Ya no quiero ser Jefe

Ya nadie quiere ser jefe. Mi feed de Linkedin lo pinta como un ser arcaico quien, sentado detrás de su escritorio, grita órdenes a diestro y siniestro. O al frente de una canoa, megáfono en mano e índice en el horizonte, que niega a sumarse a sus empleados empeñados a remar el renqueante barco/empresa. Veo infografías que enumeran las diez cualidades más destructivas del Jefe frente a las 10 más positivas del Líder. La cantidad de ejemplos que leo cada dia es enorme, y llegado un punto me pregunto el porqué. Qué está pasando? Qué ha sucedido para que señalemos de esa manera la figura del Jefe?

A lo largo de la historia, estos cambios culturales se han ido sucediendo de la mano con las circunstancias político/ sociales, avances tecnológicos o momentos econòmicos. De los libertinos ejecutivos estilo Mad Men de los años 50 y 60, se pasó a los ambientes burocráticos y de peloteo al más puro estilo Fantozzi de los 70. Posteriormente llegaron los Yuppies de los años 80, con sus trajes de mil dólares y sus bacanales dignas de Sodoma y Gomorra. Los 90 y el el nuevo siglo trajeron los CEO adolescentes de la burbuja de internet. Claramente estoy simplificando en exceso, pero si miramos con perspectiva esta sucesión de cambios, podemos ver que vivimos uno de esos momentos en los que la Dirección de Empresas y Equipos ha tomado un nuevo rumbo.

Personalmente vivo este cambio de perspectiva como si fuera un nuevo año académico; vuelta a las aulas! Nos toca ponernos al paso con las competencias que los Millennial y Centennial exigen de las personas que ocupan posiciones de responsabilidad. Los Directores y Gerentes hemos perdido casi por arte de magia, gran parte de la fuerza que la jerarquía nos había garantizado hasta hace pocos años. La comunicación asertiva, la inteligencia emocional y la capacidad de generar compromiso entre nuestros colaboradores, han desbancado a las viejas cualidades que las empresas buscaban en los ejecutivos...Y sinceramente estoy contento de que sea así.

Sin lugar a dudas nos toca abandonar el escritorio, soltar el megáfono y tomar nuestra posición en uno de los bancos de remo. Leeremos libros que nos ayuden a mejorar nuestra capacidad de comunicar, e intentaremos aprender a abrir la mano y flexibilizar nuestros esquemas mentales para dar espacio a los nativos digitales en nuestros equipos. Este nuevo ciclo no ha hecho más que empezar y representa un reto apasionante para todo el que decida subirse a bordo. Yo cuando cuando sea mayor ya no quiero ser Jefe; yo quiero ser Líder.