Soy desempleada y estoy cansada
Las ojeras me han crecido con los meses.

Soy desempleada y estoy cansada

A la fecha, continúo en la carrera del desempleo y el camino no se ve prometedor. He tenido varias entrevistas de trabajo y múltiples «nosotros te llamamos». Tanto rechazo y frustración me han llevado a reflexionar sobre mi propósito de vida, el «trabajo soñado» y la angustia de producir.

A pesar de que permanezco en casa, evito quedarme en la cama y sé que «no estoy de vacaciones»; pero estoy cansada. Y, justo en ese momento, llegó a mí un video.


¿Qué es la sociedad del cansancio?

«¿Por qué estás tan cansada si ni siquiera tienes trabajo?», fue lo que me recriminé por varios meses. A lo mejor, mi cuerpo comenzó a soltar la tensión de trabajar casi cuatro años sin descanso, sin vacaciones y sin un respiro. «Sí, quizás me sienta mejor en unos cuantos días», reflexioné. Pero, el cansancio empeoró y no fue hace mucho que recuperé algo de fuerza.

Es cierto, estar desempleado presupone que no hay esfuerzo físico ni mental para nada. De hecho, nos convierte en personas holgazanas, mantenidas y sin futuro, cuando lo cierto es que ninguna puerta se ha abierto. Y, así como las relaciones amorosas, no hemos «hallado el trabajo ideal».

Les presento a Byung-Chul Han

Luego de ver el video y pasar por una crisis existencial, decidí leer el libro La sociedad del cansancio (The Burnout Society) de Byung-Chul Han; un texto denso y desolador que busca explicar el comportamiento tan autodestructivo de la sociedad actual. En principio, se enfoca en que dejamos de ser un colectivo regido por la disciplina y el castigo —teoría de Foucault—, para ser individuos regidos por las metas, los logros y el positivismo en exceso. Parte de ello, es el cambio lingüístico de pasar a usar el «deberíamos» por el «podemos», un lenguaje fomentado por el emprendimiento y el coaching.

Irónicamente, cualquiera pensaría que «la mente positiva» no es algo malo. Por el contrario, nos llena de sueños e ilusiones que debería motivarnos a movernos. Sin embargo, en un sistema económico de crecimiento exponencial infinito, «no hacer» representa una frustración constante. La razón es que nosotros, los achievement subjects, no conocemos los límites y tenemos la loca idea de que la libertad está en la palma de nuestras manos. Como resultado, hallamos en la charlatanería de la manifestación y la afirmación al universo un consuelo para cumplir la saturación de metas como:

  • Bajar de peso;
  • tener un excelente trabajo;
  • cultivar relaciones sanas;
  • ser intelectualmente sobresaliente;
  • estar estimulada todo el tiempo (ser activa);
  • viajar al menos una vez al año;
  • no descuidar a la familia;
  • terminar el libro que compré la semana pasada;
  • certificarme en los cursos que compré hace un mes;
  • tomar 8 vasos de agua al día;
  • comer saludable;
  • asistir a las clases de yoga por la mañana;
  • llegar puntual al trabajo;
  • salir con los amigos y pasarla bien;
  • ir a terapia.

Y un largo etcétera más. De eso deviene que el ser humano esté saturado, no le alcance las 24 horas del día y, cuando el momento de descanso llega, se sienta culpable porque no está produciendo. ¡Es más! Ya no existe un espacio contemplativo para el ocio y desentenderse de la rutina, sino que los mismo hobbies se convierten en una fuente de ingresos, de lo contrario es una pérdida de tiempo.

Por ello, los sujetos de metas ya no compiten contra otro. Más bien, luchamos contra nosotros en una continua e insaciable búsqueda de identidad —el mito de ser mi mejor versión sin saber hasta cuándo alcanzaré a serlo. Ahora, el foco de todo el esfuerzo se origina en la capacidad de ser mentalmente adaptables, ambiciosos y ágiles; a diferencia del siglo XX, donde el cuerpo y el físico eran la fuerza de trabajo.

De esa cuenta, es que en los trabajos de ahora y en las entrevistas del mañana, en realidad seamos medidos a partir de nuestro rendimiento o nuestra disposición psicológica (skillset) además de los reconocimientos académicos.

La sociedad el cansancio: una reflexión desde el punto de vista del desempleo

La generación de mis padres —baby boomers, por cierto—, me enseñó a que debo aspirar a un trabajo estable. Eso significa que necesito cumplir con ciertos estándares para vivir en «estabilidad». Por ejemplo:

  • Tener un salario por encima del promedio;
  • estar en planilla;
  • tener IGSS;
  • tener vacaciones;
  • tener un horario más o menos fijo (eso del pago de las horas extra es vanidad);
  • tener respaldo por maternidad;
  • tener la posibilidad de hacer «carrera».

A eso, hay que agregar que ese «trabajo soñado» debe permitirme continuar con mis estudios, alcanzar posiciones más altas dentro de la empresa y, por sobre todo, tener motivaciones sólidas para estar allí a largo plazo. Sí, debo olvidarme de la idea de cambiar de trabajo y, sin importar qué, permanecer toda una vida allí para alcanzar una compensación por retiro y jubilación buena.

Para mi desgracia, lo intenté. Intenté buscar esa gallina ponedora de huevos de oro —tampoco soy la única que la quiere—, pero no la alcancé. De esa cuenta es que aún no tengo trabajo… O al menos, no aquel que me planteé y obligué a tener. A diferencia del sueño familiar, que se extiende por toda Guatemala, mi profesión y mis habilidades me están orillando a la informalidad.

En un principio, rechacé la idea de facturar y no estar en las condiciones ideales. Sin embargo, poco a poco vi a mi alrededor. Recordé que otra de las características de la hiperpositividad de la que habla Han es la comparación y noté que mis colegas están pasando por lo mismo. Al menos cinco de cada diez amigos, compañeros y conocidos tienen hasta tres trabajos para sobrevivir. Entonces, no, no estoy sola en este mar tan ambiguo de entrevistas, negociación de salarios y decepciones por el rechazo.

Lo que me corresponde en este momento es detenerme. Respirar. Observar. Sentir. Descansar.


¿Mi consejo y conclusiones?

De cierta forma, Byung-Chul Han se reserva a «solucionar» un sistema bien instalado. Sin embargo, a lo largo del libro expresa que la negatividad es un balance necesario para resistirnos a ser altamente productivos, exitosos y eficientes. De hecho, enfatiza en darle lugar al descanso como un «momento de contemplación interna» —algo muy parecido a la meditación. Para eso, rescata el significado del Sabbath, concepto que acuñe a la idea de tener un espacio reservado para el «no hacer»; olvidarnos del trabajo, de la rutina.

Reflexiona en que nos estamos convirtiendo en máquinas de rendimiento para funcionar sin ningún tipo de alteración. Peor aún, estamos atrapados en la constante e insaciable búsqueda de logros y resultados. Pero, para contrarrestar el agobio del exceso, es imperativo abrazar el descanso para apreciar los aprendizajes, las formas y las acciones más lentas y duraderas.

Karen Castillo

Ingeniera Química*Asfalto*Aseguramiento/Control de Calidad*Acreditacion Laboratorios*Seg. Industrial/Radiologica*Capacitaciones*Practitioner PNL

1y

Interesante, nunca me habia planteado esta situacion, pero creo que me puedo identificar con muchos momentos de mi vida donde me he sentido muy cansada, y a la vez culpable por ello, y cansada a veces sin saber porqué. Como dicen, todos los extremos son malos.

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Alicia Mazariegos Medina

Biochemistry and microbiology

1y

Hola, Karin. Después de leerte yo considero que has hecho bien en detenerte y buscar respuesta al cansancio y la relación que tiene con la vida laborar. La información que estas recopilando te ayudará a hacer las cosas diferente y posiblemente a no sentirte cansada. No le temas a fallar, experimenta y busca opciones fuera “de la caja” . Tomate un tiempo para soñar y definir cómo alcanzar esos sueños, incluso vías alternas 😉. Te deseo lo mejor, y sobre todo un agradable descanso.

Oliver Mazariegos

Bioinformatician, developer and data analyst.

1y

Buena reflexión. Y déjame decirte que tu esfuerzo y perseverancia al buscar empleo pronto darán resultados. Animo!!!🤗

Maria Guisel De Leon Ortiz

Psicóloga de Atención a la Víctima

1y

Me gusta tu reflexión... Además que amo a Han y su visión del mundo, es necesario cuestionar para encontrar un verdadero sentido. Disfrutar de vivir lo que toque vivir es importante para estar en este mundo sin sufrir de más... Abrazos...

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