COMPLACENCIA: La falacia del "exceso de confianza"

COMPLACENCIA: La falacia del "exceso de confianza"

"Cepillarse los dientes es el ejemplo perfecto de cómo la repetición transforma lo consciente en complacencia. Cada mañana, nuestro cerebro deja de ver los detalles, y así sucede también en la industria." – Charly Wigstrom

Ah, la complacencia, ese término omnipresente en la industria de seguridad que parece ser la respuesta universal para todo lo que sale mal. ¿Un trabajador no siguió el procedimiento? ¡Complacencia! ¿Un incidente evitado por poco? ¡Complacencia! Pero, ¿alguna vez te has detenido a pensar si entendemos realmente lo que significa?

Spoiler: no, no lo hacemos.        

Bienvenidos a esta cruda pero necesaria intervención sobre un término que hemos maltratado tanto que debería demandarnos por difamación. Vamos a desmenuzar el concepto desde un enfoque neuronal (sí, vamos a hablar de neurociencia, pero tranquilo, no te haré sentir que estás en un quirófano). Prepárate para descubrir que la complacencia no es lo que te dijeron en tus aburridas charlas corporativas.


¿Qué creemos que es la complacencia?

La definición clásica, salida directamente del diccionario: "Exceso de confianza o tolerancia excesiva". Suena convincente, ¿verdad? ¡Error! Si te quedas con esto, estás navegando con un mapa de fantasía. Según un estudio citado (porque aquí hacemos la tarea), el 34% de los profesionales asocia la complacencia con hábitos. ¿Y qué sabemos sobre los hábitos? Que son como autopistas neuronales que construimos a través de la repetición.

Entonces, no, la complacencia no es exceso de confianza. Es rutina disfrazada de despreocupación.

La neurociencia lo explica mejor que tú (y yo)

Cada vez que hacemos algo nuevo, nuestro cerebro está a full: la corteza prefrontal pide refuerzos al estriado para prestar toda la atención posible. Pero el cerebro es un perezoso eficiente; con cada repetición, demanda menos energía hasta que la actividad se convierte en automática. Resultado: lo que empezó como una tarea consciente termina como un piloto automático.

Ejemplo sencillo: cepillarse los dientes. La primera vez, casi necesitas un tutorial en YouTube. Hoy, lo haces mientras piensas en tus problemas existenciales. ¿Por qué? Porque tu cerebro convirtió el acto en un hábito inconsciente. Lo mismo pasa en las tareas laborales: permisos de trabajo, chequeos rutinarios, etc. Lo repetitivo se vuelve invisible.


La falacia del "exceso de confianza"

En la industria, adoramos culpar al humano por "exceso de confianza". Pero, ¿sabes qué? Esto no es más que un mito. La repetición, no la experiencia, es lo que nos lleva a ignorar detalles importantes. Incluso el empleado más novato puede caer en la complacencia si repite una tarea lo suficiente.

Así que no, no es que la gente con experiencia sea irresponsable. Es que el cerebro humano está diseñado para optimizar esfuerzos, no para recordar que debe revisar el extintor cada mañana como si fuera la primera vez.


¿Y ahora qué hacemos?

Aquí viene el giro inesperado: combatir la complacencia no se trata de gritar "¡Presta atención!" más fuerte. Tampoco de repartir charlas motivacionales sobre cómo "todos somos responsables". La solución está en rediseñar las tareas y los entornos para que rompan con la monotonía.

Algunas estrategias:

  1. Rotación de roles: Introducir nuevas responsabilidades para evitar que las tareas caigan en la zona de confort.
  2. Mapeo de hábitos: Usar herramientas como matrices de repetición para identificar qué actividades tienen mayor riesgo de ser realizadas en piloto automático.
  3. Entrenamiento consciente: Cambiar el enfoque de "evitar errores" a "mitigar impactos" con procesos más dinámicos y humanos.


La gran verdad sobre la complacencia

La complacencia no es un defecto humano, sino una característica natural de nuestro cerebro. Tratar de eliminarla con discursos moralizantes no solo es inútil, sino que daña la moral de los empleados. En lugar de culpar, debemos entender cómo anticipar escenarios de inconsciencia y rediseñar nuestras operaciones para adaptarnos a la realidad humana.

¿Listo para aceptar que el problema no es el "humano confiado", sino los sistemas que ignoran cómo funciona su cerebro? Genial, porque ahí empieza el verdadero cambio. Y si aún no estás convencido, sigue repitiendo el mismo discurso de siempre. Al fin y al cabo, la repetición es la madre de todos los hábitos.


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Descubre cómo romper paradigmas en nuestro libro "Cultura de Seguridad: Un Problema Complejo que Necesita Ser Definido", disponible en Amazon. Porque si algo necesita nuestra industria es dejar de usar términos vagos y empezar a entender lo que realmente sucede.

Nos vemos en la próxima charla, donde prometo ser igual de directo, y sí, un poco sarcástico. 😉


Un abrazo

Charly WIGSTROM BRONCHEUR

Jaime Pimentel

Ingeniero de envasado en UCP BACKUS Y JOHNSTON SAA

3 días

Muy didáctico

Es rutina disfrazada de despreocupación 🤣🤣🤣👏👏👏👏👏. La Rotación de Roles y automatización son muy buenas. Charly me gusta tu simpleza, sin dejar de ser técnico en los temas y no vendes humo como el resto (esta lleno el rubro).

Gabriel Tartaglini

Tecnico Superior en Higiene y Seguridad en el Trabajo Técnico Mecánico Electricista Analista Seniors en HSE

3 días

Ya acuñee ese termino

Byron Cristales

Safety & LOTO Specialist, HSE Advisor

3 días

Modo automático, sin sentido de alerta.

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