de avanzar, y después de una primera pregunta, dejarte llevar a una siguiente pregunta y a otra. Se tata de que cada una te permita ir entendiéndote mejor a ti mismo.
Una pregunta puede ser: ¿Ante esta decisión cómo estoy? ¿Estoy tranquilo o estoy presionado? Si respondes que te sientes presionado averigua porque. Tal vez ya lo sabes, en un nivel superficial o aproximado, pero es útil ir un poco más en profundidad y también identificar bien qué ideas o creencias te provocan ciertas emociones o preocupaciones. Identifícalas, nómbralas. No te conformes con quedarte sólo con una primera respuesta. Verás que si exploras un poco más, poco a poco descubres que la presión tal vez no proviene de la causa que tú creías, en primera instancia. O resulta que lo que tu considerabas ser una presión es algo diferente, más bien una falta de información o de convicción. ¿o es enojo contra alguien? Por eso conviene hacer esta introspección por pasos y desde varias perspectivas.
Puedes continuar haciéndola a través de otras preguntas como:
¿Me siento claro o confuso? Si respondes que te sientes confuso es adecuado precisar y en qué grado. Usa una escala en donde 0 sea la claridad total y 10 es la confusión absoluta. ¿En esa escala dónde ubicas tu nivel de confusión? Si descubres que tu nivel de confusión es mayor a 7 pregúntate nuevamente. ¿Qué podría ayudarme a ganar claridad?
Puedes hacerte preguntas sobre el lugar desde el que sientes que estás decidiendo. ¿Esta decisión la tomaré por una obligación o porque deseo hacerlo? Si respondes que es por obligación, es importante entender también porque la vives así. Imagina que podrías hacer para sentirla como algo deseable y menos como algo impuesto u obligatorio. Esto es importante, porque la motivación se genera más fácilmente y dura más tiempo, cuando me digo: “Quiero hacer esto" en vez de:”Tengo que hacer tal cosa”
Sigue indagando dentro de ti obre el aspecto emocional. Formula más preguntas como: ¿La idea de moverme en esa dirección me pone contento, triste, ansioso o me genera paz? ¿Por qué?
Una vez que ya dedicaste un tiempo suficiente para entender e identificar cómo te sientes en relación a esa decisión, has generar mayor consciencia. Puedes pasar a la segunda etapa.
Paso 2. Explora el contexto de la decisión
La segunda etapa también te lleva a ganar claridad y se basa en preguntar. Ahora formularás preguntas referentes al contexto de esa decisión, ya no relacionadas sólo con tu estado de ánimo o las emociones asociadas a esa decisión.
Formular diversas preguntas como por ejemplo:
¿Qué creo podría ocurrir si me equivocara?
¿Si no tomo esta decisión pronto que consecuencias implica para mí y para otros?
¿Considero que me faltan elementos para poder decidir?. ¿Qué es lo que requiero para decidir con mayor facilidad?
Indaga sobre los resultados esperados de la decisión en cuestión. ¿Qué espero o pretendo que cambie, se arregle o se transforme gracias a esta decisión?
Te ayuda también proyectarte hacia el futuro e imaginar lo que va a seguir. ¿Una vez que haya tomado esta decisión, seré capaz de sostenerla? ¿Qué voy a necesitar para poder mantenerla? ¿Cómo veo los resultados de esta decisión a uno, dos o más años?
A veces podemos encontrar valiosa información no sólo proyectándonos hacia el futuro sino también mirando en retrospectiva. Preguntate: ¿He tenido situaciones similares en el pasado? ¿En qué se parecían? ¿En qué eran diferentes? ¿Qué aprendizajes me dejaron esas experiencias semejantes que me pueden servir ahora?
Si estas preguntas te han aportado claridad suficiente es momento de pasar a la etapa 3 pero si aún sientes confusión o falta de tranquilidad frente a esta decisión es necesario tomar un poco más de tiempo. Imagina nuevas preguntas que te amplíen la perspectiva en varios sentidos.
Explora las posibles opciones ¿Existen otras opciones distintas que yo no haya considerado? ¿Cuales son? ¿Qué ventajas y desventajas tiene cada una? ¿Son compatibles estas opciones entre ellas? ¿Es posible combinarlas?
Finalmente, esta etapa debiera haber ayudado a encontrar mayor claridad. Avancemos ahora a la etapa tercera. Se trata de recurrir a otras opiniones para tener puntos de vista diferentes al tuyo.
Etapa 3. Intercambio de ideas con otras personas
Esta etapa puede hacerse con una o con varias personas. Recomiendo elegir a personas con la que vas a tener tu intercambio, tomando en cuenta antes, estos criterios:
a) Escoge a personas de tu confianza, es decir que sinceramente desean tu bien y no va a juzgarte, ni a utilizar de forma provechosa la información que tu les compartas.
b) Son personas con disponibilidad de tiempo y con flexibilidad mental es decir que no imponen sus puntos de vista, los comparten.
c) Personas discretas que saben guardar información para sí misma, persona que sabes que no va a ir a contarle tus asuntos a otras personas.
d) Podría ser útil que esas personas ya hayan tomado algunas decisiones semejantes a la tuya o en todo caso que sean personas de las cuales consideras que puedes aprender o tomar ejemplos. Tal vez has visto que saben salir de su zona de confort y explorar nuevas posibilidades o por alguna otra razón que a ti te inspira, te motiva o te atrae.
Una vez que has identificado a las personas a las que te vas a acercar, es importante hacerles un pedido específico en cuanto al tiempo que vas a requerir. Pídeles que te dediquen al menos 30 o 45 minutos, dependiendo de la importancia y la complejidad de la decisión y de cómo te sientas con respecto a este tema.
Considera que en la conversación que vayas a tener con estas personas, habrá cuatro momentos. Indícales, aunque esto te parezca medio artificial, que propones seguir una estructura para que la conversación resulte más ordenada y efectiva.
· Toma un momento en que tú vas a exponerle tu situación. Necesitarás que te escuchen sin interrumpirte.
· Después, dediquen un tiempo para que la persona te haga algunas preguntas, si es que algo o no está claro para ella o si ellas pueden aportarte preguntas diferentes a las que ya te habías planteado.
· Luego formula un pedido claro, explícito y enfocado de lo que tu esperas de la persona. Por ejemplo puedes decirles: “Quiero saber tu opinión acerca de esto, o dime si tú has pasado por una situación semejante”. En caso de que diga que si, pues entonces cuéntame cómo la resolviste y que resultados obtuviste.
· La persona responderá a tu pedido dándote sus opiniones, ideas o sugerencias Escucha atentamente sus comentarios. No los rechaces, ni los aceptes en seguida, sólo escúchalos y anótalos.
En mi siguiente publicación te explicaré el siguiente paso de este proceso de toma de decisiones.