Votos por mentiras

Este artículo fue originalmente publicado en El Correo Gallego el 10 de noviembre de 2024

Los resultados de las elecciones estadounidenses que devolverán a Donald Trump a la Casa Blanca son legales e incuestionables en cuanto a la legalidad y transparencia del proceso de votación y recuento. Pero a mi modo de entender no reflejan los principios éticos y valores que considero importantes y justos y que pienso que son los que queremos dar a nuestros hijos y alumnos. Las madres y padres nos empeñamos en enseñar a nuestros hijos a no mentir, a no falsificar, a respetar los derechos ajenos, a no despreciar al extranjero, a respetar y tratar igualmente a las mujeres y a los hombres, a no encubrir un delito con otro… Nos empeñamos en lo que durante mucho tiempo hemos ido construyendo colectivamente como valores humanos de una sociedad libre, democrática y mejor: la tolerancia, la responsabilidad, la honestidad, la ética, el respeto al prójimo… Trump no sigue esta lista y esto ya no es una opinión personal. 

La persona que volverá a ser la más poderosa del planeta mintió públicamente durante su primer mandato como presidente de los EE. UU. en más de treinta mil ocasiones, según un recuento hecho por The Washington Post. Más de veinte mentiras diarias. En otro análisis publicado hace unos días cuantificaba en más de 2000 millones de vistas las afirmaciones engañosas sobre las elecciones que realizó Elon Musk, principal apoyo de Trump, en su red social, ahora denominada X. Con razón el Foro Económico Mundial situó este mismo año a la desinformación como el riesgo mayor en los dos próximos años a escala global.   

Tal es la mentira de todo lo que rodea a Trump, que la prestigiosa revista Nature publicó días antes de las elecciones un editorial con el muy elocuente título: “El mundo necesita un presidente de EE. UU. que respete la evidencia”. En él recuerda que: “Trump no solo ignoró repetidamente el conocimiento basado en la investigación, sino que también socavó la ciencia nacional y mundial y las agencias de salud pública. Ha negado la ciencia del clima, ha mentido sobre la respuesta del gobierno federal a las previsiones de huracanes y ha pedido a los científicos que investiguen si se pueden utilizar desinfectantes para tratar a las personas con COVID-19.” Leer este editorial pone los pelos de punta y genera acidez de estómago, pero reconforta la valentía de quienes lo han escrito y de la revista en su conjunto. 

Lo mejor que puede hacer la educación no es siquiera aportar cuantas más verdades mejor, sino que no aceptemos jamás una mentira o falsedad en su lugar, y que no renunciemos nunca a buscar y defender la verdad, incluso entre tinieblas y peligros. Ojalá sirviese también para lograr que no demos nuestro voto a la mentira. En ningún momento ni en ningún lugar, tampoco aquí, en nuestro país. 

“No basta decir solamente la verdad, mas conviene mostrar la causa de la falsedad”. Aristóteles.