Badajoz 2018
Anda inmersa nuestra querida Ciudad en la carrera por acoger el mundial de fútbol que tendrá lugar allá por 2018, cita para la que España y Portugal, lo que viene siendo Iberia, van a presentar una candidatura conjunta.
Nuestro maltratado Nuevo Vivero, humillado como botellódromo municipal, forma parte de un selecto grupo de 25 estadios candidatos, grupo que se verá reducido a 18 en las próximas semanas. Si finalmente la FIFA otorga a España y Portugal la organización del Mundial, cosa que se decidirá en diciembre de este año, los estadios que lo albergarían serían 12. Si estuviera el Nuevo Vivero entre ellos, se tendría que ampliar su aforo hasta los 40.000 espectadores.
Badajoz está ante su gran oportunidad histórica, una oportunidad única, de albergar una cita deportiva de primer nivel, de repercusión mundial, algo impensable, ni siquiera soñado, para la mayoría de badajocenses.
Y tenemos que conseguirlo. Tenemos la baza de nuestra localización geográfica, nuestra capitalidad y liderazgo sobre un extenso territorio de 200 kilómetros a la redonda sin competencia alguna que hace que nos coloquemos en parrilla de salida por delante de otras ciudades más pobladas y con mejores estadios, pero que se encuentran solapadas por localidades vecinas, de mayor población aún. Sin olvidar nuestra condición de tercera ciudad portuguesa, tras Lisboa y Oporto, únicas con posibilidades de acoger partidos mundialistas en el país vecino.
Badajoz lo necesita. Lo necesita para aumentar la autoestima y el cariño de los bataliusíes hacia su propia Ciudad, para que se sientan orgullosa de ella. Y lo necesita para que de una vez por todas, y con la excusa de estar a la altura, nos terminen el AVE, nos hagan una estación internacional emblemática, nos traigan compañías de bajo coste al Aeropuerto de Badajoz, nos conviertan en autovía las carreteras a Cáceres, Sevilla y Huelva, nos unan por ferrocarril convencional a estas mismas ciudades, nos construyan el Parador, nos rehabiliten la Alcazaba, nos reconstruyan la muralla abaluartada, nos pongan en valor el Fuerte de San Cristóbal, nos quiten la droga del Casco Antiguo, nos recuperen el Guadiana para el baño, nos limpien las calles, nos quiten las pintadas que afean fachadas y mobiliario urbano, nos asfalten los baches y socavones, y tantas y tantas cosas pendientes desde hace décadas. Y si de paso nos pueden cambiar los gobiernos de la Ciudad y de la Región, mejor que mejor.
Anda inmersa nuestra querida Ciudad en la carrera por acoger el mundial de fútbol que tendrá lugar allá por 2018, cita para la que España y Portugal, lo que viene siendo Iberia, van a presentar una candidatura conjunta.
Nuestro maltratado Nuevo Vivero, humillado como botellódromo municipal, forma parte de un selecto grupo de 25 estadios candidatos, grupo que se verá reducido a 18 en las próximas semanas. Si finalmente la FIFA otorga a España y Portugal la organización del Mundial, cosa que se decidirá en diciembre de este año, los estadios que lo albergarían serían 12. Si estuviera el Nuevo Vivero entre ellos, se tendría que ampliar su aforo hasta los 40.000 espectadores.
Badajoz está ante su gran oportunidad histórica, una oportunidad única, de albergar una cita deportiva de primer nivel, de repercusión mundial, algo impensable, ni siquiera soñado, para la mayoría de badajocenses.
Y tenemos que conseguirlo. Tenemos la baza de nuestra localización geográfica, nuestra capitalidad y liderazgo sobre un extenso territorio de 200 kilómetros a la redonda sin competencia alguna que hace que nos coloquemos en parrilla de salida por delante de otras ciudades más pobladas y con mejores estadios, pero que se encuentran solapadas por localidades vecinas, de mayor población aún. Sin olvidar nuestra condición de tercera ciudad portuguesa, tras Lisboa y Oporto, únicas con posibilidades de acoger partidos mundialistas en el país vecino.
Badajoz lo necesita. Lo necesita para aumentar la autoestima y el cariño de los bataliusíes hacia su propia Ciudad, para que se sientan orgullosa de ella. Y lo necesita para que de una vez por todas, y con la excusa de estar a la altura, nos terminen el AVE, nos hagan una estación internacional emblemática, nos traigan compañías de bajo coste al Aeropuerto de Badajoz, nos conviertan en autovía las carreteras a Cáceres, Sevilla y Huelva, nos unan por ferrocarril convencional a estas mismas ciudades, nos construyan el Parador, nos rehabiliten la Alcazaba, nos reconstruyan la muralla abaluartada, nos pongan en valor el Fuerte de San Cristóbal, nos quiten la droga del Casco Antiguo, nos recuperen el Guadiana para el baño, nos limpien las calles, nos quiten las pintadas que afean fachadas y mobiliario urbano, nos asfalten los baches y socavones, y tantas y tantas cosas pendientes desde hace décadas. Y si de paso nos pueden cambiar los gobiernos de la Ciudad y de la Región, mejor que mejor.
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