#WhenIWas15 ¿Por qué tenemos que elegir?

#WhenIWas15 ¿Por qué tenemos que elegir?

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#WhenIWas15 es el hashtag que LinkedIn propone para celebrar su 15º aniversario, al que me sumo encantado porque es, con diferencia, la red social en la que más cómodo me siento. Aquí se aprende y se debate en un entorno seguro, y se encuentran oportunidades profesionales con bastante facilidad. También tiene su parte negativa, como todos los vendemotos que han surgido de un tiempo a esta parte, o la gente que se dedica a coleccionar contactos como cromos, en lugar de intentar establecer relaciones profesionales provechosas.

Sea como fuere, el propósito de este artículo es contar qué quería ser (o hacer) cuando tenía 15 años. Para ello, es necesaria una breve introducción. De ahí que haya usado esta icónica imagen de portada: un walkman Sony, concretamente el modelo que llevaba a todas partes y que definió en buena medida cómo era mi vida en aquellos años maravillosos y difíciles. Siempre he sido un gran melómano. Escucho música a todas horas. Ahora, mientras trabajo. Entonces, mientras estudiaba, a pesar del rancio consejo del silencio absoluto, más propio de monasterios que de la vida moderna.

En esa época forjé grandes amistades, muchas de las cuales aún conservo. En algún momento entre los 15 y los 16, tuve un conflicto emocional enorme, como supongo que le sucede a todos los adolescentes normales. Fueron, en suma, años intensos, años turbulentos. Parece casi una broma pedirle a una persona en esas condiciones que decida qué quiere hacer el resto de su vida.

Todo ha cambiado radicalmente desde entonces. La vida pasaba más lenta y no lo sabíamos todo al instante. Era mucho más difícil hacerse una idea de lo que uno aspiraba a hacer con su vida. Yo nunca me he considerado una persona de ciencias o de letras. De hecho, me molestó profundamente no poder elegir una trayectoria que lo combinara todo. Y es que, aunque a día de hoy sabemos que una persona puede reorientar del todo su carrera profesional a cualquier edad, aún seguimos obligando a los alumnos a elegir de manera férrea su destino, sin posibilidad de cambiar. Es posible que a los 15 años no hubiera optado por ser escritor, porque mi intención era escribir una obra sublime y destruirla antes de morir. Todo muy romántico y acorde con la edad. Pero tampoco tenía claro que quisiera estudiar una sola materia científica. Me fascinaban las matemáticas, la física, la química, la biología, la astronomía, la filosofía, la paleontología... En algún momento empecé a decidirme (me obligaban las elecciones que debía tomar) entre la genética y la neurociencia. Me atraía, por una parte, la idea de ser capaz de añadir capacidades sobrehumanas a las personas a través de la modificación de los genes, como respirar bajo el agua o ser capaces de soportar temperaturas extremas. Por otra parte, quería construir un dispositivo que permitiera traducir los pensamientos de los mamíferos superiores a un lenguaje discernible por los humanos, y viceversa. Una especie de traductor universal. Todo quedó en sueños de adolescente.

Al final, no llegué a ser científico, aunque sigo amando la ciencia. Pero en mis labores profesionales hay una mezcla de disciplinas técnicas y artísticas que me encanta mezclar, porque son lo que me permite evolucionar como un ser humano completo. No es fácil ser arquitecto de software, fotógrafo, escritor y mentor literario, pero es muy divertido y enriquecedor. Al igual que entonces, la música es una gran ayuda para ordenar mis pensamientos y concentrarme, pero ya no uso un walkman, sino mi portátil o el móvil, y la música está en la nube en lugar de en una cinta de cassette. Ya tampoco tengo necesidad de definirme como una sola de mis facetas, sino por todas a la vez. ¿Por qué, con todo lo que hemos avanzado, aún seguimos exigiendo a los adolescentes que se definan con una sola de ellas?

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