TPP: ¿Miedo a lo desconocido o subordinación al imperialismo? (respuesta)
De entrar en pleno efecto, y liberar los impuestos y cuotas de las doce naciones que hasta ahora han firmado el Acuerdo Transpacífico (TPP, en inglés), quienes se verían beneficiados son más de 480 millones de personas, una cifra para nada pequeña, si se considera que incluso China ha presentado su intención formal de ser parte de este acuerdo en un largo plazo. Obviamente, no todos se beneficiarán por igual, pero ninguna nación racional se atrevería a firmar un acuerdo económico de liberalización de impuestos perjudicando a una mayoría.
Tu primer error, común entre los periodistas de nuestro país al hacer análisis internacionales, es decir que el TPP está ratificado. No es así: recién se ha negociado; luego, queda su discusión en el Parlamento (que puede llevar varios años); y recién después de eso se podría ratificar.
Creer que los tratados internacionales los negocia el Poder Legislativo es tu segundo error. En Chile, y en cualquier otro país, es el Poder Ejecutivo (el presidente o primer ministro) quien tiene esa tarea, gracias al concepto de cesión de soberanía que le entrega la ciudadanía cada vez que vota por un período determinado (en la mayoría de los casos). El Senado recién puede actuar cuando le compete discutir su aprobación o rechazo, una vez que el Ejecutivo les entrega el documento acordado.
En tercer lugar, si tu crítica al “secretismo” apuntara al Poder Ejecutivo, no podría estar más de acuerdo contigo en que la forma no fue la correcta, pero me quedan dudas sobre si haberlo hecho de una manera más abierta y pública habría sido beneficioso, teniendo en consideración los niveles de corrupción de los países que componen este acuerdo económico. Lo más probable es que carteles o empresarios con mucho poder hubieran querido interferir, incluso eclipsando el interés que las bases obreras y trabajadoras pudieran haber ejercido. De ahí, tú misma dilucidas y nombras el problema central de haber negociado el TPP a viva voz: “Reuniones secretas no les harán creer a las personas que ‘sus representantes’ votarán pensando en los intereses de la mayoría del país, menos aún con un Parlamento donde el 25% está involucrado en casos de corrupción de grandes empresas privatizadas en dictadura”.
El cuarto error de tu carta está en asegurar que el TPP será una subordinación al imperialismo estadounidense. No tenemos el texto, no sabemos de qué trata y no nos podemos aventurar en creer que Estados Unidos es quien lo ha pactado obligando a los demás. De hecho, Estados Unidos no fue una de las cuatro naciones que empujó la idea (Chile, Brunei, Nueva Zelanda y Singapur sí), sino que recién se sumó en 2008, dos años después de que se hubiera iniciado la negociación.
En ese mismo párrafo, al referirte a las ganancias previstas para Estados Unidos, analizas cifras absolutas, no porcentajes. Eso es otro error, puesto que debido a la proporción comparativa de los mercados de Chile y Estados Unidos, por ejemplo, es obvio y completamente natural que este último país importe y exporte más cantidad de bienes y servicios, puesto que hay más gente que puede producirlos y a la vez comprarlos. Si Chile, u otro país, tuviera exactamente la misma población y los contextos fueran idénticos, tu análisis estaría correcto. No olvides que en ciencias sociales (y la economía es una de ellas) ningún fenómeno es bivariable, sino multivariable, y que a diferencia de las ciencias naturales nada es determinístico, sino probabilístico.
En tu carta aseguras que el TPP elevaría a doce años el resguardo de patentes de fármacos. Eso no es así. Se mantiene en cinco, que es, de hecho, lo único que sabemos de este acuerdo por declaración del propio director de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Andrés Rebolledo, quien apareció en innumerables entrevistas recalcando este punto.
Concuerdo contigo que la composición del Parlamento chileno no facilita que se hagan grandes reformas para beneficiar a los que tienen menos oportunidades y más necesidades. No obstante, vuelvo a reiterar mi punto principal sobre la soberanía: queda completamente en las manos de los votantes revertir este escenario. Si no se está de acuerdo con quien le representa en el poder, su obligación es castigarlo en las elecciones manifestando su opción, cosa que no se ha visto reflejada en las últimas elecciones, que nos dejó con una triste cifra de un 58% de abstención y el primer lugar en el ranking mundial al respecto.
Aislarse completamente del sistema internacional, como te refieres con “para terminar con el saqueo hay que poner fin a los tratados con el imperialismo, lo que no será de la mano de este régimen social y político, y de sus partidos, sino en base a la lucha y organización de explotados y oprimidos”, es algo arriesgado. Miremos, por un momento, lo que ocurre en los Estados socialistas: todos, a excepción de Corea del Norte, han visto un giro hacia el diálogo y las relaciones diplomáticas y comerciales con Estados Unidos, ¡incluyendo a Cuba!, entendiendo que el avance sustancial no se dará si no se permite una participación e inclusión en el sistema internacional actual. El intercambio de bienes y servicios puede que a Chile no le beneficie en los dineros que le entran por la venta de su cobre, pero de todas maneras le beneficia en bienes y servicios que recibe a un precio mucho menor que si fueran producidos en el mercado local.
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