Estos quintetos de cuerda, de carácter suave y agradable, son representativos del estilo tardío de Brahms. Después de haber trabajado para dominar el género del cuarteto de cuerda en la década de 1870, Brahms se sintió aliviado al poder retomar su distintivo sonido de rica textura y estilo orquestal al incluir una viola adicional. En esta ocasión, la viola finlandesa Lilli Maijala se une al Gringolts Quartet, de Zúrich, creando así un tono hermoso y refinado. El Quinteto de cuerda n.º 1 de 1882 evoca el estilo de Dvořák, amigo de Brahms. A medida que la música gana intensidad en el primer movimiento, las interpretaciones resaltan su calidad orquestal, la cual contrasta con el segundo tema, más íntimo, presentado con una rica tonalidad por la violista Silvia Simionescu y delicadamente interpretado por el violinista Ilya Gringolts. En la interpretación del segundo movimiento se destacan los episodios contrastantes y estados de ánimo cambiantes, al igual que el final, que es relativamente corto pero dulce. El Quinteto de cuerda n.º 2, compuesto en 1890, aunque en cuatro movimientos más convencionales, logra un impacto aún más profundo a nivel emocional. El tercer movimiento incluye un tema casi tan conmovedor como los de Tchaikovsky, lo cual resulta extraordinario dada la supuesta aversión mutua que ambos compositores decían sentir por la obra del otro. No obstante, la música parece contar su propia historia…
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