Un apólogo envenenado

Un apólogo envenenado

Me encontré la siguiente historia en Internet:

En la facultad de medicina, el profesor pregunta a un alumno:

"¿Cuántos riñones tenemos?

"Cuatro" - responde el alumno

"¿Cuatro?" - replicó el profesor de forma arrogante pues era uno de aquellos que siente placer al pisar los errores de los otros - "¡Traiga un poco de pasto porque tenemos un burro en la sala!" - ordena el profesor a su auxiliar.

"¡Y para mí un cafecito!" replicó el alumno al auxiliar del maestro.

El profesor se enojó y expulsó al alumno de la sala. Al salir, el alumno todavía tuvo la audacia de corregir al furioso maestro:

"Usted me preguntó: ¿cuántos riñones tenemos?, tenemos cuatro, dos míos y dos suyos; "tenemos" es una expresión usada para el plural. ¡Que tenga un buen provecho y disfrute el pasto".

La vida exige mucho más comprensión que conocimiento. A veces, las personas por tener un poco más de conocimiento o "creer" que lo tienen, se sienten con derecho de subestimar a los demás.

La anécdota anterior (porque en algunos lugares aparece como anécdota) se cuenta de un humorista brasileño, desconozco si es verdad así como desconozco al autor de la historia que acabo de referir.

En cualquier caso, la narración tiene la forma de un apólogo y como tal circula por la red y por supuesto está envenenado.

Bajo la apariencia de enseñar que la arrogancia es negativa, se brinda una imagen negativa de los docentes.

Analicemos. Puesta la historia como tal, tanto el alumno como el profesor son "asnos"; el profesor por corregir de tal manera al alumno (por cierto que no todos los profesores tiene la costumbre de reaccionar de tal manera), pero el alumno por pretender que "tenemos" sólo incluye al hablante y a su interlocutor, ¿y los demás alumnos de la sala?, ¿no tenían riñones?, ¿no caben en el plural que indica la conjugación del verbo?

Alumno asno, pícaro, arrogante y egocéntrico, pues además desconoce que en español existen forma retóricas, como el "tenemos" de la expresión del profesor que sólo pretenden involucrar a los oyentes en lo que se dice.

Este falso apólogo toma como base la confusión del sentido recto del idioma con el figurado, lamentablemente cae por su propio peso, porque qué hubiera dicho el alumno si el profesor hubiera contestado: "se equivoca usted, tenemos tres riñones, dos de usted y uno mío, porque el año pasado doné uno a alguien que lo necesitaba"

En fin, que hay que tener cuidado con estos apólogos envenenados, porque circulan muchos y son como las gotas de agua que taladran la roca, cada gota por sí misma es inocua, pero en conjunto y con persistencia quiebran cualquier cosa, en este caso, la imagen de los docentes y la idea de la docencia.


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