Un Checklist mas...que no hacemos

¿Crees que trabajas en un paraíso profesional donde las ideas fluyen, las opiniones cuentan y todos colaboran como un equipo de película?

Bueno, permíteme iluminarte con un pequeño ejercicio de realidad llamado autodiagnóstico de seguridad psicológica. Prepárate para descubrir que ese "ideal" que tanto presumes puede ser más bien un campo minado de silencios incómodos, miradas esquivas y desmotivación general.

Aquí tienes 12 preguntas para reflexionar. ¿Cuántas de ellas describen tu día normal en la oficina?        

1. ¿Te has sentido excluido en un entorno social?

Esa deliciosa sensación de ser invisible: estás ahí, pero es como si no existieras. Pasa en reuniones, almuerzos de equipo o incluso en esos chats grupales donde ni te leen.

• Costo: Talento perdido. La exclusión desmotiva, aísla y mata cualquier chispa de colaboración.

2. ¿Has tenido miedo de hacer una pregunta?

¿Preguntar? Claro, porque el miedo a que te vean como "el tonto del grupo" es muy motivador. Mejor quedarse callado y que el problema se haga más grande.

• Costo: Una solución que no se exploró porque, bueno, "calladito me veo más bonito".

3. ¿Te has quedado en silencio cuando sabías la respuesta a un problema?

Sabías la solución, pero tu cabeza dijo: "Ni lo intentes. ¿Para qué arriesgarte?".

• Costo: Cada vez que optamos por el silencio, la organización pierde más de lo que cree ganar.

4. ¿Alguien más se ha llevado el crédito por algo que hiciste?

Oh, la clásica. Trabajas duro, alguien más recoge los laureles y tú solo puedes observar.

• Costo: Desgaste emocional. Pero no te preocupes, ¡al menos aprendiste sobre "humildad"!

5. ¿Has dado una sugerencia que fue ignorada?

Compartiste una idea brillante, y lo único que obtuviste fue el eco del vacío.

• Costo: Ideas valiosas desechadas porque, claro, "¿qué podría saber tú de esto?".

6. ¿Te han interrumpido de manera grosera en una reunión?

Esos momentos mágicos en los que alguien te corta para explicar su brillante punto, que generalmente no es tan brillante.

• Costo: Frustración colectiva y un equipo menos interesado en colaborar.

7. ¿Te has sentido objetivo de un estereotipo negativo?

"Seguro no entiende, porque..." (inserte aquí género, edad, cultura o cualquier otro prejuicio absurdo).

• Costo: Pérdida de perspectivas diversas que podrían salvar proyectos... pero ¿quién necesita eso?

8. ¿Has enfrentado represalias por desafiar el status quo?

Intentaste mejorar algo, desafiaste una práctica arcaica, y tu recompensa fue el castigo o la marginación.

• Costo: Innovación muerta y equipos atrapados en el siempre lo hemos hecho así.

9. ¿Tu jefe pidió retroalimentación pero realmente no la quería?

"¿Qué opinan?" Pero la verdad ya tenía todo decidido. Preguntar era solo un trámite.

• Costo: Desconfianza y equipos que terminan diciendo "sí a todo", aunque todo esté mal.

10. ¿Te han avergonzado o ridiculizado públicamente?

Un chiste, un comentario, o una crítica malintencionada que deja a todos incómodos, pero a ti especialmente.

• Costo: Una atmósfera de inseguridad donde todos prefieren no ser la próxima víctima.

11. ¿Te han castigado por cometer un error honesto?

Los errores deberían ser lecciones, pero en tu oficina, son razones para ser crucificado.

• Costo: Menos aprendizaje, más errores repetidos, pero ¡hey, la culpa es tuya!

12. ¿Te han hecho sentir inferior?

Esos comentarios sutiles (o no tanto) que te hacen cuestionar si vales algo en absoluto.

• Costo: Moral baja, rotación alta y un rendimiento que deja mucho que desear.

El alto costo de la ironía organizacional        

Cada "sí" que respondiste es un costo oculto para tu empresa. Tal vez no lo veas reflejado en las hojas de balance, pero lo sentirás en la falta de innovación, en los proyectos que fracasan y en el equipo que poco a poco pierde ganas y motivación.        

Así que, la próxima vez que alguien diga que la seguridad psicológica es "un lujo", recuérdales que los lujos cuestan caro, pero la mediocridad disfrazada de liderazgo cuesta aún más. ¿Qué prefieres pagar?        

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Un abrazo

Charly WIGSTROM BRONCHEUR