El valor de lo académico en el prestigio profesional y del negocio

El valor de lo académico en el prestigio profesional y del negocio


Ser una voz autorizada -autorizadísima- en un tema, o tener un socio que lo sea, es invaluable.

 

Son los “cracks” de la industria, de la profesión o del rubro. Son los referentes, las “autoridades” y en quienes buscamos opinión, consejo o pronunciamiento, cuando investigamos, tenemos dudas o queremos ver “qué dice el mercado”.

 

No significa que estemos de acuerdo ni que estén en lo cierto en toda ocasión, pero sin dudas son considerados y tomados en cuenta.

 

En algunos negocios esa persona -el/la “crack”- tiene una trayectoria que la respalda y por eso, tiene muy bien merecido el reconocimiento en el mercado, porque se lo ganó con sus estudios, experiencias, aportes académicos, libros, manuales, tratados, artículos, conferencias, disertaciones, invitaciones a participar en opiniones relevantes, trabajos profesionales o, lo que es habitual, todo eso junto.

 

Otras veces esa persona, tiene además, muchos años de ejercicio de la tarea o profesión, o sea que tiene “oficio” y además, “cintura” para resolver, porque ha atravesado actualizaciones y cambios de criterio, evoluciones, cambios en el contexto macro, modificación de las reglas de juego, ajustes en las normas o las reglas del arte de la industria, cambios en la práctica, ha discutido temas, ha investigado y ha obtenido resultados a pesar de numerosas dificultades que la hacen digna del rol de eminencia.

 

Ser esa persona o tener uno o más socios así, es un gol. Genera negocio de muchas formas. A veces son tan indirectas que cuesta verlas con claridad, pero indagando un poco más profundo, salta la referencia.

 

En algunas formas de asociación, ese referente lo es desde el día uno y está claro que ese será su aporte. Además del dinero que ponga o el trabajo que haga, le da otro perfil, estándar y prestigio a la empresa. Y las personas que vienen construyendo esta trayectoria lo negocian como parte de sus aportes al negocio común y, en consecuencia, como uno de los conceptos a retribuirle en la fórmula de la participación.

 

Otras veces, ese aporte es el único que la persona hará al negocio y usualmente suele estar claro desde el primer día, porque todos los miembros lo saben y así lo aceptan y negocian.

 

Como todo intangible, no se ve físicamente, pero la toma de decisión de elegir a tal o cual empresa muchísimas veces está condicionada por trabajar con una en particular, porque es allí a donde está tal o cual profesional, y eso se debe a que es sabido que su trayectoria y sus resultados hablan por sí solos.

 

Y como todos queremos resultados que nos favorezcan, si esa persona los logró -aunque por su profesión no los pueda garantizar- vamos a confiar en su pericia y seguramente nos inclinaremos por esa opción. Eso es negocio para todos.

 

En algunas oportunidades, sin embargo, ese rol de referente o voz autorizada se va construyendo con el tiempo, y si bien ya existen resultados concretos, la trayectoria de desarrollo es menor y la persona en cuestión aún no ganó ese reconocimiento en el mercado. Es una gran promesa, es muy respetada, pero todavía no es una eminencia.

 

Eso no significa que no esté a la altura, que su trabajo sea de inferior calidad o que no pueda lograr los mismos -o a veces mejores- resultados que la eminencia: significa que todavía no tuvo tiempo de exteriorizarlo o que no le interesa tener un perfil tan alto. Sin embargo, el trabajo habla por sí solo.

 

La exposición de esa persona no genera -todavía- tanta expansión como la de la eminencia ni tampoco genera tantísimo negocio indirecto: pero igual genera resultados, el mercado lo sabe y a veces no los vemos (o no lo queremos ver).

 

Poder aportar experiencia, un criterio profesional solvente y probado, una pericia sólida y confiable, un razonamiento válido, flexible y adaptable, pero siempre dentro de las reglas de la industria, es también un activo y uno muy valioso.

 

En los servicios se ve con mucha más claridad. Saber de un tema y poder resolver, generando buenas gestiones y/o buenos resultados también hace al éxito del negocio común.

 

Poder transmitir conceptos a los equipos y que estos ganen autonomía, desarrollar departamentos y áreas de práctica, tener procesos que funcionan, optimizar procedimientos, ganar eficiencia y generar resultados es una construcción muy silenciosa.

 

Pasa desapercibida, porque no hay ruidos, pero lleva tiempo y esfuerzo y fundamentalmente, trabajo que también habla por sí solo y genera dinero al negocio común.

 

Sin embargo, ese aporte raramente se ve.

 

Es mucho más invisible, porque la persona que lo aporta no es tan visible aún -o no le interesa serlo con esos criterios- pero su trabajo cumple la misma función, con menos show. Y eso también es negocio para todos.

 

Esta reflexión es una invitación a considerar, cuando nos vayamos a asociar, todas las dimensiones de aportes que los participantes pueden hacer.

 

Si, con buena fe, eso no se advirtió al principio, la invitación es a tener esquemas flexibles y ágiles que permitan incorporar esto en la consideración de las fórmulas y los repartos de participaciones, decisiones y dinero.

 

Existen en el mercado sobrados ejemplos que leemos todos los días de negocios que se compran y venden únicamente por su talento, de valuaciones que se incrementan muy considerablemente por equipos que funcionan o compromisos que se exigen de permanecer en la empresa luego de la adquisición sólo porque esas son las personas que, con su experiencia y pericia, pueden llevar adelante el negocio.

 

Así como también vemos referentes y equipos que dejan de estar y la empresa pierde prestigio a velocidades siderales, deja de ser confiable porque se fue tal o cual persona o grupos de personas, o sencillamente, se cae.

 

El prestigio profesional, académico y las experiencias -aunque seamos o no las eminencias del mercado- son activos. Generan negocio, directa e indirectamente y, por ende, son una de las tantas formas de aportar a una empresa y utilizar ese aporte para generar dinero.

 

Esta invitación a considerar el mayor valor que se aporta desde lo intangible, es eso, una invitación a revisar y reivindicar el talento y el esfuerzo que está ahí y nos beneficia a todos. Y que podría también retribuir al que lo aporta, siempre y cuando lo queramos ver a tiempo, sin esperar a que se vaya.

 

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