Y después del carnaval... ¿Quién paga la fiesta?

Y después del carnaval... ¿Quién paga la fiesta?

Las fiestas populares en Latinoamérica tienen un costo que muchos gobiernos temen revelar con la transparencia que corresponde, por miedo a ser tildados de despilfarro de fondos públicos.  Pero son en verdad, ¿un gasto o una inversión?.

Hace un par de semanas atrás, durante un evento interno sobre innovación, un colega – economista - lanzó un comentario que explotó en la sala: “Los gobiernos de Latinoamérica “gastan” más en cultura que en cualquier otro sector prioritario para la población”. El silencio que precedió esta afirmación fue tan fuerte que creó un eco. Todos parecieron estar de acuerdo.

Mi colega no está solo. Muchos piensan que la cultura, ese monstruo de palabra con mil cabezas que todo lo abarca, es la responsable de comerse un presupuesto vital para sectores como la salud o la educación. Todo se lo devora con la misma rapidez que explotan en el aire los fuegos artificiales del final de la fiesta, esa pirotecnia que cuesta miles de dólares y que luego tendremos que pagarla nosotros mismos, los ciudadanos de países con índices preocupantes de pobreza. Pero  como dice el dicho: ¿Quién nos quita lo bailado?. Al final del día, el cuerpo pide “salsa” y hasta los mismos detractores terminan siendo los últimos en irse de “la fiesta”. Contradicciones que forman parte del folklore.

Siempre prevalece esa necesidad humana de celebrar nuestro trabajo, nuestros logros, de olvidarnos por un instante de lo pobres que somos, para festejarnos, distendernos, tomar fuerzas y seguir adelante con menos dinero pero con mayor ímpetu, orgullosos de nuestro pasado y optimistas sobre nuestro futuro (aunque tambaleando en el presente). Componentes difíciles de cuantificar con indicadores confiables que den un valor “real” a lo esencial. Siempre lo intangible, tan fundamental para la cultura. Siempre tan invisible para los economistas que, como nuestros padres, al final del día, son los que terminarán aceptándonos o no, el presupuesto para nuestra próxima fiesta.

 Si profundizamos nuestro enfoque descubriremos sin embargo que existe una oportunidad de transformar a nuestras fiestas en productos de mayor calidad, de mayor valor agregado para nuestra sociedad y de mayor impacto económico. A pesar de lo intangible hay números suficientes que hablan por sí solos.

 Atentos a estos números naranja:

La contribución de la Economía Naranja a las exportaciones mundiales superan hoy en día los $558,5 mil millones de dólares anuales,  de los cuales, Las Américas facturan $87,6 mil millones de dólares y lo que es aún más notorio, la cultura da empleo anualmente en nuestro continente a más de 23,3 millones de trabajadores. Para ponerlo aún más en perspectiva: la Economía Naranja de Latinoamérica y el Caribe factura en su totalidad $175 mil millones de dólares anuales. ¿Queda claro entonces porqué es necesario hablar de un gran oportunidad de negocio?.

Argumentos sobran para transformar la percepción del “gasto público” a la de una inversión en mayúsculas. Nuestras fiestas populares: nuestros carnavales, las ferias, las bienales, las celebraciones religiosas, las exhibiciones y los festivales: de música, de danza, de artesanías, de literatura, de cine, de moda, de fotografía, de gastronomía… son una poderosa herramienta de desarrollo urbano, social y hasta de integración regional. Por su visibilidad dan la sensación errónea de ser un gasto desmedido pero sin embargo el análisis profundo demuestra lo contrario. 

 Son tantos los eventos culturales que producimos en la Región, que pareciera imposible clasificarlos y asignarles un valor. Somos dueños de una mega industria que factura millones de dólares al día, que contribuye significativamente al producto bruto interno de nuestros países, que genera miles de empleos en una cadena de servicios inagotables y que además mueve los engranajes de otro monstruo que si es visible por sus números puros: el Turismo.  La Cultura y el Turismo. Una pareja perfecta y fértil, en la cual, en muchos casos, no pueden vivir el uno sin el otro. El turismo cultural.  

 Saquen entonces sus calculadoras. ¿Cuánto dinero creen que ingresa a nuestras arcas regionales si sumamos los ingresos de estas fiestas? Todas las fiestas de carnaval de Latinoamérica y el Caribe incluyendo el de Rio y el de Oruro en Bolivia, la Fiesta de la Vendimia en Argentina con sus 18 fiestas subregionales, las celebraciones del Día de los Muertos en México, el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, la Feria del Libro de Guadalajara, los Festivales de Cine de La Havana, de Mar del Plata, de Cartagena…la Feria de las Flores de Medellín, el Festival Inti Raymi en Cusco y los conciertos masivos!: Rock In Rio, Rock al Parque en Bogotá, Lollapalooza que acaba de convocar 170.000 personas en una sola noche en Buenos Aires, el Festival de la Canción de Viña del Mar en Chile, el de Cosquín en Argentina, o Mistura en Lima más todas las ferias gastronómicas de la región, las ferias  de alta costura… ¿Te suena Colombiamoda?, las ferias de artesanías de cada plaza, en cada pueblo, en cada fecha importante, los conciertos de todos tus artistas favoritos en cada ciudad, pueblo de la Región…. Tranquilos, ya sé que se me quedaron mil en el tintero pero… ¿Vamos sumando?.

 El acceso libre a la cultura se confunde mucha veces con la idea que la cultura es gratis, que es un gasto público, que da pérdidas y que podría prescindirse de ella. Sin embargo, toda la cadena de productos culturales y de servicios anexos generan además un efecto dominó, una gran cantidad de ingresos por impuestos, patentes, licencias, derechos de autor, etc… que regresan al gobierno para apoyar precisamente esas otras áreas prioritarias como salud, educación, etc.  En cada Fiesta Popular, contribuimos al desarrollo de nuestro patrimonio cultural, fortalecemos nuestra identidad, nos divertimos, generamos empleos, contribuimos al desarrollo económico y parte del dinero regresa a sumar al desarrollo de otros bienes esenciales. Un círculo perfecto.

 Pero después del carnaval, ¿cuánto cuesta la fiesta?

 Vamos a un ejemplo concreto. Una de las fiestas populares más grandes del mundo y orgullo de nuestra Región. El carnaval de Rio de Janeiro.

 A más de un millón de turistas, 75% nacionales y 25% internacionales, no les importó el zika. Se compraron todos los repelentes posibles en las tiendas locales y se animaron a disfrutar al máximo del Carnaval de Rio 2016. El más cálido del mundo. Y este año la cosa sí que estuvo caliente, los patrocinios cayeron en picada y el alza del dólar complicó la importación de materiales, con lo cual la única alternativa ha sido la industria local. Tal vez no la mejor opción para la calidad del espectáculo, pero sí muy beneficioso para comerciantes de la zona, generando en la crisis más negocios de los previstos. El sambódromo fue colmado por más de 70.000 personas cada día recaudando 35 millones de dólares por boletería solamente  y la fiesta se transmitió a todo el mundo por televisión generando grandes ingresos extras por televisación. Un brasileño de bajos recursos pudo conseguir una entrada popular a unos $15, aunque las promedio arrancaban en los $35 y las mejores llegaron a valer hasta $900. Todo genera ganancias pero el costo también es alto. El desfile de cada “escuela” puede costar entre dos y cinco millones de dólares, con gran aporte de empresas brasileñas y extranjeras. Río de Janeiro tiene más de 70 escuelas de Samba y las doce escuelas mejores compiten por el título de campeones. Todas ellas se pueden ver desfilar durante los 4 días de Carnaval. Los lujosos trajes usados por algunos de los participantes en los carros alegóricos pueden pesar más de 40 kilos con una inversión de $35.000 dólares cada uno en materiales y sin contar la mano de obra. Confeccionarlos lleva hasta ocho meses de trabajo. Cada escuela de samba genera más de 7000 empleos: costureras, escultores, artistas plásticos, compositores, músicos, empresas que venden material de fantasía, carpinteros, zapateros, iluminadores, escenógrafos, empresas de catering, de iluminación, de sonido, etc. La lista es interminable. Es mucha la gente que vive todo el año del carnaval. Y como sucede con otras fiestas regionales, son muchos los trabajadores que tienen un cargo permanente en el gobierno durante todo el año, para hacer estas fiestas posibles.

 Rio genera con su carnaval una recaudación de hotelería, transporte, restaurantes, suvenirs, etc. de aproximadamente US$ 650.000.000, durante toda la semana del carnaval con un promedio de US$ 700 por turista".

Tal vez la clave este en pensar no tanto en el gasto sino por el contrario…si estamos invirtiendo lo suficiente. No olvidarnos de lo patriótico y lo folklórico que siempre es importante pero, claritos todos, que estamos hablando de un gran negocio.  Y ser más pragmáticos. Cómo podemos comenzar a trabajar juntos, a aprender de nuestros aciertos y de nuestros errores, para fortalecernos y generar un nuevo negocio que nos beneficie a nivel regional, movilizando el turismo y aprovechando las oportunidades de co-producción como ocurre en otras industrias culturales, abriendo mercados para nuestros productos culturales más allá de lo obvio. ¿Cuántos carnavales tenemos en Latinoamérica y el Caribe?. ¿Podemos compartir conocimiento, vestuario, escenografía para abaratar costos?  ¿Qué oportunidades nos estaremos perdiendo por creer que nuestras fiestas populares son solo nuestras y mantener nuestro conocimiento adquirido solo para nosotros? ¿Qué pasaría si invitamos a la fiesta a nuestros vecinos y creamos alianzas con ellos que nos beneficien a todos o generamos grandes intercambios para que los que trabajan aquí vayan al país de al lado y aprendan lo que hacen allá y viceversa?. ¿Podemos innovar en nuestras "tradiciones"?. Les dejo esas preguntitas de tarea.

Mientras tanto veré si comienzo por convencer a mi colega economista. En futuras entregas estaré analizando los casos particulares de cada una de estas oportunidades. ¿Qué fiestas populares tienes en tu ciudad? ¿Cómo crees que ayudan a los miembros de tu comunidad?. ¿Te animas a compartirnos tus ideas para innovar en este sector?. 

¡Sigan en sintonía y suban el volumen, mientras le ponemos más ritmo a nuestra fiesta!.

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