El poder de la palabra: ¿Cómo te definís? ¿Cómo te contás? ¿Qué elegís contar al otro?
Nos gustan las historias porque nos ordenan los datos de una manera de causa consecuencia, en donde todo tiene sentido (a veces la vida no, pero en un relato: TODO), donde hay una explicación, donde hay un aprendizaje. Convertirnos en los protagonistas de nuestra historia no sólo lleva agallas y tiempo, sino también un proceso de valorización de lo que somos y sabemos. Nos dijeron que hablar bien de nosotros mismos está mal o es de "vende humo", entonces le damos el poder al otro de que nos defina y nos reconozca. Cuando no lo hacen o no nos reconocen por las cosas que sentimos que nos merecemos, se nos rompe un poco el corazón porque es siempre más fácil sentir que la "culpa" es del otro. En realidad, es responsabilidad nuestra.
Empezó un nuevo cuatrimestre en la universidad y siempre en la segunda mitad tengo grupos más numerosos y con eso de chicos mucho más jóvenes. Sin excepción, todas las veces veo que aplicar a una búsqueda, hacerse un cv, empezar a armar sus perfiles en redes, tener una mirada estratégica hacia sus sueños, está tachado de "pero, ¿Qué se yo que tengo, profe?", "No tengo mucha experiencia", "Pero no sé por qué me tienen que contratar a mi y no a otro". Y de a poco empiezan a inflarse un poquito cuando les empiezo a mostrar lo que saben y creen que todo el mundo sabe, cuando les doy herramientas para que mejoren la forma en la que se presentan. Como les pasa a todos los protagonistas, se convierten en uno porque no queda otra opción: tienen que salir de donde están y encarar el mundo extraordinario.
Si estás en esa situación, pero por alguna razón no nos vemos en un aula o no te animás a preguntarle a nadie, te dejo tres pequeños consejos que suelen ayudar mucho.
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1) No empieces contando lo obvio o la misma información del CV. Definí en tus palabras qué sentís que estás estudiando y cómo eso es imprescindible para el proyecto del otro.
2) Acordate que las habilidades blandas son las más complejas de demostrar: para eso te sirve una anécdota (puede ser la peor macana que te mandaste y cómo la resolviste y qué aprendiste, que habla mucho más de vos que las flores falsas en formas de palabras huecas tipo "proactivo") o una metáfora como "ser el 9 que no se queda solo en el área esperando para anotar, sino que baja para aportar, mostrarse, buscar y ese soy yo para tu equipo titular".
3) No mientas que no hace falta, pero date un ratito para valorar lo que sí aprendiste y para armar la estrategia de lo que a vos te hace falta para aspirar hacia lo que vos querés.
Ese es el verdadero poder de las palabras: dejar de cedérselo a otro y salir a contar tu historia para caminar tus sueños. Como diría el inigualable Cerati: Mereces lo que sueñas.