Tu profesión como empresa
Azul Portillo - Mostro BA

Tu profesión como empresa

Cuando nos lanzamos a la vida profesional en sociedad con otros colegas usualmente diseñamos las cuestiones más fundamentales del negocio, como alquilar un espacio, poner en marcha la oficina, decidir contratar colaboradores o tercerizar tareas, en qué áreas nos vamos a especializar, qué servicios ofrecer según cómo nos complementamos y cómo cotizar, cobrar y repartir ese dinero luego de los gastos de la operación.

 

Existen muchos esquemas de organización y reparto, según los aportes, la responsabilidad, la generación clientes y de asuntos o la dedicación al trabajo y los equipos. El dinero es importante, sin dudas.

 

Sin embargo, al diseñar esos esquemas muy pocas veces abordamos a la profesión como empresa.

 

En eso, el dinero tampoco es tratado profesionalmente ni suficientemente conversado o resuelto como debería hacerse, para que no sea un foco de conflicto en la dinámica de la empresa y que las relaciones sean más saludables a lo largo de su desarrollo.

 

En mi experiencia asesorando a negocios en general y a negocios entre profesionales, son muy escasas las herramientas que se incorporan para diseñar ese negocio profesional como empresa. No me refiero únicamente a un modelo de negocio rentable, ni a una estructura societaria, ni siquiera a un acuerdo entre los socios.

 

Me refiero a la transformación de la profesión en una empresa, que trasciende a sus socios y que va más allá de lo que tienen para aportar en sus años de actividad y prestigio:

 

-        hablar y plantear claramente y con todo lo que implica los esquemas de aporte, dinero, participación, reparto, tiempos, momentos y criterios de valuación.

-        el ADN de la marca del negocio,

-        los no negociables,

-        la visión de futuro y los estilos de liderazgo,

-        los esquemas de integración,

-        la estrategia de crecimiento,

-        los objetivos y el propósito del negocio,

-        el diseño de un tablero de control con indicadores relevantes,

-        un esquema de medición y relevamiento de datos clave,

-        la profesionalización de las tareas más fundamentales,

-        la transparencia con la que se maneja la información,

-        la comunicación y el reporte interno,

-        la asignación de roles y funciones,

-        los mecanismos de reuniones y toma de decisiones,

-        cómo trataremos los errores y equivocaciones,

-        las políticas frente a los colaboradores,

-        el ahorro, la inversión, la difusión, el marketing y las marcas personales de sus miembros,

-        el desarrollo personal y profesional,

-        la cultura de la empresa y

-        qué vamos a hacer cuando ya no estemos o no tengamos interés de seguir activos en el negocio que creamos.

 

Por supuesto que no son los únicos, pero son grandes temas que difícilmente se abordan a tiempo, o se abordan en algún momento.

 

Nada de esto es nuevo en el mundo de las empresas, pero realmente muy escaso en el mundo de las sociedades de profesionales jóvenes -y no tanto- que no pretenden ser como las de las películas, pero sí tener un negocio sostenible en el tiempo, rentable y disfrutable.

 

Esa palabra, el disfrute, parece no estar en nuestro diccionario profesional, porque no parecería compatible poder tener un negocio que funcione, organizado con criterios de empresa profesional y que, además, nos genere gusto y ganas de vivirlo todos los días.

 

El ADN de tu empresa no tiene que ver con tu profesión, sino con vos y con lo que vos hacés de tu profesión.

 

Tu forma de ejercerla, de relacionarte con tus colegas, con tus colaboradores y con los demás interlocutores de tu negocio no tiene por qué seguir los criterios tradicionales de la industria, ni la forma que nos enseñaron en la facultad o lo que vemos en el mercado.

 

Incluso aunque eso funcione para los demás, puede no ser tu modelo a seguir.

 

Podemos hacer las cosas de manera diferente y aún así lograr un negocio que funcione y nos identifique. Que sea un negocio que podamos sostener más allá de nuestra existencia, que nos trascienda y nos eleve: para eso, tenemos que verlo, tratarlo y sentirlo como una empresa. Como nuestra empresa. Con nuestro estilo, aprendiendo de lo que no hicimos bien, incorporando herramientas para lo que no sabemos o podemos mejorar.

Y si las “formas” de las empresas de nuestra industria no nos gustan, podemos adaptar otras formas de empresas que sí nos gustan y aplicarlas -con sus variantes, por supuesto- para construir algo que nos represente y nos haga sentir orgullo.

 

 

 

 

 

Excelente artículo Meli! Muy enrriquecedor 🙌

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Más artículos de Melisa Lubini

Otros usuarios han visto

Ver temas