Un año y 4 meses

Un año y 4 meses desde que desaparecí de mi vida profesional sin despedidas ni explicaciones. Mi sistema nervioso, mi cuerpo y mi mente me obligaron a parar. Ni siquiera fui consciente de ello hasta meses después. 

Las estadísticas dicen que en torno al 43% de los profesionales en España sufre o ha sufrido Burnout y que una de cada cuatro bajas en España son por estrés.  

Escuchamos y leemos sobre esto sin saber muchas veces lo que implica y hasta con la sensación de que es algo ajeno a nuestro entorno.

Sin haber experimentado nunca antes ansiedad y sin conocer la terminología médica correcta, aquí nombro mis principales síntomas durante los primeros meses: Taquicardias, dificultad para respirar, parestesia, parálisis física, estado de agotamiento físico y mental, pérdida de peso, incapacidad de concentración, pérdida de memoria, dificultades cognitivas y comunicativas. 

Las consecuencias de un sistema nervioso alterado se pueden alargan por meses y tienen efectos profundos a muchos niveles. Físicamente estaba agotada. Mentalmente perdí casi todas mis capacidades. Era incapaz de recordar, de gestionar cosas cotidianas como hacer la compra, cocinar o limpiar mi casa. Pasado y futuro dejaron de existir en mi mente. Emocionalmente y a medida que van pasando los meses, lo que sigue a lo descrito antes es lo que los médicos llaman depresión. Químicamente el organismo tiene alterados los niveles de las hormonas necesarias para nuestro bienestar o no es capaz de generarlas. 

Para mí, en el lenguaje del alma, lo que ocurre es que después de haber pasado por todo eso es necesario resignificar tu vida, porque en todo ese proceso hay un momento en el que la vida deja de tener sentido. Todo aquello que creía cierto deja de serlo. La persona que era antes ya no está ni va a volver. Toca cuestionarselo todo, encontrar respuestas a grandes preguntas, y reconstruirse para poder seguir adelante.  

Reequilibrar todo esto puede llevar meses o incluso años y en mi opinión requiere de ayuda externa. 

Gracias a que tuve los recursos internos y externos necesarios pude buscar el apoyo profesional adecuado que necesitaba en cada momento. A pesar de que encontré muy buenas profesionales en la seguridad social, la lista de espera era demasiado larga y contar solo con el apoyo de pastillas diarias durante este periodo no era suficiente.

Aunque las estadísticas muestran que cada año los casos aumentan, es algo de lo que no se habla, se esconde. También me entristece comprobar que se considera algo individual de quien lo padece. 

Considero que algo no estamos haciendo bien como sociedad ni como actores del ecosistema empresarial cuando el % de estrés laboral cada año es mayor y las bajas por ansiedad, estrés o depresión cada vez son más altas. 

Hoy, en el día de mi cumpleaños y después de un año y 4 meses, decido compartir mi experiencia con quien quiera conocerla para romper el silencio que rodea a estas situaciones y mirarlas a los ojos. 

Lo que nos negamos a mirar no se puede cambiar. Y considero que es responsabilidad de todos y todas como actores del ecosistema empresarial reconocer lo que no funciona correctamente y actuar de manera responsable para tener un futuro mejor.

Estaré encantada de tomar un café virtual con quien quiera conocer más sobre mi experiencia, y quizás vaya compartiendo mis aprendizajes públicamente.  

Aquí dejo dos aprendizajes: 

1. Reconstruirse desde los lugares más oscuros del Ser es duro y agotador y, a la vez, ha sido un gran regalo de la vida.

2. No debería ser necesario llegar al extremo de romperte para reflexionar sobre la vida que estás viviendo, tus creencias y tus valores.