Una gestión educativa de ojos abiertos

Una gestión educativa de ojos abiertos

No hace mucho Elina Fabius , profesional dedicada a facilitar procesos de cambio, nos invitaba a un equipo de dirección, en un contexto de cambio de la organización, a realizar una “gestión de ojos abiertos”.

Esta invitación evocó en mí el recuerdo de la “mística de ojos abiertos” del teólogo alemán J.Bauptist Metz (2011), que proponía vivir la espiritualidad o lo espiritual, no como algo que nos ayuda a evadirnos del mundo y sus problemas, sino a vivir con “los ojos abiertos” a lo que pasa en el mundo, con una actitud vital de compromiso con el cambio.

Desde esta perspectiva, me planteo “tirar del hilo” de esta idea y preguntarme, qué es una gestión educativa de ojos abiertos. Propongo cuatro elementos como provocación a seguir pensando y encontrar otros.

Un primer elemento es el conocimiento profundo y actual de la realidad de las personas y los equipos de trabajo del centro educativo y la confianza en lo que pueden aportar. Hablamos de los estudiantes, de las familias y de los educadores y todos los equipos entorno a los cuales la vida del centro se organiza. Conocerlos es ser conciente de las necesidades, los problemas y los desafíos que enfrentan, para despertar posibilidades de mejora activa de cada realidad.

Ello supone dos opciones claras del directivo. Por un lado, concebir a las personas no solo desde el rol o la función que realizan, sino como actores protagonistas del centro educativo. Por otro lado, la conciencia clara que un directivo (ni nadie) convoca ni interactúa con los demás, desde la suficiencia y la posesión de la razón (B.Blejmar, 2024).

“Allí donde alguien se erige en Todo, sólo queda la Nada para los demás” dice B.Blejmar (2024, 14). La capacidad de silencio, de dar espacio, de escuchar, de posibilitar tomar la voz a los demás, da al directivo la posibilidad que su mirada, su visión, sus propuestas crezcan en alcance y profundidad.

Un segundo elemento es consecuencia del primero: el conocimiento nos hace responsables de los demás. Responsables en el sentido de tener cuidado y atención a lo que se hace y a lo que se decide y a cómo se hace y cómo se decide.  A los directivos toca tomar decisiones informadas –“basadas en evidencias”-, justas, que promuevan la inclusión y el bienestar de todos, sin dejar a nadie por el camino. Al mismo tiempo, las decisiones de los directivos y su forma de tomarlas, despiertan, responsablizan (o no) al colectivo en la atención y el cuidado de las personas y los procesos.

Esta responsabilidad colectiva que el directivo facilita es esencial para que los cambios tengan incidencia en la realidad. No es, sin embargo, automática: está íntimamente vinculada al cómo se toman las decisiones.

La responsabilidad por las decisiones tiene otra dimensión importante y es la social. Lo que pasa en un centro educativo tiene un impacto más allá de sus muros, pasa también en el contexto social y educativo en el que se inserta. En este sentido gestionar con los ojos abiertos es la atención simultánea a lo micro del “metro cuadrado de incidencia” de cada uno (M. Furman, 2021, 31), y a lo macro del impacto que tiene en la sociedad lo que acontece (o no) en el centro educativo.

En tercer lugar, se trata no sólo de comprender y analizar la realidad, sino de actuar sobre ella para transformarla. Se trata de trabajar con lo que sucede dentro de las aulas y también transformar la organización y la cultura escolar para que se facilite el aprendizaje de los estudiantes y su preparación para los desafíos reales del mundo real.

El foco de una dirección de ojos abiertos está puesto siempre en los aprendizajes y en la disposición de toda la organización educativa al servicio de que ello suceda. Este es el sentido de la necesidad de profesionalizar los procesos de trabajo, mejorar los sistemas de información y tener herramientas eficaces de monitoreo y evaluación de aprendizaje.

Finalmente, una gestión educativa de ojos abiertos asume como estratégica la mirada al futuro, alentando nuevas ideas, nuevas perspectivas y nuevas experiencias. La innovación pedagógica, la permanente búsqueda de formas de enseñanza que faciliten más los aprendizajes y la creatividad para resolver situaciones, son asuntos estratégicos para el directivo.

Es quizá el directivo la persona que “si o sí” debe tener esta mirada estratégica. Sabemos que es difícil en medio de los emergentes cotidianos, por eso es necesario organizar los tiempos y espacios de modo de privilegiar este rol que la organización educativa le pide.

Saber lo que les pasa a las personas, generar confianza y responsabilidad colectivas, accionar para transformar la realidad y mirada estratégica al futuro, son los elementos que pueden caracterizar una gestión educativa de ojos abiertos. Seguro hay otros si seguimos “tirando del hilo”.


Bibliografía:

J.B.Metz (2011), Por una mística de ojos abiertos. Cuando irrumpe la espiritualidad.

B. Blejmar (2024), La facilitación como práctica directiva. Desnudando y liberando posibilidades para que las cosas sucedan.

M. Furman (2021), Enseñar distinto. Guía para innovar y no perderse en el camino.

Nicolás R.

En aprendizaje continuo | Educación - Marketing Digital - Filmmaker - Editor de contenidos

3 meses

Muy bueno Alejandro! Ya me apunté el libro de Blejmar para leer. Gracias por tu reflexión. Saludos

Alejandro Gallesio

Director General del Colegio San Juan Bautista

4 meses

Faltó arrobar a Elina Fabius !

Javier Labarthe-Carrara

Colaborando en el desarrollo del desempeño y el bienestar organizacional, a través de la investigación y consultoría en Psicología del Trabajo y las Organizaciones

4 meses

Muy interesante Alejandro Gallesio y necesario en la educación que necesitamos.

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