WILSON KIPKETER,
EL KALENJIN DANÉS
La trayectoria del atleta que cambió Kenia por Dinamarca y dominó la prueba de los 800 metros

WILSON KIPKETER, EL KALENJIN DANÉS

La imagen que se te viene a la cabeza cuando piensas en un danés es la del clásico nórdico. Un tipo más bien alto, de cabello rubio y piel muy pálida. Y si hablamos de deportistas daneses, puedes dudar, como mucho, entre un elegante futbolista, cuyo estereotipo representa a la perfección el genial Michael Laudrup, o un rudo jugador de balonmano, de cuerpo rocoso y potente brazo. No en vano, el fútbol y el balonmano son los deportes más populares del pequeño país nórdico. Sin embargo, aunque los de marcar goles con el pié (o la cabeza) lograron ganar una Eurocopa (la famosa del 92 para cuya fase final ni siquiera se habían clasificado), y los de hacerlo con la mano tienen en su haber dos títulos continentales, en ninguno de los dos casos han logrado triunfar en un campeonato del mundo.

Algo que, en cambio, si consiguió, y en cuatro ocasiones, además, un atleta cuyo aspecto físico no puede distar más del típico súbdito del reino de Hamlet: Wilson Kipketer. Se trata, sin duda, de un danés de lo más improbable… no muy alto, bien moreno y con piel del color del ébano. Y siendo, como es hoy día, cada vez más habitual ver a corredores africanos defendiendo los colores de países que nada tienen que ver con el de su origen, lo fácil sería pensar que el caso del ochocentista nacido en un pueblecito del valle del Rift es uno más de esos de nueva nacionalidad adquirida a base de talonario, como si de un fichaje futbolístico se tratara.

Sin embargo, lo de Kipketer, además de ser anterior a esa tendencia siempre más en auge de ‘comprar’ talento por parte de países que andan algo escasos del mismo, es, en realidad, bastante diferente. Porque con este Kalenjin se cumplen pocos de los tópicos que todos tenemos tan asociados con los atletas procedentes de esa zona del mundo tan prolífica en extraordinarios corredores de fondo. Para empezar, nada de eso de haberse acostumbrado a correr ya desde pequeño, a base de tener que cubrir kilométricas distancias a pié para ir desde su aldea a la escuela más cercana. Cuando le preguntan por ello, el tímido y reservado Wilson no puede menos que esbozar una sonrisa y contar que, en realidad, iba al colegio dando un corto y tranquilo paseo, ya que apenas si distaba unos pocos metros de su casa. Y mientras la mayoría de los chicos de su edad en Kenia tenían como héroes deportivos a los atletas de su país que brillaban en las pruebas de fondo a nivel internacional, su modelo eran las hazañas en las pistas de tartán del velocista estadounidense Carl Lewis...[leer artículo completo]

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